No me resisto a explicar lo que supone ser una emanación divina (hipóstasis ), y eso es en esencia cualquier ser, sobre todo por su capacidad de crear mundos, universos, en principio imaginarios, es decir, formados en la mente, y con posterioridad creados, mater-ializados en la mater (madre), es decir, la tierra. El concepto de divino viene a ser así, cualquier persona es un ser divino porque lleva la capacidad de crear y dominar su mundo, de someter o dejarse dominar por sus emociones, no relego este concepto al significado condicionado que la religión manipuladora le ha querido dar, es un concepto mucho mas amplio y cercano, es algo que intuimos que somos pero no somos capaces de aceptar porque aceptarlo requiere hacerse responsable de los sucesos que ocurran en nuestras vidas, ya que si somos creadores de nuestro mundo y aceptamos esto ya no podemos culpar a los demás de nuestros errores, es mas fácil culpar al medico por nuestra mala salud, culpar a los hados por nuestra mala suerte, culpar al Dios castigador del mal rumbo de nuestra vida. Ser un ente divino quiere decir ser creador y responsable, no tiene nada que ver con un Dios exterior, es el reconocimiento del ser interior, proyectado, potencial. Es la unión de cielo y tierra, es decir, de mente y lo materializado en el mundo. Es la unión de todo lo visible e invisible, es decir lo creado y lo imaginado de donde emana. No se trata de dar pruebas de un dios exterior, se trata de reconocer lo que somos y de esto no hay duda porque existimos, aunque permanezcamos dormidos. No se trata de dar pruebas de la existencia de Dios, se trata de conocer la naturaleza del hombre, del ser humano y este si que sabemos que existe. Pero no demostrar la existencia de fulanito de tal, como ego, con su nombre y roles adquiridos en la tierra, se trata de llegar a lo que somos cuando prescindimos de todo lo adquirido desde nuestro nacimiento, porque tras el planteamiento de que hubiera sido de nuestra vida si en la cuna nos hubieran trasladado a otra familia diferente a la que nos hemos criado, ¿seriamos seres diferentes por tener otro nombre, por tener otra educación, por haber asumido otros roles en la vida, o, en esencia, seriamos el mismo ser?. Pues de ese ser, de ese que no conoce personalidad egoica, ese que todos llevamos desde siempre y al que tapamos tras diferentes mascaras, es del que hablo.
Por esto el ser humano, que nace sin recordar quien es, que para despertar su conciencia tiene que pasar sucesivos avatares que le hagan volverse hacia si mismo para buscar la verdadera realidad, no se le puede condenar porque todo lo sucedido en su vida ha sido y es necesario para llegar al padre, es decir, a la totalidad del ser, lo que la física cuantica ha demostrado, que todo esta relacionado, que no podemos ser ajenos a lo que le pasa a nuestro semejante porque forma parte de ese todo y por tanto nos afecta. Esto hoy más que nunca podemos verlo en nuestro mundo globalizado, donde la crisis de un país arrastra a otros en su caída; y su recuperación y progreso impulsa la economía mundial totalmente relacionada. El micro-mundo reproduce al macro-mundo o al revés. No se puede condenar el ser porque esta aprendiendo, y a medida que aprende adquiere los rasgos que más favorecen a su evolución, adquiere las actitudes que le hacen más apto al medio en que se mueve, así se han adquirido los rasgos físicos actuales, potenciándose los más favorecedores a nuestra tarea y eliminándose poco a poco los innecesarios o claramente trabadores a nuestras necesidades. Pues a nivel mental es lo mismo, poco a poco comprendemos cual es la mejor manera de afrontar las cosas, cuales son las posiciones mentales que traen bienestar y cuales nos provocan mal-estar. Es claro que si estamos bajo el rencor, odio, sentimientos de venganza, envidias, celos, etc.,(lease infierno), nuestro cuerpo físico segrega una serie de humores (bilis, exceso de jugos gástricos, etc.), que nos producen enfermedad, y si persistimos en nuestra posición, asistimos a la muerte del ego que sucumbe a su propio odio, rencor, miedo, etc., pero no a la muerte del ser, que adopta la experiencia para su evolución, para adaptarse mejor al medio y no repetir los errores mentales innecesarios que le llevan al sufrimiento y a la muerte física. Según la teoría de selección natural (Lamark), la naturaleza favorece al individuo con variaciones ventajosas. Por todo lo anterior cabe plantearse ¿ha sido eliminado el hombre de la tierra a pesar de todos los errores cometidos? No, el Ser persiste y pervive, lo que es eliminado son los rasgos innecesarios, perjudiciales que son pasados por el fuego para ser purificados, según las escrituras son arrojados al fuego eterno, eso es lo que significa.
Todo el simbolismo existente en las Sagradas Escrituras, toda la enseñanza de Jesús viene a determinar ese despertar. La Virgen, la madre, la tierra, es fecundada por la acción del Espíritu Santo, la idea, el pensamiento puro y llega a encarnar al Hijo, el resultado de su pensamiento que procede del Padre, cielo, mente. Estas figuras arquetípicas ya provienen del Antiguo Egipto, con la representación de Horus, el sol, la luz, hijo de Osiris y de Isis., es algo recurrente en toda tradición humana que entronca con lo divino, que sabe que es consustancial a su naturaleza. Este misterio es algo que se da a nuestro alrededor, en nosotros mismos a cada instante, a cada momento nace un hijo producto de una concepción, de una unión, a cada momento una idea es materializada producto de una creencia, de la fe de que puede ser y es. Por esto es por lo que tenemos que tener cuidado con lo que pensamos, con lo que imaginamos, con lo que concebimos en nuestro interior, porque si “pecamos” de pensamiento lo materializado, encarnado, manifestado no será adecuado para nosotros.
En cada uno de nosotros se da el misterio de la Trinidad, es decir, somos Padre, Hijo y Espíritu Santo, o de otra forma, somos el observador, lo observado y el acto de observar, todo en uno. En la psicología Gestalt, basada en el axioma “el todo es más que la suma de las partes”, queda representada también esa imagen de lo que Jesús llamaba padre, el todo, y los humanos individualizados sumados formamos ese todo. La misión de Jesús aquí en la tierra fue acercar mediante parábolas en que consiste este proceso, pero resulta una tarea ardua cuando la mente de los hombres no se haya preparada, de echo han pasado 2000 años desde su supuesta venida a la tierra a decirnos que somos hijos del mismo padre, es decir, que somos todo lo mismo, y aún no llegamos a comprender ni a aceptar el simbolismo de sus palabras. Aún asociamos a un dios antropomorfo todo nuestro destino, un dios castigador, con barba blanca que se sienta a juzgar a unos pobres humanos, indignos, desterrados del paraíso por pecar y ofenderlo. Desde esta imagen forjada durante siglos es difícil empezar a quitar los condicionamientos mentales, quitar los miedos que nos llevan a pensar que estamos cometiendo una blasfemia, otro acto que, por supuesto, merece castigo (humor). Y así andamos, juzgándonos a cada paso, condenándonos y condenando a nuestros semejantes con nuestra actitud, con nuestra baja autoestima, con nuestro sentimiento de indignidad heredado de milenios, sin sentirnos capaces de sustraernos de este sentimiento condicionado, sin querer aceptar de que lo representado por las palabras y vida de Jesús sea posible. Sin embargo ha habido muchas logias secretas que si han creído en ello, ha habido y hay muchos dirigentes de sectas que si las han puesto en práctica para poder manipular a los que las desconocían o no alcanzaban a comprender su significado, erigiéndose como los únicos representantes de Dios en la tierra, los que tenían la llave del cielo, fomentando aún más la creencia en la división de lo que somos en esencia, y acumulando el poder que los demás les daban con su fe en ellos. Era y es una renuncia a nuestro potencial de crear y creer ( es lo mismo, obsérvese que estos dos verbos tienen la misma primera persona del presente de indicativo en su forma singular, individual, YO CREO, así como su semejanza etimológica con el verbo criar y crecer, todos tienen la misma raíz, y en ellos se hayan la evolución del ser, (CREEER_CREAR_CRIAR_CRECER). Si no queremos aceptar la responsabilidad que supone asumir nuestra herencia, se la damos al listo de turno para que la gestione. Por esto adquieren ahora claridad las palabras de Jesús que cuando un enfermo se acercaba a El para ser curado le decía “tu fe te ha salvado, no yo”, es decir, tu poder de creer, pues tienes el libre albedrío de depositarlo fuera de ti, en un objeto, en un talismán, en otra persona, pero que es algo interior que puedes administrar sin necesidad de darlo a nada ni a nadie que pueda desaparecer o aprovecharse de el. El medico no cura, tu te curas, el curandero no cura solo utiliza tu propio potencial de curación.
El conocimiento hasta ahora ha sido un arma de dominio, pero todo aquel que lo utiliza para manipular sucumbe a su propia manipulación, se puede utilizar para someter a los demás, sobre todo si los demás no damos el paso de adquirirlo y emplearlo adecuadamente. Que el miedo no domine nuestra decisión, que el temor a lo que piense el grupo no nos aleje de lo que sabemos que es verdad, no vendamos nuestra primogenitura por un plato de lentejas, si esto lo hubieran hecho los grandes pensadores, los grandes inventores, los grandes científicos, visionarios de otra realidad hasta su momento desconocida, la humanidad no se hallaría en el punto actual.