El cazador fotográfico

Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Petrer Mensual nº 55 – julio de 2005

Moisés es un cazador que en vez de escopeta utiliza una cámara con la que dispara inofensivamente a sus presas. Armado con su trípode, mucha paciencia y siguiendo su poderosa intuición, ha logrado fotografías bellísimas de arruis, ciervos, cabras montesas, pájaros carpinteros, águilas, abubillas, gaviotas, flamencos, cigüeñas y mochuelos, en plena naturaleza (artículos publicados por Moisés en Petreraldia).

Moisés Pérez.

En el número anterior, editamos una fotografía de un águila captada en pleno vuelo en uno delos montes de Petrer. La imagen llamaba la atención, buscamos al autor y descubrimos un hombre de 28 años enamorado dela naturaleza y sobre todo de los animales que nacen, viven y mueren en libertad. Se llama Moisés Pérez Martínez y todo comenzó cuando era un niño y hacía excursiones al campo dela mano de su padre, Guillermo, gran aficionado a la ornitología. Poco a poco fue conociendo los detalles del comportamiento de las aves: su hábitat, costumbres de alimentación, época de apareamiento y principales características, después, se fue interesando por otros animales, particularmente los que habitan en lugares agrestes, los que apenas conocemos.

Tuvo su primera cámara con quince años, una Nikon 501 y para descubrir los secretos de la fotografía se integró en el Grupo Local Fotográfico de Petrer, una vez dominadas las técnicas y el manejo de las modernas cámaras hizo sus primeros pinitos como fotógrafo amateur en las fiestas de moros y cristianos de la localidad hace tres años. En el 2002, fue premiado con uno de los galardones que otorga anualmente la Unión de Festejos y actualmente posee más de cinco mil fotografías. Pero, según él mismo dice, hacer fotos convencionales, estáticas, no es lo que le gusta, esta forma de expresión visual no encaja para nada en el carácter de este hombre joven nervioso y activo que fue corredor ciclista de carretera durante cinco años y que en la actualidad trabaja en una empresa de fabricación de pavimentos.

Un grupo de arruis formado por la madre y dos crías en la sierra del Maigmó.

¿Qué como es Moisés? A primera vista lo que más se nota es su desbordante energía, es extrovertido, inquieto y habla con un torrente de palabras a las que adorna con gestos y sonidos. Sus ojos abiertos y vivaces emiten una mirada atenta y perspicaz. Es un ser abierto a todo lo que le rodea, es, como esos animales astutos y sagaces que siempre están atentos a cualquier movimiento de su alrededor. Es por eso que su medio natural para expresarse a través de una cámara es la naturaleza. Allí, alejado del mundanal ruido encuentra su verdadero sitio, su hábitat, cerca de los animales que viven libres. Con ellos se fusiona y logra entrar en una comunicación, intensa y emotiva. Es un cara acara, limpio, perfecto, sin ambigüedades y carente de hipocresía, algo, por desgracia, tan habitual entre los humanos.

Ciervo, fotografiado en un coto de caza mayor de la Provincia.

Vean, si no, la bellísima fotografía de un ciervo realizada en un coto de caza del que no ha querido desvelar su nombre. Si se fijan parece que este animal, definido como tímido y miedoso, posa para él, tanto su mirada como su pata delantera están dirigidas hacia Moisés, parece como si le hubiese dado permiso para ser inmortalizado en una fotografía. Este bello y elegante ejemplar es un macho pues la hembra carece de cornamenta. El ciervo vive en solitario y es una especie marcadamente errática, pues raramente pasa más de un día en el mismo lugar, por lo que todavía tiene más mérito este documento gráfico digno de figurar en un libro de fauna y naturaleza salvajes.

Moisés, nos cuenta, con apasionada vehemencia las muchas dificultades por las que atraviesa para lograr captar la presencia de los animales salvajes, difícil afición que sin duda tiene su recompensa tras poner a prueba su paciencia y sobre todo su instinto.

Hacer la espera

En Cuenca ha estado en tres ocasiones y ha conseguido fotografiar alimoches, pero ha pasado frío y ha contado en su epidermis hasta 47 picotazos de pulgas. Pero las fotografías conseguidas, valen, según dice, todas las pulgas del mundo. En la sierra de Gredos se encuentra la mayor reserva de España de cabras montesas y allí se fueron su fiel amigo Jara y él a pasar unas vacaciones de Semana Santa. Estuvieron toda una mañana disparando diapositivas en color hasta que fatídicamente se dieron cuenta que no tenían carrete en la cámara. La situación se pudo subsanar porque al día siguiente volvieron a la misma zona, pero esta vez bien provistos de material fotográfico. Otro monte emblemático, el Mulhacén, ha sido también escenario de sus “batidas”. En Ávila fue a buscar cigüeñas y logró captar en su objetivo a dos de ellas haciendo el amor, curiosamente están encima de una chimenea con las alas muy abiertas, como si fueran dos acróbatas encima de un alambre. La foto es admirable.

Mochuelos.

 

En su colección privada con más de cinco mil fotografías, hay gaviotas, concretamente las que van asiduamente al vertedero municipal de basuras,no son temerosas y es fácil captarlas, y flamencos, a los que fotografió en las salinas de Santa Pola, al amanecer. Para conseguir estas sorprendentes imágenes que me va mostrando,es necesario como antes he mencionado, dos cosas: paciencia e intuición, pero además es imprescindible llevar un buen equipo fotográfico con una cámara silenciosa para evitar que el animal que se ha visualizado no huya asustado al escuchar el típico “clic”. Actualmente Moisés tiene una Nikon K-70 con una velocidad de obturación que permite tirar hasta cuatro fotografías por segundo.

Sale al monte habitualmente solo y permanece inmóvil dentro del improvisado escondite hecho de ramas y maleza, sin reloj, sin móvil. Casi sin respirar espera pacientemente en el más profundo silencio de la montaña que se acerquen los animales agrestes. Esto los cazadores lo llaman hacer la espera.

“A mí me gusta fotografiar animales en libertad porque crea un reto, al principio sentía tantas emociones que me temblaba el pulso cuando iba a disparar la cámara, ahora controlo mejor, pero lo que más satisfecho me deja, al margen de conseguir hacer fotografías, son las sensaciones que yo siento cuando estoy solo, es como un privilegio que nadie es capaz de entender en ese momento, algo que no se puede transmitir y que pertenecen a uno mismo. Cuando fotografié el águila real estuve más de siete horas dentro del escondite, con una botellita pequeña de agua y sin nada más para no hacer ningún ruido. Veía como entraba a su nido un conejo que parecía un muñeco de trapo, una serpiente o un pedazo de rama de pino. La hembra entró dos veces y el macho, una vez. En ese momento, se piensan mil cosas a la vez. Y cuando regresas a tu casa, te asalta un pensamiento “¿he visto lo que he visto?” Y pienso, esto es la felicidad de una persona. Es así, yo siento eso.”

Detrás de cada fotografía, late una historia distinta vivida con intensidad, con pasión y con humildad porque casi todas estas imágenes son desconocidas, solamente las han visto los amigos y la familia de Moisés. Personalmente, desconozco la calidad que tiene que tener una fotografía realizada en plena naturaleza, pero sí puedo decir que cuando vi las que me iba mostrando se me puso la carne de gallina. Capítulo aparte, se merecen unas simpáticas diapositivas de mochuelos captadas en un paraje de Petrer.

Fotografía de un pájaro carpintero, denominado Pico Real, en el paraje petrerense de L´Avaiol.

Nada menos que 35 especies distintas de este rapaz existen en todo el mundo; en nuestro país se les denomina mochuelo europeo o mochuelo común, pero hay nombres tan curiosos como el mochuelo excavador, el mochuelo peludo, el mochuelo gnomo o el mochuelo duende. Estas aves rapaces nocturnas miden entre 21 y 23 centímetros de longitud con una extensión máxima en las alas de 58 centímetros, su peso no supera los 180 gramos, se les puede encontrar en matorrales y olivares y tienen unos redondos y graciosos ojos amarillos muy parecidos a los del búho o la lechuza.

Moisés realizó cincuenta fotografías de una pareja de mochuelos con sus cuatro crías, totalmente mimetizadas con los tonos de colores del arbolado en donde se encontraban. La “estrella” es una cría, bostezando, resulta verdaderamente cómico pero a la vez sorprendente, otros dos están muy atentos, escuchan, según nos dice Moisés. el sonido de una moto sierra que en esos instante rompía el silencio y la quietud del monte. Las imágenes inéditas hasta el momento son extraordinarias y nos muestran escenas totalmente desconocidas de estas simpáticas aves rapaces que habitan en nuestros montes y que fueron sorprendidas una tarde por este cazador pacífico e inofensivo.

One thought on “El cazador fotográfico”

  1. Muy guapo el reportaje,soy amigo de Moises y lo conozco personalmente pero este reportaje nos da a conocer a un cazador fotografico innato,incansable y no para de darle al coco en los proximos proyectos fotograficos ,de eso doy fe,ademas es una gran persona.Saludos MOI….

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