El pasado viernes 19, con puntualidad, comenzaron las conferencias del I Encuentro sobre el río Vinálopó en el Salón de Acto del Museo del Calzado de Elda. Con un buen ambiente, y una asistencia que superó las previsiones de los organizadores (teniendo en cuenta el bochorno que hacía a la hora de inicio, las seis de la tarde), en torno a las 70 personas, inició el ciclo Carlos de Aguilera, que a sus casi ochenta y dos años bien llevados, y ocurrente como siempre, nos habló de la filosofía de su entrañable amigo y luego “mi jefe” Félix Rodríguez de la Fuente.

Nos explicó con maestría los conocidos ‘Escalones de Félix’: la curiosidad por conocer, la pasión por aprender y el tercero y más importante, divulgar lo aprendido, dar a conocer la cultura.De acuerdo con la frase de Félix, que hace suya, ”la mejor ocupación del hombre es adquirir cultura para divulgarla”, por lo que ”la cultura tiene que llegar a la gente y esta reunión es cultura y sirve para mejorar a la sociedad”. Y yaentrando en el tema del Encuentro, el río Vinalopó, Carlos recalcó la importancia de la política en estos temas y por ende de ‘don dinero’, así que consideró muy acertada la estrategia de los organizadores, que no es otra que la unión de todos los ayuntamientos, sin color político, en la conservación del río.

A las preguntas inevitables del “alma”del encuentro, Javier Martínez, sobre la conveniencia técnica de proteger con la figura de parque natural todo el cauce del Vinalopó, Carlos lo consideró factible, siempre que se empiece por realizar un estudio serio del río, porque “no conocemos bien su aforo, cuánta agua lleva e incluso donde está, pues aparece y desaparece”. El veterano ecologista, uno de los miembros fundadores de Adena, expuso que “si no está suficientemente estudiado, sobre todo hay que conseguir, con la presión de actos culturales como el de hoy, que cada Ayuntamiento se responsabilice de conocer y estudiar su parte de río, los de arriba y los de abajo, porque no pueden ser actuaciones aisladas e intermedias”.

A continuación, sin apenas tregua, el joven biólogo y reputado entomólogo, David Llopis Barceló, nos acercó al mundo de los insectos del Pantano. Una conferencia de alto nivel, que, con tintes de humor ( “los insectos no son sólo esos bichos que vemos y decimos: ¡aaaahh, que me pica!”), fue desgranando el poco interés que tenemos en ellos, calculando que si se han descubierto 9’5 millones, “todavía deben quedar 3 veces más, 30 millones, por descubrir y catalogar”.

“Los insectos”, continúo David, “son muy importantes porque interactúan con los demás seres vivos, sobre todo con las plantas y los pájaros”. Habiendo destacado su importancia y su papel, David, como hiciera antes Carlos, también abogó por conocerlos para poder preservarlos. El biólogo ha estudiado a los insectos del Pantano valiéndose de un muestreo que realizó con cajas trampa para estos animales, y detectó una gran cantidad y variedad de los mismos, que expuso a continuación. Entre los más importantes que tenemos en el Pantano están: erodius parvus (se entierra en la arena), paratriodonta alicantina (en peligro), pimelia baetica, blaps lusitania, akis discoidea, brachycerus, scaurus rugulosus y scaurus punctatus, ácaro aterciopelado, hormiga león (de la cual nos explicó su complejo ciclo biológico, con la construcción del conocido embudo de caza), timarcha espagnoli (curioso por el liquido rojo que despide por la nariz, si se le ataca), colémbolos (insectos saltarines), oxhythirea funesta, luciérnaga…

A la pregunta de rigor de Javier, sobre la conveniencia de declarar el cauce del río como Parque Natural, también en función de la importancia de los insectos que lo pueblan, David nos explicó no sólo la conveniencia sino la necesidad, debido “al extremo peligro de desaparición de algunas especies, sobre todo de las que viven en arenales de interior”, uno de los cuales, de reducido tamaño, se encuentra en las inmediaciones del Pantano.

Y ya para acabar el primer día de conferencias, Carlos Monzó, biólogo del Ayuntamiento de Pinoso, nos habló del fartet. Enseguida conectó con el auditorio, al explicar que “el fartet, ese pececillo tan insignificante, es el lince de nuestro río”.

El Fartet (aphanius ibericus) se encuentra en un grave peligro de desaparición en el río Vinalopó, debido sobre todo a la destrucción y alteración de su hábitat. Esto viene originado por la desecación y colmatación de las zonas húmedas, la contaminación de las aguas con residuos industriales, urbanos y agrícolas, y por la sobreexplotación de acuíferos, que causan la bajada del nivel freático de las aguas, evitando su surgencia por las canalizaciones (al fartet le gusta la vegetación espesa). Otro factor muy importante que contribuye a ese peligro real de extinción de la especie es la introducción en los ríos y balsas de riego de especies exóticas como la carpa, la gambusia y el blas-bass.

Proponiendo soluciones, Monzó desgranó el proceso de restauración llevado a cabo en Pinoso de un acuífero, con restauración de acequias y de dos grandes balsas, en la que la especie se han aclimatado a la perfección y se están reproduciendo magníficamente. Pinoso se está convirtiendo en la zona de “referencia” en lo que al Fartet se refiere, su apuesta por la “Puesta en valor” del famoso pececillo le está reportando al Ayuntamiento de Pinoso y al pueblo en general importantes beneficios que se traducen en ayudas y subvenciones para su cuidado y conservación.

Respecto a la declaración de cauce del Vinalopó como Parque Natural, lo estimó totalmente conveniente, y “si conseguimos que el aphanius (‘el invisible’) vuelva a poblar el río, sería casi segura su declaración”, tal es la importancia del diminuto pececillo.