Al Partido Popular de Petrer parece molestarle que la oposición cumpla con su labor de fiscalización de la acción de gobierno municipal. En lugar de defender con argumentos su gestión de forma “transparente” se dedica a actuar como oposición de la oposición de una manera burda y opaca, abusando de un victimismo hipócrita y lanzando juicios de valor descalificatorios por el hecho de tener que “sufrir” las críticas de la oposición municipal. Y parece que le molesta esa fiscalización política porque no han terminado de asumir la crítica como algo intrínseco al debate democrático y derivan, en consecuencia, a repetir el mismo discurso demagógico que han aprendido como respuesta.
La situación de grave crisis del sistema económico arrastra, necesariamente, a una crisis política cuya salida aún no somos capaces de vislumbrar. Sin embargo, ya advertimos cómo conceptos como el de soberanía nacional ha quedado vacío de contenido, si no lo estaba ya. La sumisión a un poder omnímodo superior, los mal llamados “mercados”, hace palidecer de envidia a la propia Iglesia. Otros derechos reflejados en el articulado de la Constitución del 78, como el derecho al trabajo o a la vivienda, aparecen como papel mojado, como meras figuras retóricas cuya falta de aplicación real no hace sino alimentar la frustración de amplias capas de la población. Pero esto no tiene nada que ver con el patriotismo. Según nos vienen aleccionando últimamente, el patriotismo tiene más que ver con la defensa de los intereses de las multinacionales en la saqueada América Latina y cuyos beneficios fluyen plácidamente a los paraísos fiscales. Esperemos que esa vena patriótica no se hinche demasiado y acabe reventando.
El sistema judicial, parece ser, tampoco está aislado de su contexto histórico y político. Una y otra vez queda cuestionada la presunta independencia del poder judicial, con honrosas excepciones, cuando se lanza una mirada de conjunto a su funcionamiento. Su carácter, no ya conservador sino abiertamente reaccionario, lo consagra directamente como heredero del aparato judicial franquista que el PP parece añorar sin motivo aparente, pues del aluvión de juicios por corrupción que le han afectado en los últimos años ha salido más que bien parado, incluso sin asumir apenas responsabilidades políticas.
No es de extrañar, por tanto, que con el oportunismo característico del estilo de gobierno del PP, en Petrer se eleve a categoría de palabra divina la sentencia que desestima los recursos presentados por PSOE y EU al contrato firmado entre Ayuntamiento y Aguas de Alicante en 2009. Sin entrar en valoraciones sobre la sentencia, resulta asombrosa la desfachatez con que se arremete contra la oposición municipal y se le descalifica precisamente por realizar su labor de control democrático de la acción de gobierno municipal. Desfachatez que sube aún más de nivel cuando los portavoces del PP local intentan manipular a los técnicos municipales, cuya honorabilidad nadie ha cuestionado y se supone que ellos mismos sabrían defender.
A pesar de que estamos acostumbrados a padecer este estilo propagandístico del PP, no deja de resultar paradójico que sus portavoces en Petrer exijan disculpas a la oposición municipal cuando su exceso de celo les ha llevado en más de una ocasión a adoptar actitudes abiertamente despectivas y con cierto tufo a venganza personal, tanto en Plenos como ante los medios de comunicación.
No somos conscientes de que el PP haya pedido alguna vez disculpas públicamente. Sí hemos advertido ofensas, sobre todo a la inteligencia de los ciudadanos. Y ésta ha sido la última.