qué será mañana sino un día más:

el hambre,
la crisis mundial,
el nihilismo amateur de los hombres
que sobreviven ajenos a la vida,
los pobres;
los obreros,
los suicidas…

no habrá más de un motivo
para levantarse y sonreír
que el de recordar su carne de mujer.

Esa carne blanca
con unas constelaciones
por todo su cuerpo
para perderse entre él.

-¡su carne es el motivo!-
desear acariciarla,
suspirar a escasos centímetros,
sentirla,
agasajarla,
acariciarla…

carne que se comprime
al palpar el aliento revelador
del instinto más primario,
carne de lienzo
gobernada por las cumbres más altas,
esas que rozan el cielo
donde el soldado descansa tras la batalla.
Carne hecha de carne:fina, sensible, punzante.

El motivo de un despertar
son las curvas que protegen
la carne de mujer.

Poetas,
marineros,
perdedores…
todo sucumbidos por la carne.
Besar su frente,
sus mejillas,
su labio escarchado,
los laterales del cuello
y su final junto a la clavícula.
El comienzo de los pechos
donde cede la carne,
lamer las bóvedas
haciendo círculos
que se desvían hacía la axila…

volver hasta el rostro
y besar de nuevo los labios
en busca de la mirada
cómplice de la que va a ser
sucumbida…

bajar en linea recta,
sin pausa pero sin prisa,
por el vientre
con la punta de la lengua enfurecida…

flanquear el interior de los muslos
escapando por la pelvis,
devolver la vista
al frente
morder piadosamente
la carne de la ingle;
detenerse,
mover la nariz
apoyada
en la peana
de la mujer
y su significado…

ahí empezó
la humanidad,
ésa que ahora:
llora,
discute, se mata,
no se soporta,
se muere lentamente…

la humanidad, mañana,
no encontrará
más motivo que el deseo
de la carne
de una mujer.

Es un polifacético autor petrerense que ha publicado dos obras poéticas ( “Poemas de un bohemio” y “El dulce sabor del pesimismo”), ambas a la venta en la III Feria de Autores del Valle.