«La vela no puede quemarse
por ambas partes
–en mi caso la quemé
entera por un solo lado
y su ceniza
son los libros que he escrito.
Yo ya estoy más allá de la política.
El amor
es como la gracia de Dios,
no nos sirve la astucia».
Y la carta continuaría,
pero de NADA serviría
arrojarla a la MAR
porque he cortado
mis MANOS,
me he abierto en canal,
separado costillas
con los dientes
y partido el esternón
en dos
para arrebatarme
el corazón
de cuajo.
Un corazón
oscuro
como mis VERSOS;
que ya sólo
son míos
(como siempre lo fueron)
Ríos de letras
de tinta
putrefacta…
Si pudieseis oler
el hedor
que se desprende
de mi ALMA
acuchillada,
destripada
y ¡MUERTA!…
y vieseis
la cascada
de golondrinas
ROJAS
que me cubre
como la sábana
de las NOCHES
despiadadas
en las que firmo
mi futuro
y cabo mi condena
en solitario,
llorarías ante
la escena
más visceral
que JAMÁS
ha escrito
un POETA:
LUZ sin brillo
cegadora
en los restos
de una antigua
VELA,
una moqueta manchada
de pintura
y la calavera
atravesada
por un gélido
rayo
que atraviesa
de una sien
a otra.
Un macabro trofeo
para aquella
que se atreva
a SALVARME;
para la que se condene
a conocerme
y sufra
la INMORTALIDAD
efímera
de un hombre,
(tachado de machista),
que le brinde
a oscuras,
con la LUNA llena
de furia y esmalte,
su SER más vulnerable.
Porque YO
maté a Dios
y le robé
a Nietzsche
la genealogía
de la MORAL
y la teoría
del súper HOMBRE
para SER
el ANIMAL
más despreciable.
Por fin
he visto
que mi único FIN
es SER
un MONSTRUO
en la sombra
del anonimato
del cementerio
del SILENCIO;
el cáncer
de los ángeles
que me desdicen.
Imperfecto,
orgulloso,
egocéntrico,
malvado,
retorcido,
condenado
a no entenderme.
Poco cabello,
ojos tristes
pero verdes
como los océanos
del UNIVERSO.
Barba de meses
por el afán de querer
SER marinero
y, siendo sincero,
en honor al guerrillero
nicaragüense.
Cuerpo escuálido
de polvo y yeso,
(con mucho vello)
tatuado por un pasado
ETERNO
y diecinueve centímetros
y medio
de EGO…
En resumen:
Un miserable,
un embustero,
un don NADIE
que maldice
el día que NACIÓ
y que AHORA
le tiene pánico
a los MUERTOS.
Pablo, cada poema tuyo llega a lo más profundo del ser humano, me hace sentirme viva aunque hables de muerte y siento pasión por lo lo que escribes porque tu palabra transmite sinceridad y, para mi, es una gran cualidad. Te quiero. Besos
Me encanta
Gracias. Muchas gracias, Rosa. Gracias porque la semana pasada dudé en seguir publicando. Desde Nicaragua me animaron a hacerlo: «a mi me ayudas mucho», y saqué fuerzas para teclear el de esta semana. Así que leer «sinceridad» «me ha sentirme viva», y «Te quiero», en tu comentario me hacen darme cuenta que aunque lo pierda todo por escribir, a un número reducido de lectores/as, les toca un poco el alma.
¡¡¡Un beso enorme!!!
Gracias, Armando.
Un abrazo!