Con el 70% de la población vacunada y una situación sanitaria que mejora cada día, es hora de permitir que la fiesta pueda continuar.
Desde la UNDEF, queremos empezar este escrito dando la más sincera y fraternal enhorabuena a todo el mundo fallero por el éxito que han tenido los actos que han podido llevar a cabo y que han significado un principio de “volver a la normalidad” de las Fallas. El ambiente de responsabilidad cívica en que han transcurrido y han puesto de manifiesto que la fiesta es un evento cultural de primera magnitud. El mundo nos ha mirado con lupa y hemos respondido de manera brillante.
Concluidos los actos falleros, es imperativamente necesario hablar, ahora y sin demora, de nuestra gran fiesta, la fiesta de Moros y Cristianos, y sobre todo exigir a las autoridades sanitarias, que nos den una explicación lógica y coherente de las diferencias entre los actos falleros realizados y los actos de Moros y Cristianos no permitidos. Qué diferencia hay entre una mascletà o despertà y una disparada de arcabucería, qué diferencia hay entre un pasacalle fallero y una entrada de moros y cristianos con todas las medidas de Seguridad anticovid o de una diana, qué diferencia hay entre la ofrenda a la Mare de Déu y la ofrenda al patrón de cada pueblo. ¿Acaso es la aglomeración de gente? o ¿el toque de queda?
Las fallas se tenían que quemar para renovar los monumentos que llevaban más de año y medio guardados en el desván de la feria de muestras, y empezar de nuevo a poner en marcha la industria fallera. Pero qué pasa con la industria y artesanía de la fiesta de Moros y Cristianos, cuya maquinaria se encuentra oxidada, ahora toca engrasar los engranajes y ponerla en marcha, sin demora. Toca continuar insistiendo a las autoridades que es necesario que autoricen la realización de actos de fiestas de Moros y Cristianos en todas aquellas localidades que así lo soliciten. Durante toda la pandemia, el mundo de la fiesta ha sido obediente y respetuoso con las normas, acatando todo aquello que han decidido los gobiernos y haciendo propuestas viables: la responsabilidad ha sido nuestra bandera tanto de manera interna cómo en los medios de comunicación. Siempre hemos creído que hacía falta arrimar el hombro porque todo pudiera ir bien. Y desde esa perspectiva hemos trabajado. Pero en estos momentos, con la situación sanitaria en mejora constante, consideramos totalmente imprescindible recuperar la celebración de nuestras fiestas, que llevan paralizadas desde hace más de año y medio.
No tendría que hacer falta recordar el gran impacto cultural, turístico, económico y emocional que tienen todas las manifestaciones festivas. Concretamente, la UNDEF contamos con 89 poblaciones federadas y más de 120.000 festeros y festeras. Nuestros actos fiesteros incluyen desfiles, entradas, embajadas, desembarcos, ofrendas, procesiones, conciertos, representaciones teatrales y un larguísimo etcétera. En nuestras actividades se ven involucradas innumerables bandas de música, dulzainas y tabals, grupos de percusión, diseño y realización de indumentaria y sastrería, orfebrería y joyería, peluquería y maquillaje, ballets profesionales y amateurs, cuadras de caballos, talleres de creación de carrozas y estandartes, elaboración y mantenimiento de arcabucería, pirotecnia y pólvora, entoldados, empresas de alquiler de sillas y escenarios, cáterin y restauración… El impacto económico de las fiestas de Moros y Cristianos es fundamental en muchas de nuestras comarcas y, con la pandemia y la falta de ayudas, ese tejido industrial, artesano y cultural ha sufrido una crisis que, por desgracia, será irrecuperable en algunos casos. La situación del sector es dramática y necesita una respuesta urgente por parte de la administración. Es preciso que la rueda empiece a moverse de nuevo sin esperar más. Como dice el dicho popular: o todos moros, o todos cristianos.
¡Viva la Fiesta de Moros y Cristianos!
Firmado – Junta Directiva de UNDEF