El sudor
es queroseno
en los
senos
de
CARNE
de nieve
y rosa
pétalo
pálido
del
ALMA
y los
OJOS
del poeta
que será
caminante
sin mástil
ni navío.
Es domingo
y el fin
del MUNDO
llegará
en horas,
cuando
la humanidad
ceda
al SILENCIO
de la NOCHE
NEGRA
y los cuervos
festejen
con cánticos
el ECO
de la NADA.
Llueve
ahí afuera
y los
MUERTOS
corren
a las tumbas
y el sonido
de las gotas
de la LLUVIA
son las
dos
uñas
de la guadaña
de la parca
jugando
a sacarse
punta
y de entre
la niebla
grisácea
que empaña
la cima
de la cumbre
de la montaña
de Altea,
dos
hermosas
golondrinas
hacen
justicia
y danzan
ebrias
al compás
del crepitar
de la existencia.
Sólo
ELLAS
merecen
seguir
entonando
las asonantes
de este
poema
«errantemente»
dulce
…