Es fácil advertir el porqué cautivó a nuestros pretéritos cuando la ves: está a lo alto, suspendida a veinte metros de una rama de pino, contrastando con el erguido árbol su tono de hoja amarillo verdoso y sus bayas traslúcidas, a veces con matices dorados. Contemplar una planta de muérdago bajo la tenue luz del amanecer refuerza ese halo mágico que los pueblos antiguos enseguida reconocieron. Durante siglos, fue objeto de gran veneración, una suerte de remedio universal: los celtas, por ejemplo, le atribuían poderes mágicos relacionados con la fertilidad y el amor, y era muérdago lo lo que reunían los galos en torno a las encinas bajo el sacerdocio de los druidas.
El muérdago pertenece a un grupo de plantas vasculares, con flores que parasitan el tallo de árboles y arbustos, y que crece preferentemente en las ramas de encinas, pinos y robles. Otro rasgo de su singularidad, que alimentó su leyenda, es que lo multiplican los pájaros, que se frotan contra las ramas y pegan las semillas. Lo más notable, no obstante, es que a su apariencia y naturaleza excepcional suma en, efecto, propiedades medicinales reales: es diurética e hipotensora y se ha usado en muchas terapias contra el cáncer. Son razones de peso, pues, para viajar 500 kilómetros y encaramarse a las copas de pinos de treinta metros, o al menos lo son para una colectivo local, la Asociación de Amigos del Valle de L’Avaiol, que los ha recogido en altura en lo profundo de la sierra conquense. Los ha recogido, los ha traído a la localidad y ahora, como forma de financiación -el año pasado editaron un precioso calendario, y si no juzguen ustedes– de sus actividades medioambientales, los va a ofrecer a los vecinos.
La aventura de su recolección
Antes de encaramarse a los pinos más altos del lugar (“prácticamente en la copa de los árboles tienes que ir a buscarlos, los que crecen más abajo los devoran los distintos animales, en el caso de esta zona es cosa de los ciervos, que plantándose se levantan más de dos metros”), ya habían recibido la autorización del Servicio del Medio Natural de la Junta de Castilla La Mancha para recoger un estéreo (unidad de medida equivalente a un metro cúbico) con fines comerciales. Es Javier Martínez Orgilés quien habla, que ha encabezado la expedición de la asociación.
Javier, gerente de la empresa Savia especializada en la poda en altura, ya fue, en 2004, hace ahora una década, el primero en traerlo a la población. “Teníamos la idea de hacerlo lo más natural posible. Por ello, nos instalamos en unas cabañas antiguas de la Mesta, que carecían de agua y luz, pero adecuadas para dormir si tenías la suficiente leña”, nos cuenta. Con los correspondientes permisos, hasta cien kilos acababan en ceniza cada noche, como única forma eficaz de combatir el gélido frío que llevaba los termómetros hasta menos quince grados. “Nos levantábamos a las seis, y al salir el sol, si el día surgía raso, ya empezábamos a movernos. Lo esencial es seleccionar: primero la zona, luego los mejores ejemplares de árbol dentro de la zona y luego el equipo a usar”.
Decisión esta última nada trivial, ya que había que subir una media de 20 metros (aunque llegaron a subir en alguna ocasión a más de 30) a pulso (los árboles eran muy lisos) y con el tronco congelado. Javier diseñó un equipo especial, sobre todo en lo referente al calzado, usando unos tacos que le permitían clavarse y coger agarre, pero que eran muy pequeños para no hacer incisiones severas en los árboles. Esta exquisita sensibilidad medioambiental, estas ganas de trabajar de buena lid, marca personal y de la asociación, impresionó al guardia forestal que les habían enviado desde la Junta de Castilla La Mancha, “la única persona que vimos en toda la semana. Y bueno, una vez ahí arriba, tanto yo como Pablo atábamos los ramilletes cuidadosamente seleccionados a una cuerda y Nacho los iba recogiendo, almacenando y guardando. Fieles a la costumbre, no permitíamos que cayese al suelo”.
Desde la Asociación, cuentan, estarán enseñando y ofreciendo el muérdago recolectado en la Feria de Navidad del comercio local que se celebrará este puente de diciembre -sábado, domingo y lunes- en el parking de la estación de autobuses, y en el que estarán acompañando a otros sesenta comercios y asociaciones. «Las expectativas de venta son buenas, óptimas, pero yo me quedo también con los buitres que nos sobrevolaban por la mañana y luego otra vez por la tarde, con la tranquilidad, con los sonidos y las vistas del paisaje. Siempre es eso un poco también lo que nos mueve, la magia del lugar, de la que ahora nos hemos traído un poco de vuelta”. El ‘muérdago de la suerte’ -como lo han bautizado- vale a dos euros unidad -1,5 a partir de 20 unidades- y los interesados pueden comprarlos y solicitar más información también en el email asociacionamigoslavaiol@yahoo.es o al número de teléfono 671-960-102.
Un beso bajo muérdago, amor eterno
Presente en el mundo y la cultura griega, romana, escandinava, celta y cristiana, el muérdago, hoy colgado sobre nuestras puertas o adornando el árbol de Navidad, ha sido objeto de innumerables mitos. De las más famosas es el beso del amor eterno, proveniente de la mitología escandinava.
En ella, Balder, Dios de la paz y figura central de esta mitología, considerado el Apolo Nórdico, sufre las malvadas maquinaciones de Loki que, enterado de que su madre había olvidado el muérdago en la conjura que había hecho de todos los elementos de la naturaleza para que no hicieran daño a su hijo, indujo al ciego Hodur a que disparara contra Balder una jabalina hecha con este arbusto. El arma atravesó el corazón del dios, que murió en el acto. El resto de los dioses, conmovidos por los lloros de su amada, decidieron restituirle la vida para que continuaran eternamente con su amor. Por ello, en tributo a esta pasión sin fin, Balder ordenó que cada vez que una pareja enamorada pasase por debajo de una rama de muérdago un beso perpetuaría su amor.
Felicidades y gracias por traer el Muérdago a el Valle. Un buen regalo para estas fechas.
Sois unos cracks
¡Que bonito! Cuanto me hubiera gustado poder tener la experiencia de recoger muerdago. Es muy curioso como se hace.
Pero será un placer acercarme a la feria para comprarlo y así regalar a toda mi familia, porque sea dicho de paso no está nada mal el precio y con los tiempos que corren ¡quien no se lo puede permitir!
Enhorabuena por acercarnos el muerdago a Petrer.
Gracias amigos del L´avaiol.
Yo he participado de la recogida del muérdago y puedo decir que es una pasada, como se arriesga Javier subiendo a esa altura.
Pero tiene que ser así pues el muérdago no está ni en el cielo ni en la tierra tal como se dice en el reportaje ni debe tocar el suelo.
Es un trabajo muy laborioso.
Espero que se anime todo el mundo a acercarse a la feria y compre al menos un ramillete para tener amor y suerte.