Como si de un aria hermosa y contenida se tratase, en la que nos relataba la historia de alguna de sus grandes heroínas operísticas, la soprano Ana Mª Sánchez leía ayer ante el público eldense su pregón de fallas. El pregón prometido a Jesús Sellés un día y que ahora veía cumplido el compromiso.
Y así, a las 23:30 comenzaba a declamar, con el recuerdo emocionado del amigo ausente, dando la bienvenida a la celebración ancestral, cuya transmisión sirve de nexo de unión entre padres e hijos, alimentando con ello las llamas de la fiesta. Nos hablaba sobre la necesidad que el ser humano tiene de mantener los ritos y las leyendas. De la celebración de actos relativos al fuego en distintos lugares, en especial en el orbe mediterráneo: con ellos Valencia en marzo saluda la primavera, Alicante en junio da entrada al verano y Elda en septiembre recibe al otoño, cerrando así el ciclo del fuego en la comunidad. Haciendo sus fallas especiales y únicas.
Tuvo unas palabras para anteriores pregoneros y hablo de sus experiencias personales en torno a las fallas, que si bien son escasas, se remontan a la primera niñez, cuando en el barrio de Nueva Fraternidad, los vecinos se reunían en verano en la calle, recogiendo por las casas restos de enseres y ropa vieja, con las que hacer una fogata, más que una falla o una hoguera. Siendo siempre ésta la excusa para reunirse y convivir de forma más cercana por unas horas.
Contaba Ana Mª cómo la magia del fuego, probablemente se vea reflejada en el brillo y el color de los trajes falleros. Fuego dominado por los bomberos, quienes en sus recuerdos, reducian con maestría su efecto en las persianas vecinales. Todo ello calificado como el rito de la renovación.
Confesaba la pregonera, que sus repetidas ausencias de Elda no le han permitido seguir el desarrollo de las fallas, pero que a su vuelta, el reencuentro ha sido como el de una familia que lleva años sin verse y al hacerlo tiene ocasión de apreciar los cambios. La fiesta ha madurado y mejorado en todo, dijo: Elda y las fallas, siempre me han recordado que soy de aquí, pues a pesar de la distancia, ella nunca se ha sentido olvidada, tres ninots le han sido dedicados en distintas fallas y ninguno indultado, comentó. Recibió el galardón de Cultura de la Falla Gran Avenida y ahora es pregonera de la fiesta.
Vino a decir cómo la lucha por plantar las fallas, que a lo largo del año llevan en las comisiones, se refleja en la acogida y la convivencia con los visitantes durante los días festivos, creando un clima único de solidaridad y amistad.
A las Falleras Mayores y a sus damas de honor les recordó que las fiestas se viven tres veces: cuando se preparan, cuando suceden y cuando se recuerdan, aconsejándoles que viven intensamente cada una de las tres.
Y por fin como despedida, una recomendación: Durante las próximas fiestas vamos todos a “eldear”, perfectamente traducido como vamos a disfrutar de nuestro pueblo.
Tres vivas: a las fallas, a San Crispín y a Elda cerraban el emocionado pregón.
Y después seguía la emoción, cuando la Agrupación Musical San Antón estrenaba en su honor y en la misma plaza, un pasodoble que lleva por título su nombre: Ana Mª Sánchez.
Tras el pregón llegó la cridá a cargo de la Fallera Mayor. Lorena Bravo, en su nombre y el de Marina Pérez, Fallera Mayor Infantil, invitó a todos a sumarse a la fiesta, a vivirla y disfrutarla con ilusión y ganas. A entrar de lleno en ella.
Que buena muchacha esta Ana María, sencilla, amable y …..
Lo peor de los pregones de Elda,en mi opinión, es que la primera autoridad local siempre tiene que estar al lado del pregonero/a, chupando cámara.
Lo inició años atrás Azorín, y la alcaldesa actual no se resiste a perder protagonismo.
Y sobre Ana María, totalmente de acuerdo con Armando. Una mujer del pueblo y para el pueblo.