Deseo la muerte
ahora que el otoño
es en mi cráneo
un perpetuo páramo.
La neurosis acecha
con un batallón de soldados
bien armados …
Bendito yo enterrado
que resurges de las últimas llamas
y cenizas del árbol
de la desesperanza
y me posees nuevamente.
-¡Te echaba de menos, maldito!-
¡Vamos, volvamos a ser poetas!:
conquistemos a una mujer;
desgastemos nuestra alma,
tengamos convulsiones,
dejemos de comer durante días,
escribamos poemas en estado de trance…
Volvamos a Altea,
tu pueblo y el mío
nos reclama.
Madrugadas de insomnio,
paseos por acantilados,
viajes en navío,
tacto de metales,
caricias en las sienes…
vuelos de golondrinas,
silencios que avasallan,
amantes en la distancia,
tertulias con vivos
(Nietzsche,
Cobain
y Ciorán)
para escapar de los muertos.
-¡Mira, Pablo!-
,estamos otra vez en la Stazione di Milano Centrale
donde el mármol helaba nuestros huesos
cuando éramos inmortales.
-¡Ahí está nuestro tren!-,
-¿lo recuerdas?
-Volvamos a cruzar el río
y miremos los esqueletos que deshielan sobre él.
¡Recorramos el paisaje gris
y embadurnémonos con la escarcha
de la espera,que ya está llegando
la nada
y es