Escritos de un joven indecente (LXXXII): Un legado en blanco y negro

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Si me anticipase
al BESO
proscrito
que sentencia
y condena
al OLVIDO..
Ese
que atrapó
a Ian;
siendo
el mismo
que inmortalizó
Pavese
con su:
«vendrá la MUERTE…»

¿Qué quedaría de mí?

El recuerdo
se destiñe
como el sauce
arraigado
en el cráneo
del subsuelo
donde los MUERTOS
son alimento
de los VEROS
más hermosos
y el viento
jamás
airea
los ojos verdes
con tintes marrones
y sus desmanes.

¡Ay!,
si
la calma
penetrase
en mi cerebro
y en mis adentros
las GOLONDRINAS
hibernasen
en ALMA
y CUERPO,
no torturaría
a MUJERES
hermosas,ni se derramarían
más lágrimas,
ni tendrían pesadillas,
ni verían
el horror
de un monstruo
y el MUNDO
lo habitarían
OTROS
que sí merecen
sus caricias.

Es cierto
que los VERSOS
y la POESÍA
eleva
por encima de la media
a aquellas
MUSAS
con astros
como ojos,
narices
que ganarían
el primer premio
en suceder a Cleopatra
(y que se inmortalizan
para la eternidad…)
pero no compensa
el calvario
que les obliga
a soportar
el HUMANO
que las escribe.

Un legado
en blanco y negro,
un adiós,
un hasta luego,
el anonimato
o el OLVIDO
más ingrato.
Carne putrefacta,
alimento
de la oscuridad
o ríos
de TINTA…
NADA
importa,
porque
antes
de ese BESO
el pesode la memoria
hará justicia:
ni premios,
ni academias,
ni tan si quiera
SONRISAS
en las caras
de las que fueron
y sufrieron
al ser POESÍA.

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