Carta de «Amics i veïns centre històric de Castalla» al alcalde

Estimado Sr. Alcalde,

Es muy difícil expresar lo que uno siente al vivir cerca de esta «vergüenza». Es un mezcla de rabia, impotencia y sobre todo desazón, porque queramos o no, todas las mañanas tenemos que enfrentarnos y aguantar esta situación.
El ayuntamiento se trinchera en su lamentable postura, alegando simplemente que no es su responsabilidad y que la culpa es únicamente de los antiguos propietarios. Para Usted, aquí se acaba la cuestión, nada más y nada menos. En cuanto a los desafortunados vecinos que viven por allí, a la salud pública y a la triste imagen que transmite nuestro pueblo, no son asuntos suyos, son males menores, que no merecen ninguna especial reflexión y más aún, ninguna actuación.

Castalla.

Pero sus alegaciones no se limitan a echar la culpa a los antiguos propietarios; más bien, con el transcurso de los meses, le han ido añadiendo una buena dosis de fantasía. A quienes les han señalado los graves perjuicios que todo esto produce para la salud pública (incluidas las ratas “jurásicas” que circulan libremente por la zona), sus respuestas han sido que los escombros están en realidad soportando el peso de la calle, que en caso contrario, se hundiría.


Pues bien, aparte que las calles adyacentes (Carril de la Sang / Calle Trinquete) se están hundiendo igualmente en este tramo, hay que tener mucha imaginación por atribuirle a un conjunto de desechos la función de sostén, porque lo que en realidad desempeña eficazmente esta labor (en Castalla como en Nueva Zelanda) es un muro de contención. Y puesto que estamos hablando del hundimiento de una zona pública, resulta surrealista oír que el ayuntamiento no puede llevar a cabo ninguna actuación en la zona de los desechos, puesto que se trata de terreno privado.
Pues bien, si el terreno es privado, las calles por el contrario son públicas, y por lo tanto, ¿cómo es posible que a pesar del lamentable estado en el que se encuentran éstas, Ud. no toma ninguna iniciativa seria? ¿De verdad se pueden considerar serias las medidas que han adoptado a lo largo de estos dos años?
1) Poner una valla recubierta por una tela de colores verde y negra (¿para tapar las vergüenzas?)

2) Desplazar la misma, de vez en cuando, para ocultar que las calles Carril y Trinquete se van derribando lenta e inexorablemente.

3) Limpiarla y arreglarla (exclusivamente) unas horas antes de alguna función religiosa u otro acto festivo que conlleva el paso de un buen número de residentes/electores.

4) Derribar, después de más de dos años, un muro supérstite de una vivienda ubicada antiguamente en la calle Trinquete y que prácticamente sólo se sostenía por los cables de la luz.

Si el terreno es privado, la repercusión sobre la salud de los vecinos es un asunto público, lo entienda o no, le guste o no, ya no es una cuestión privada.

Si Ud. viviera aquí, sea sincero: ¿se habría limitado en esos dos años en poner una valla negra y ya está? ¿Habría alegado que se trata de un asunto privado? ¿Habría permitido que unas ratas se pasearan libremente delante de su casa (y a veces, delante de los visitantes al Castillo)?
¿Se da cuenta del imagen que estamos transmitiendo? ¿Se da cuenta del daño no sólo económico que todo esto conlleva?

La sensación, cada vez más fuerte, distinguido Alcalde, es que Ud. se ha tomado este asunto como algo personal, y puesto que un número cada vez mayor de ciudadanos expresa una opinión diversa de la suya, Ud. estima inadmisibles estas críticas, y por lo tanto, con mayor razón, considera que no hay motivos para tomar medidas.

Sus reacciones lo delatan: tacha de «mentirosos» a los representantes de una asociación, culpables, por haber «llenado media Castalla» con banderas en su contra. Si tal vez, en algún rato libre, pudiera ver el asunto desde una perspectiva menos obtusa, comprendería que esa bandera es el símbolo de una protesta cívica y silenciosa, en la que no se ofende a nadie, y que sólo es una muestra de la preocupación que muchos ciudadanos sienten por el abandono en el que vive el centro histórico.

Un buen alcalde actúa, y no reacciona, ante las críticas cívicas y constructivas.

Un buen alcalde escucha a los ciudadanos; pero escucharles de verdad, a lo largo de 4 años, y no tomándose un cafecito unas semanas antes de las elecciones.

Un buen alcalde es quien administra los intereses del pueblo, a favor del pueblo y no en contra, dado que el centro histórico es nuestro mayor patrimonio.

A nosotros, lo que de verdad nos interesa, es que se encuentre alguna solución ¡YA!

Y no olvide que no somos sus enemigos, sólo somos amigos y vecinos del centro histórico de Castalla.

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