No se trata de juzgar personas, no se trata de condenar seres humanos, se trata de eliminar posturas erróneas, actitudes ante la vida que nos traen dolor y sufrimiento. Hay que llegar a la comprensión de que si nos hallamos aquí en la tierra es precisamente para esto, para pulir y pasar por el fuego toda la carga negativa, llamase pecados, que llevamos insertos en nuestro genoma. Pero el ser humano en esencia es una emanación divina y por tanto, no puede ser condenado, tarde o temprano llegará a aprender como funcionan los procesos mentales implicados en nuestro pensamiento, comprenderá donde se hayan los errores, los virus, que hacen que el resultado sea nefasto para nuestro presente y el de nuestros congéneres. Es una labor que requiere atención, es una labor de milenios, pero la evolución es evidente. Desde luego que hemos pasado por estados mentales negativos, desde luego que hemos padecido todos los pecados que hay y los que se hayan podido inventar, seguro que hemos sido los mayores traidores, seguro que hemos sido los más envidiosos, seguro que la gula ha marcado nuestro destino, seguro que la avaricia ha motivado nuestra ambición, ya no recuerdo cuantos pecados más hemos padecido y seguimos padeciendo, pero por esto, porque los hemos padecido y padecemos, porque hemos estado y estamos bajo su yugo queremos eliminarlos de nuestro mundo, porque sabemos el dolor que producen en quien los padece y en quien los soporta. Sabiendo donde está la causa del sufrimiento ya tenemos la mitad de la solución, pero para ello hay que reconocerla, no enmascarar nuestros motivos, no hablando de envidiosos sino de actitudes envidiosas, no hablando de traidores, sino de actitudes traicioneras, actitudes que hay que corregir. Son como una adicción, pero no debemos avergonzarnos de padecerlas, en realidad es aquí en la tierra donde se tienen que experimentar estas emociones, así que todo ser que pase por aquí las tiene que soportar, tiene que bajar hasta el fondo de las sensaciones que producen, tiene que vivir el infierno que conlleva el padecerlas y soportarlas para tomar la decisión, para utilizar su libre albedrío y eliminarlas de su mundo, de su realidad creada.
Hay que ser un gran traidor y a la vez haber padecido una gran traición para comprender los estados que se producen, lo que se experimenta en una y otra postura, y de esto nadie se libra, solo el que ya ha pasado por ello y no quiere repetir la lección, solo aquel que ha aprendido y logra pasar de curso es el liberado al que le quedan otras lecciones por aprender, nuevos estados que superar, pero cuantas más personas logran esto mayor es la evolución de la raza humana, mayor es el aprendizaje de la mente colectiva que impulsara nuevas creaciones, nuevos mundo, nuevas visiones posibles cada vez mejores.
Diga que sí, doña Petra, que yo también tengo el genoma lleno de pecados, pero como soy una emanación divina (supongo que Vd. aportará las pruebas) no se me puede condenar.Lo extraño es que una emanación divina evolucione. En fin, Usted verá…