Una tormenta
acecha
como
una bandada
de cuervos
crascitando
con los picos
como facas
y los
OJOS
saliendo
de sus órbitas.
La noche
les protege,
vistiéndolos
de negrura
invisible;
sanguinaria
MUERTE
enamorada
que planea
sobre
el cráneo
perenne
del poeta
y el POEMA
sonriendo
a la espera
de la mirada
de la parca
de Pavese.
El testamento
escrito
en verso
sobre
un colchón
BOMBA
y los espectadores
ajenos
al gran
acto
final.
Sentaos,
¡malditos!,
sentaos
y disfrutad
del desfile
de ataúdes
de tinta
y voz
de ECO
sobre
la nada
de lo abstracto.
Recordad
al «poeta»
por su última
GRAN OBRA
maestra
pues
ahí
no hay
sirenas,
ni homicidas,
ni mujeres,
ni homenajes
a NADIE.
Sólo
el pasado
exiliado
más
de dos lustros
en la batalla
de un corazón
que no bombea
más que por
sí mismo
y en honor
a la desesperanza.
¡Temblad!,
mortales,
¡temblad!
que veréis
los fantasmas
de los
hombres
en los
VERSOS
más
despiadados
contra
la humanidad.