* Nota: Artículo publicado en la revista Alborada nº 45, 2001 -dossier mundo de la moto-. En la tienda web de Libros del Vinalopó pueden encontrar y adquirir toda clase de publicaciones locales hoy descatalogadas.
Como en otros muchos lugares de España, hablar de motos en Elda, no ya de carreras, sino simplemente de verlas circular por las calles, es remitirse a los años 50 porque en los 40 «aquí no había nada, podría haber una moto y tres o cuatro coches a pedales», según recuerda Roberto González quien, con su socio Artemio Albero, fueron los dos pilotos locales que más proyección tuvieron en las legendarias carreras que se organizaron en el circuito urbano de Padre Manjón desde 1956 a 1967. «Aquí la afición a las motos la sacamos Artemio y yo», dice Roberto González, «porque nos hicimos con una Norton de cinco caballos que cambiamos por zapatos a uno de Valencia, ya que teníamos un tallerico. Era una moto de la guerra porque entonces no se podían comprar motos extranjeras».
En aquellos primeros años de la década de los cincuenta comenzó a formarse en Elda un grupo de aficionados a las motos que, poco más tarde se aglutinarían en el Motoclub de la calle Cervantes, que se constituyó en marzo de 1954. Hay una anécdota que Roberto cuenta no sin cierta sorna y que remite a la primera carrera de motos que se organizó, el precedente de las que luego se harían, «que salió de la Plaza Castelar y que bajaba por Martínez Anido (hoy Juan Carlos I) para coger la calle General Varela (hoy Antonino Vera). Pero al llegar al cruce, los corredores, Beloto, Batllés y unos cuantos aficionados más que tenían moto, no respetaron el circuito y tiró todo el mundo para abajo. Y el alcalde de entonces, José Martínez González, la suspendió». Poco tiempo después de aquello, el Motoclub comenzó a organizar carreras en toda regla. Las dos primeras fueron tipo rallye Elda-Villena-Elda, pero, a partir de 1958 comenzaron a disputarse en el circuito urbano de Padre Manjón «Eran carreras de aficionados, aunque venían pilotos de todas partes: de Valencia, de Murcia… y algunas carreras eran también puntuables para el campeonato de España». Entonces se podía correr prácticamente con cualquier moto, según puntualiza Roberto González: «La cilindrada oficial era 125 cc. pero entonces no se metían si llevabas un motor de 150 cc. Lo podías llevar trucado porque entonces todo era afición».
Sabemos por la investigación de Antonio Juan que del Gran Premio «Ayuntamiento de Elda», que así se denominaba la prueba, se realizaron una docena de ediciones, la última de ellas, en 1967, ya en el circuito de la Gran Avenida. Era una carrera que se organizaba siempre con motivo de las Fiestas Mayores y se convertía en una gran fiesta en la que se congregaba todo el pueblo y se cerraba todo el centro urbano. Con ligeras variantes el circuito lo formaban las calles Padre Manjón, Antonino Vera, Hilarión Eslava, San José (en algunas ediciones se llegaba hasta la Avenida de Chapí o se invirtió el sentido del recorrido en otras) y de nuevo subida por Padre Manjón. Los boxes estaban situados en el interior del colegio.
De todos los corredores locales que tomaron parteen aquellas carreras, los que mejores resultados consiguieron fueron Artemio Albero y Roberto González,que además se hicieron con la representación de Bultaco a finales de los años 50. «Yo no he sido un gran corredor», reconoce Roberto González, «gané en total 800 ptas. y dos copas, pero ese ambiente me entusiasmaba. Siempre costaba dinero correr, pero satisfacía». Respecto a quién era mejor, si Artemio o él, Roberto González no escabulle la pregunta: «Unas veces ganaba mi socio y otras veces ganaba yo, lo que pasa es que yo daba menos imagen, porque me gustaba pasar más desapercibido». En cualquier caso, la afición era lo que les motivaba a correr a ambos, no sólo en Elda, sino en otras carreras en Cartagena, en Cieza, en Villena, en Alicante… «La última carrera que corrí en Elda fue en 1960. Éramos 28 corredores y se hicieron dos mangas. En la primera me clasifiqué y luego quedé segundo por culpa mía. Tenía a todo el pueblo aclamándome pero me puse nervioso. Iba con una moto a la que le tenía que quitar gas porque me sobraba moto». Esta circunstancia, la cortedad del circuito y su peligrosidad hizo que algunos de los grandes corredores españoles de la época como el catalán Ramón Torras no llegaran a correr. Curiosamente, Torras se mató dos semanas después de estar en Elda disputando una carrera en Comarruga, también en un circuito urbano.
En la desaparición del Gran Premio«Ayuntamiento de Elda» en Padre Manjón influyeron varias circunstancias, como se cuenta en otro apartado de este trabajo, pero para Roberto González hubo dos causas principales: «El que las motos daban cada día más y el circuito se quedaba pequeño y porque el Motoclub se hizo para las motos y los aficionados a las motos y a ésos se les dio la espalda. Dijeron: aquí hay unos cuantos, pues que se dediquen a ello. Y nosotros no podíamos porque había que estar pendiente de un montón de cosas y además valía mucho dinero». Pero para la leyenda quedan grandes nombres del motociclismo español de la época, muchos de ellos campeones de España, que recorrieron con sus motos el asfalto de Padre Manjón. Nombres como los alicantinos José Medrano y Ramiro Blanco, los hermanos Sirera, el cartagenero Pedro Cegarra, el catalán José Mª Busquets o el mismísimo Ángel Nieto al comienzo de su carrera deportiva. Otros nombres míticos del motociclismo español como Ricardo Tormo, Benjamín Grau o Jorge Martínez «Aspar», también corrieron después en Elda, aunque mucho más tarde y en otro circuito urbano, el de San Francisco de Sales, donde se disputaron dos carreras a principio de los años 80 con el mismo espíritu que las anteriores en Padre Manjón, aunque la cosa no llegó a cuajar.
Roberto González, que cuenta ahora con 65 años, sigue apasionándose con las motos, aunque sólo sea en el recuerdo. «Yo he sido una enamorado de las motos y de las carreras. He ido a Barcelona y a Madrid en moto a ver las carreras. He tenido motos de todas las marcas. Yo cada año estrenaba una moto porque las vendía. A mí me regaló una moto la casa Bultaco que estaba preparada para correr el campeonato de España, que no corrí porque ya tenía dos hijos. Cuando corría, mi mujer me decía todas las verdades del mundo y reconozco que las carreras han sido un riesgo inútil y me podía haber quedado en una silla de ruedas, aunque nunca me caí». Y la única vez que se cayó, fue sonada: «Fue una noche en un desafío, enfrente de Santa Ana, que entonces era una calle de tierra. Estábamos toda la peña y de ahí salían los desafíos.Una noche subimos hacia arriba y nos encontramos con el alcalde y el teniente de la Guardia Civil.No paramos y se tuvieron que apartar. Al día siguiente nos llamaron al cuartel y no nos quitaron el carnet de milagro».
Aquellos tiempos heroicos en los que, como define tan bien Antonio Mañas, otro pionero, «el que tenía una moto era capitán general», fueron evolucionando al compás del nivel de vida que, poco a poco permitió la generalización de la moto en muchos hogares. Roberto González y Artemio Albero cogieron la representación de Bultaco a finales de los años 50. «Aquella representación fue muy buena. Se vendían muchas motos en las tres cilindradas-modelos que había, a pesar de los precios, respetables para la época, aunque nada comparado con lo que cuestan hoy. «Había motos de 18.000, 22.000 y 27.000 ptas. La supermetralla de Bultaco llevaba cinco velocidades, andaba mucho, era una señora moto y de ésas se fabricaban 30».
Pero el declive en la venta de motos comenzó cuando irrumpió el 600, «porque en la moto no podías llevar a la mujer ni a la suegra y un 600 valía 62.000 ó 64.000 ptas. documentado. La consecuencia es que Bultaco desapareció y a Montesa le paso casi igual».
Lo habitual en aquella época era comprarla a plazos y firmando letras. «En la venta de una moto se cargaba el 1% mensual desde la primera letra, que significa el 24% sobre su coste, un robo. Mientras tuve que valerme de las financieras no gané un duro. Luego ya negociaba directamente el papel con el banco, que me cobraba el 4% y ahí es donde gané dinero, más que con la fábrica». Además de Bultaco, se vendieron muchas Montesas y muchas Ossasy, en el caso concreto de Bultaco, la sociedad-Albero-González vendió muchas motos por toda la comarca. Roberto González guarda buen recuerdo de sus clientes de Petrel, de Monóvar o Pinoso, pero no tanto de los morosos de Villena «y de Elda, al 50%.». Estamos hablando de las motos que se compraban para correr, otra cosa era el excursionismo, que entonces estaba monopolizado por las Vespas y Lambrettas,«que era una cosa con mucha armonía y más de matrimonios, que salían de excursión a pasar el día. Nosotros no, nosotros salíamos a correr, a disfrutar de la velocidad y había bastantes accidentes».
La sociedad de Roberto González con Artemio Albero vendía, además de motos, frigoríficos y también tenía una fábrica de calzado, pero se deshizo después de 25 años, «lo que quiere decir que nos llevábamos muy bien. Y es que fueron muchos años de amistad, desde los 6 ó 7 años en que empezamos a ir juntos a la escuela de la Fraternidad. Había una amistad tremenda y nos llevábamos muy bien». El fin de la sociedad vino «porque cuando la familia se va ampliando empiezan a haber demasiados dueños. Así que yo le di un dinero y me quedé con el negocio».
Además de los recuerdos y las viejas imágenes que resumen su carrera de piloto, muchas de ellas utilizadas en este trabajo, a Roberto González también le da satisfacción el hecho de que uno de sus nietos haya seguido su pasos. «Es José Francisco Moreno González, ‘El Nani’, tiene 18 años y correen scooter». Lo cita con orgullo y también con un cierto desencanto porque, «aunque ahora están intentando hacer un motoclub, es una pena que aquí no pueda haber un circuito».
Que tiempos aquellos en todas las fiestas avía carreras yo empece a trabajar en la mecánica con 12 o 13 años ya venia de trabajar en el campo empece en un servicio Bultaco aquellas discusiones de mi moto anda mas que la tuya bueno os dejo saludos