Recientemente el Paisaje Protegido de la Serra del Maigmó i Serra del Sit ha iniciado una campaña de divulgación del valor beneficioso de las aves insectívoras, la mayoría de ellas pájaros que podemos ver todos los días. Dentro del proyecto “Volant per les serres del Maigmó i del Sit”, se han puesto en marcha unas jornadas de colocación de cajas-nido en distintos puntos del paisaje protegido. Con ello se pretende fomentar el respeto por las aves y su papel en la lucha biológica contra los insectos que podrían ser perjudiciales para la flora del lugar.
El concepto de “Lucha Biológica” (utilización de enemigos naturales en la lucha contra los insectos perjudiciales), se desarrolla tanto en la prevención de plagas como para la reducción de focos de insectos nocivos al arbolado.
Las aves insectívoras han sido uno de los grupos animales entomófagos (comedores de insectos) más estudiados. Algunas de estas aves, como los herrerillos, carboneros, trepadores, agateadores, colirrojos, papamoscas, etcétera, son trogloditas, es decir, utilizan los huecos naturales que se producen en el tronco y ramas gruesas de los árboles para nidificar y para protegerse de las inclemencias atmosféricas o de la acción depredadora de sus enemigos naturales. Al colocar las cajas-nido, les facilitamos, por tanto, la anidación.
La importancia de estas aves queda claramente reflejada al estudiar los estómagos de Páridos (familias de los carboneros, herrerillos, etc.), en los que se han hallado grandes cantidades de orugas de Thaumetopoea pityocampa (Procesionaria del pino) en sus primeros estadios, muy frecuentes en los insectívoros estudiados en otoño-invierno. Se ha llegado a estimar que la cantidad de insectos consumidos por una pareja de estos pájaros en un año puede ser hasta de 5 kg (Atlegrim, 1989; Marquis & Whelan, 1994; Sanz, 2001).
Estos resultados son demostrativos de la utilidad de estas aves en el mantenimiento del equilibrio biológico natural en el monte, lo que justifica por sí mismo la colocación de nidales artificiales en masas arboladas, como en este caso, en pinares de Pinus halepensis. Estos nidales suplen con éxito la carencia de huecos naturales, lográndose así un incremento generalizado en las poblaciones de aves insectívoras y su estabilidad y permanencia en el ecosistema forestal, con el consiguiente beneficio que ello representa en la lucha contra insectos nocivos.
Para la construcción de parte de las cajas-nido se ha contado con la colaboración de los alumnos de la Escuela-Taller Monte Coto, de Monòver, que también han participado en la colocación de los nidales.
En total, gracias a la colaboración de esta escuela taller y a un buen grupo de voluntarios, se han colocado 34 cajas-nido distribuidas entre el Racó del Xoli y Els Xaparrals. El próximo invierno se procederá a la revisión de los nidales, actuación que se repetirá anualmente, y que nos proporcionará información sobre el éxito de esta medida.
Enhorabuena por esta actuación con visión de futuro y abierta al voluntariado, me parece una propuesta excelente.