Llamada para el muerto
John Le Carré
DeBolsillo
Retrato de un espía
“George Smiley esta destinado a ser hasta el final un perdedor”
Carlos Pujol
La relación entre el cine y la literatura es por todos de sobra conocida. Mucho se ha escrito sobre ella y el abanico de conexiones que se pueden establecer es inmenso. La más conocida sea quizá la conversión de la obra literaria en producto cinematográfico, lo que se conoce como adaptación.
Una actividad que despierta los recelos de aquellos amantes de la literatura que observan como un intruso reconvierte lo ya creado para producir otra cosa, totalmente distinta, un producto que en nada tiene que ver con el original (evidentemente en la forma) y que en mayor o menor medida tendrá que ver con el estilo y la trama original.
La discusión sobre la originalidad de las adaptaciones no es lo que aquí me ocupa. El aspecto sobre el cual me gustaría tratar es ese proceso a la inversa que se produce cuando el espectador se siente atraído por una historia que ve en pantalla, y tal es su atracción que se lanza al germen original para conocerla mejor: la novela que dio lugar a la película.
El personaje
En este caso, ese proceso se ha producido no con una historia, si no con un personaje.
El pasado lunes el actor británico Gary Oldman se hacia con una nominación a los Oscars 2012 por su papel protagonista en ‘El Topo’ de Tomas Alfredson (Tinker, Tailor, Soldier, Spy). Un trabajo en el que encarna al agente del MI6, George Smiley.
‘El topo’ es una adaptación de la novela homónima escrita por uno de los maestros de la novela de espionaje: John Le Carré.
Esta novela es en concreto la tercera de un total de cinco, en las que George Smiley es el protagonista.
El interés que despertó en mí el personaje de George Smiley es tal vez más grande que la propia historia, y por tanto, sin haber leído nunca una obra de Le Carré, me lance a las páginas no de ‘El topo’, si no de ‘Llamada para el muerto’, la primera de las entregas en las que George Smiley es el centro de la trama y por tanto la carta de presentación de un personaje más que interesante.
El mundo Smiley
George Smiley es un hombre frío, callado, ya entrado en edad madura y no atractivo precisamente. La descripción del personaje protagonista encaja perfectamente con el mundo que le rodea. Si bien el mundo del espionaje es intenso, John Le Carré crea un ecosistema tintado de grises para retratar el entramado del sistema británico en la década de los 50.
Le Carré emplea las primeras páginas para contar la historia de su protagonista. El narrador viaja años atrás para contar la introducción más o menos accidental de Smiley en el espionaje a servicio de su Majestad y el posterior desarrollo de su carrera. Una carrera calmada, con algún que otro altibajo y un peligro más o menos latente. Nada de persecuciones, ni amenazas, ni desapariciones, ¿qué nos creemos el resto de los mortales que es el espionaje real?
La vida de George Smiley es en cierta medida aburrida y el retrato de su intimidad atractivo hasta cierto punto. George Smiley no es James Bond.
El autor sabe que el lector se siente un tanto decepcionado por los tecnicismos y la falta de intensidad en un inicio adornado con ligeros toques de ironía. No sufras lector, por algo Jonh Le Carre es una de las figuras emblemáticas de la novela de suspense.
Novela de espías
La muerte de un compañero del Foreign Office producida tras una entrevista con Smiley es el punto de partida para una trama en la que si que vemos a un verdadero espía en acción. Aportar más datos sobre la investigación sería arruinar una buena novela de suspense, si bien no de las mejores. Lo que si que hace Le Carré es sentar las bases para el desarrollo de un personaje fundamental para la literatura del género.
A lo largo de la trama conocemos nuevos datos de la personalidad de Smiley y dejamos a un lado las decepciones iniciales. Smiley ha sido espía durante décadas, ¿acaso el lector pensaba que no había tenido una vida intensa digna de un espía del Servicio Secreto Británico?
‘Llamada para el muerto’ introduce al lector en el entorno de George Smiley, pero ni mucho menos le permite conocerlo. Le Carré deja abierta una puerta a la continuidad en las siguientes entregas de la saga.
Lectura fácil, rápida, ligera y recomendada especialmente a aquellos los amantes de lo británico y la época dorada del espionaje: la guerra fría.