EL NIÑO HISTORIADOR CON TEA
Él ordenaba los destornilladores
del aula de tecnología
(por tamaño y colores)
de espaldas a mí,
mientras yo le preguntaba
acontecimientos históricos.
Respondió con una exactitud aséptica
y yo temblé por dentro…
Si con once años entendiese la grandeza
que reside en su pureza
como una virtud de luz
ante un nosotros en escala de grises
sin entrañas…
Si supiese que el frío de un martes
a las cinco de la tarde
aireó mis lágrimas
(por el fracaso de un oficio y su ideal) …
le hubiese pedido un abrazo
para romperme a llorar
sin consuelo
dentro de su espectro