San Bonifacio bendice la pólvora

Si las fiestas de Moros y Cristianos abrieron ayer con la música como protagonista, hoy los focos los ha acaparado la pólvora y los tiradores, por la mañana con la Bajada del Santo al disparo del alardo, y por la tarde con la Embajada Mora, en la que el bando de la Media Luna rinde al de la Cruz tras encarnizada guerrilla.

Las rodelas y sus bailes, el color y la gracia en los actos de la mañana.

La jornada festera comenzó de buena mañana en un amanecer algo nublado que pronto se convirtió en otro fantástico día primaveral. Las comparsas, en dos filas de uno en ambos extremos, partieron desde la plaça de Baix en animado pasacalles hasta la ermita, donde la talla de San Bonifacio los aguardaba. En el centro de ambas filas, precediendo a las abanderadas y en una de las imágenes de nuestros moros, capitanes y tiradores llenaban el aire de pólvora y estruendo, mientras  el tradicional baile de la rodela acompañaba cada uno de los disparos del capitán, en un contraste en el que las pequeñas protagonistas representan los ángeles de la guarda de los bravos guerreros. Señalar, no obstante, que el acto se vio en parte deslucido por la ausencia de varias rodelas, la mayoría del bando moro.

Intensa disputa en la guerrilla de la Embajada Mora.

Personados todos en la plaza de la ermita, la fila Almanzores, de los Moros Fronterizos, alumbró a la talla en su salida del recinto eclesiástico, dando así paso a la Bajada del Santo en Procesión. En tono solemne, primero los cristianos y luego los moros, el desfile hizo el camino en sentido inverso. El epicentro de la fiesta, al plaça de Baix, estaba a reventar cuando llegaron los Fronterizos portando a San Bonifacio, que entre vítores y aplausos, al son de la Marcha Real, realizó las dos vueltas tradicionales al recinto antes de entrar a la Iglesia de San Bartolomé. Con el santo ya comandado la fiesta desde la parroquia, los festeros se dispersaron a sus cuartelillos tras un pasacalles general.

Por la tarde, de nuevo el arcabuz, acompañado por los cañones de cada comparsa, dominaron la escena festera. Pese al descenso en sus integrantes, hubo pólvora para dar y tomar y se vivió un enfrentamiento intenso entre los bandos que ostentan la Media Fiesta, los Moros Nuevos y los Vizcaínos. La algarabía concluyó con la Embajada Mora, que cobró vida un año más gracias a la labor del embajador moro Yari Juan y del cristiano Javier Yelo, dejando su impronta en el tradicional texto y demostrando que le han pillado el tranquillo a la representación en este segundo año que lo llevan a cabo.

San Bonifacio momentos antes de emprender el camino a la que es su casa en estas fiestas, la Iglesia de San Bartolomé.

La jornada tuvo su epílogo pasada la medianoche, donde la solemnidad de la tarde se vuelve parodia y sana crítica en la Ambaixada en Valenciá. Con la corrupción y los tejemanejes políticos como tema de fondo, la Ambaixada, como todos los años, también repasó las principales novedades de la Fiesta, destacando este año la predominancia de la fémina y las consecuencias de la crisis, abogando por reducir costes y «deixar-nos de luciments».

 

 

One thought on “San Bonifacio bendice la pólvora”

  1. Es solamente un pequeño comentario por una errata, la filá que bajó al santo fueron los Astures de los Vizcaínos. (no los fronterizos como reza en la crónica). Un saludo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *