Escritos de un joven indecente (LXI): el rayo de un orgasmo

Escritos LXI

Noche oscura;
apagada
y MUERTA.
Iluminada
por el reflejo
plateado
de mi CRÁNEO
que es la LUNA
llena
y las gotas
de LLUVIA
que empapan
la calle
de la POESÍA,
como las lágrimas
que se derraman
por mi mejilla
al ver
la imagen
cristalina
de un rostro
virginal
y la LUZ
cómplice
del asesinato
que me ofrece
su CARNE
desnuda
y la DULCE
mirada
de aquella
que supura SEXO
por cada uno
de los poros
de sus OJOS.

En la galaxia
de dos astros
en BLANCO
los gritos
se suceden
al SER elevada
más arriba
del NIRVANA,
sobrepasando
el número
del infinito
en orgasmos.

Dos minutos
nos bastan
para alcanzar
el clímax…

Esta calle huérfana
de AMANTE
se desangra
ante el mártir
sin espinas,
con golondrinas
en su ALMA.

Las gotas
resuenan
en el asfalto
como los BESOS
que nacen
entre la BOCA
de un hombre
y los LABIOS
(inferiores )
de una dama.

AROMA
a azahar
en el cáliz
de la VIDA.
Jugo,
pulpa,
volcán,
cascada
que deshiela.
¡Ah!, qué maravilla.
Fluyo sobre
el teclado
con una sonrisa
al ver mis manos
levitando
en cada tecla.
Mis dedos
danzan
animados
(sin descanso)
y soy un chamán
brindándoos
lo que no ven
vuestros OJOS
de sirenas.

Cerradlos,
-amores míos-;
imaginad
mientras seguís
leyendo,
la imagen
que NACE
de mi mente
indiscreta
(pero inofensiva)
y hacedla
VUESTRA,
chicas…
porque acabo
de escribir
el POEMA
más hermoso
de un domingo
triste
y cualquiera
en el que TÚ,
MUJER
ávida de deseo,
con pechos
altivos,
ostentosos
o discretos.
En el que TÚ,
petrerina,
vasca,
alteana,
soviética,
cordobesa
o latina.
En el que TÚ,
voluptuosa,
escuálida
o en su “justa medida”.
En el que TÚ,
recatada,
alocada,
tímida
o extrovertida…

has sido MÍA.

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