Pascualico, el “Cartero”. Atleta de la montaña. Poseedor de excelentes condiciones físicas que exhibía alegremente. Conocedor, con detalle, de la ortografía de nuestro término, de sus sendas, collados, ramblas y cortados, llanos y cimas. Consumado andarín ( “correcaminos”), experto en velocidad y argulloso de sí mismo y de su potencial. Fiel y constante, asistió a las Marchas Nacionales de Veteranos, en las que últimamente se le veía en compañía de otro destacado veterano, Helios Villaplana. Comparece en marchas y actividades regionales, provinciales y locales. Galardonado, a lo largo de su intensa vida montañera, por Federaciones: nacional, regional, provincial, así como clubes y asociaciones.
“De casta le viene al galgo”. Su padre, Pascual, el Cartero, en su época, único en Petrer, repartía el correo en todo el término, con su babatel, gorra y cartera en banderola, y que tan triste, trágico y lamentable fin tuvo, y precisamente en carretera y trabajando.
Buena persona, servicial, amigo de todos, ferviente comparsista (marinos), y amante de todas las tradiciones locales. Triste final, enfermo, incapacitado para realizar sus caminatas, que adoraba y le enaltecían.
Don Quijote, “su descanso era el batallar”, creo que Pascual su descanso será su caminar por los espacios siderales.
Un montañero como no había dos, alguien fuera de lo común. Con 84 años todavía se lo veía por las cimas de nuestros montes. Descanse en paz.
Les muntanyes mai més tornaràn a ésser iguals sense tú
Quan arribes al Cel, fes-nos un lloc a qualque raconet
FINS A SEMPRE, AMIC DE MUNTANYA