Hoy en día, todos y cada uno de los que estén leyendo estas líneas, habrán oído hablar alguna vez de eso que llaman “Desarrollo Sostenible”. Se trata de un concepto no tan reciente que los profesionales y técnicos del medio natural lo manejan desde hace cierto tiempo. En definitiva, el desarrollo sostenible, dicho de forma burda, podría ser el “aprovechar algo sin comprometer la existencia del recurso y su renovación de manera continuada en el tiempo”. Esta frase no define totalmente el D.S. ya que realmente es un concepto algo más complejo. Podríamos hacer un símil con un taburete de 3 patas, el cual sirve como medio para el desarrollo de las actividades humanas de todo tipo (medio ambiente). Así, esas tres patas deberían objetarse a 3 criterios, que se habrán de complementar de forma equitativa:
En primer lugar, la economía, o lo que podríamos llamar la única pata de un sistema puramente capitalista. Como es lógico, el sistema en que nos encontramos no es posible el desarrollo sin capital. Por lo tanto nuestra actividad sostenible debe proveernos de unas rentas, o bien al Estado como propietarios (o propietarios privados), o a la sociedad como “beneficiarios”.
En segundo lugar, debe cumplir los objetivos que demanda la sociedad para ello, es decir, el ámbito social. Ésta segunda pata, vertebra los intereses de todos aquellos que disfrutan de aquello que se está explotando o no, lugares en los que se desee proyectar una nueva actividad, cómo hacerlo, etc…
Por último, y no por ello menos importante, aparece el medio ambiente, pero en este caso, hace referencia a no poner en peligro el normal funcionamiento del medio natural que se desee aprovechar. Pero ojo, no poner en peligro no significa no intervenir. Además, se considera este ámbito como el básico para realizar una actividad sostenible. Si no disponemos del recurso, jamás podremos transformarlo en nigún tipo de producto (que nos genera un beneficio económico), demandando por la sociedad y respetando siempre el medio ambiente.
Las masas forestales son claro ejemplo de abandono por parte de propietarios, ya sea el Estado o el resto de Administraciones Públicas, propietarios privados que abandonaron la actividad en los 60-70 con motivo de la tardía industrialización española, tierras heredadas cuyos nuevos propietarios desconocen incluso el emplazamiento de sus montes, o simplemente propietarios que no les es rentable trabajar esas tierras. Éste fenómeno es el que no hace posible un Desarrollo Sostenible en nuestros montes, entre otros factores. El éxodo de zonas rurales ha llevado al abandono de la tierra, pero vamos más allá. El despoblamiento ha hecho que se pierdan numerosísimas formas de vida, salarios directos, pero sobretodo, las consecuencias indirectas. Trabajos como el pastoreo, el carbón, leña, explotadores de resina, recolectores de frutos silvestres, han desaparecido. Por un lado, en muchos casos a que se tratan de unos trabajos sacrificados que resultan indignos por sus escasas condiciones de trabajo y remuneración. No es simplemente pérdida de €uros entrando en la “saca” del trabajador, sino que esto conlleva a una FALTA DE: tránsito por los montes; ovejas y cabras que pasten los matorrales y herbazales; leñadores y carboneros que retiran biomasa del bosque para su correcto crecimiento; etc.
Con este listado de ejemplos se puede llegar a una vasta idea:
<<la ordenación y gestión del medio natural, siempre que se realice de forma sostenible, aportará beneficios a la sociedad, ya sea en el ámbito social, económico y ecológico/ medioambiental>>.
Para abordar el tema de la gestión forestal de forma histórica en España, si revisamos los datos acerca de los incendios forestales empiezan aproximadamente en la década de los 60, y no es porque no existan datos, se hayan extraviado o porque no existían, es por algo mucho más simple: los incendios forestales no era un problema para la sociedad.
Me explico, debido al buen estado de los montes, gracias a una gestión por parte de los propietarios o arrendados, eran bosques limpios pues el ganado transitaba a través de él recogiendo toda la biomasa abriendo sendas (discontinuidad de combustible), los árboles se podaban para poder conseguir leñas y carbón cuando visitaba el frío, muchas familias vivían gracias a un recurso natural y renovable que además tenía un efecto positivo en el medio. Hablamos de que se produjeran incendios y la gente mirara hacia otro lado, pensando: eso no tiene trascendencia, es imposible que se incendie mucho.
Esto resulta extraño tras unos días del incendio del Parque Natural del Maigmó, pero un bosque gestionado sosteniblemente, no solo nos aportará beneficios directos, sino que además nos traerá otros beneficios indirectos como, la infiltración de agua en el suelo y la recarga de acuíferos, fijación de CO2 atmosférico, o crear una verdadera prevención en cuanto a la problemática actual de los grandes incendios forestales, reduciendo la combustibilidad como la inflamabilidad quitando biomasa, y sus respectivos métodos de prevención, harán de un monte productivo y seguro, un sector al que dar cabida y puestos de trabajo para la gente local que esté dispuesto a llevarla a cabo, mediante las técnicas, maquinaria y órdenes de un técnico en materia.
Para finalizar este artículo, no quiero que se malinterpreten mis palabras, pues no se está haciendo la apología de que nos vayamos todos al monte a vivir de recoger ramitas, solo que la Administración que competa, sea capaz de intentar ofrecer mano de obra a gente que esté dispuesta a esos trabajos, en cuanto a aprovechamientos de biomasa para la elaboración de “pellets” (cilindro de viruta de madera prensada, usada como combustible generalizado en las calderas de biomasa), leñas, caza, frutos o a la salida que se pueda dar al producto, o simplente realizar “silvicultura preventiva” (tratamientos que se le dan a la masa arbórea para prevenir problemas fitosanitarios o de prevención de incendios forestales, entre otros).
Fe de erratas: *Parque Natural el Montgó» no el «Maigmó».
Muy buen artículo y una explicación clara y entendible.