Animal ciertamente especial, con alrededor de 5.000 especies en el mundo, las libélulas («dragonfly» -dragón volador-, en inglés; «demoiselles» en francés, parotets en valenciano) son sagradas para muchas culturas, portadores de malos augurios en algunas y símbolos de nuestros mejores valores en otras, como las japonesas.

Su vista siempre nos atrae, no nos deja indiferentes, pero es una gran desconocida para la mayoría. En el carbonífero, hace unos 330 millones de años, aparecieron los primeros antepasados de los odonatos actuales, algunos de dimensiones enormes, con una envergadura de 70 cm. Su nombre odonatos proviene del griego (mandíbula con dientes –odontos: diente-).

Podemos distinguir dos grupos: los zigópteros, vulgarmente caballitos del diablo, y los anisópteros, libélulas verdaderas. Los zigópteros tienen en estado de reposo las alas normalmente plegadas en vertical respecto al cuerpo, y los anisópteros por el contrario las tienen desplegadas y en horizontal con el eje del cuerpo.

Pasan por los siguientes estados: huevo, que las hembras depositan en el agua; ninfa  cuya vida transcurre en el agua igualmente, e insecto, adulto pues, emergen del agua y efectúan la muda para continuar su vida como insecto en el aire con la misión de alimentarse y aparearse para transmitir sus genes.

En la Comunidad Valenciana hay alrededor de 58 especies citadas, siendo del orden de 78 las  citadas en la Península Ibérica.  A continuación van unas imágenes de los caballitos del diablo primero y luego de los anisópteros o libélulas propiamente dichas. Todas ellas han sido tomadas en diferentes lugares de la provincia de Alicante: Vinalopó, Villena, l’Avaiol, Tibi, Clot de Galvany, etc.