El deportista local más laureado de la historia, Gedeón Guardiola Villaplana, ha agrandado su leyenda esta tarde en Estocolmo, al integrar el combinado nacional que ha derrotado a Croacia (22-20) en la final del Campeonato de Europa. A sus 35 años, el petrerí, que comenzó a jugar con la selección en categorías inferiores, suma así su tercer oro con la selección, tras el Mundial de 2013 y el Europeo de 2018 -también consiguió la plata en el Europeo de 2016 y el bronce en el Europeo de 2014-.
Un nuevo éxito que lo encumbra, junto a sus compañeros de batallas y gloria -Sarmiento, Morros, Entrerríos, Aginagalde, etc.-, en lo más alto del olimpo balonmanístico español, con un ciclo de admirable rendimiento deportivo y que todavía tendrá una traca final, en los Juegos Olímpicos de Tokio, tras la clasificación automática también sellada hoy. Será esa la última barrera de una generación que por lo demás lo ha conseguido todo y ante todos, con exhibiciones (como la final de 2013, récord de diferencia en una final continental) y con partidos sufridos y trabajados, como este ante los croatas.
Un partido que, como todo el campeonato, ha refrendado las cualidades de un grupo batallador y de enorme espíritu, coraje, entrega y pundonor. El propio Guardiola ejemplifica ese compromiso: ha hecho valer cada minuto que ha disputado, también esta final, en el centro de la zaga, aportando intensidad y veteranía; incluso hemos visto también sus goles, siempre tan diferenciales por suceder de contrataque, dos en la semifinal sin ir más lejos. En definitiva, un pilar que ha vuelto a relucir, como el propio portero Pérez de Vargas destacaba en sus primeras declaraciones tras el oro: «Creo que hemos demostrado estar un poquito más frescos, cuando hemos cambiado a 6-0 les ha costado. La defensa, con Viran y Gede, ha sido brutal».
«Hemos trabajado muy duro», resumía Entrerríos, capitán de la selección, para resumir el éxito de un grupo al que se le vuelven a acumular las felicitaciones, la nuestra la primera.