La conocí hará unos cinco años
mientras preparaba un trabajo
teoría de los lenguajes,
una de las asignatura
de la carrera de Bellas Artes.
Quise investigar sobre
la violencia en el porno
centrándome en el ámbito nacional.
Elegí a Nacho Vidal y Natalia Zeta
(la que por entonces era la mejor actriz
del cine patrio para adultos)
pero entonces di con ella.
Me cautivó SU NOMBRE.
¡Sasha!
Una aliteración que clamaba silencio
¡sssshhhhh…..!
Una mujer de piel transparente
con ojos de gata salvaje
y mirada dulce a la par que desafiante
que ponían en jaque
a la mismísima Marilyn Monroe
como icono de la eternidad.
SSSHHHHH….
¡Sasha!
Sonaba a silencio…
me resultaba poético,
como su fino y delicado cuerpo.
La única actriz que iba más allá
en las escenas de sexo,
que fingía ser sometida
cuando en realidad era dominante:
Cleopatra del porno,
zarina bolchevique,
veterana prematura,
indecorosa virgen californiana.
Has hecho del puro SEXO
un arte SUBLIMADO.
Tus labios han besado
la oscuridad
de hombres y mujeres,
tu boca el túnel hacia el éxtasis
y tu delicado cuerpo de contorsionista
ha levitado sobre la cuerda,
balanceándose entre la aberración y la SUTILEZA.
Debo reconocerte,
SASHA,
siéndote sincero hasta los huesos,
(ssssshhhhh….)
que busco el momento oportuno
para poder decirle al mundo entero
– “esta noche duermo contigo”-.