Anoche, alrededor de las ocho y media, el vigilante del parque El Campet avisa a la Policía Local de la existencia de varios jóvenes tirando naranjas en el interior del parque. Posteriormente, vuelve a llamar e indica que huyen por la puerta que da a la calle Jaime I; la policía da una vuelta por las inmediaciones pero no los localiza.
No es un hecho aislado, y por ello, la policía, en su parte, recoge que los árboles frutales del interior del parque «están cargados de fruta, lo que provoca que los jóvenes la arrojen a otras personas. Se debe recoger dicha fruta para evitar posibles problemas, se da parte a Servicios». Así, esta mañana, ya se han presentado profesionales de Servicios -que estos días nos confiesan andan muy atareadas desde «la ocurrencia del wathsapp del alcalde»-, con la misión de recoger la fruta, una fruta por otra parte amarga y cuyo destino va a ser la basura.
Clásico vandalismo
A medio camino entre la travesura infantil y el vandalismo juvenil, cada cierto tiempo, especialmente los fines de semana, el parte policial recoge en sus incidencias el lanzamiento de piedras, fruta o cualquier otro objeto contra mobiliario urbano, público y privado, por pandillas de jóvenes. En la publicación también nos hacemos eco de vez en cuando de estas incidencias, como la lluvia de huevos que recibió una fachada de la localidad durante el pasado Halloween o el peligroso juego de unos adolescentes en verano de 2012, que lanzaban piedras a la autovía desde el puente de Cuatro Vientos, hiriendo a un camionero y dañando varios vehículos.