Hace un par de días leía un titular de prensa que decía que la Valenciana, era la comunidad autónoma con los peores Servicios sociales de todo el Estado. El gasto anual por habitante se ha reducido en alrededor del 10% en los últimos años cuando esta partida ya era inferior en un 36% respecto a la media estatal. Y se está dado incomprensiblemente en un contexto de crisis en el que estos servicios debería ser más necesarios que nunca.
El PP valenciano, sigue siendo un alumno avanzado de las políticas de austeridad dictaminadas por la troica ( FMI, BCE y Comisión Europea). Pero detrás de la implementación de estas política, existe un discurso ideológico muy bien articulado y sólidamente arraigado que utilizan para justificarse. Fabra y los suyos no entienden los Servicios Sociales como «un conjunto de recursos, prestaciones, actividades, programas, objetos y equipamientos PÚBLICOS, destinados a la atención social de la población, regidos por los principios de universalidad, igualdad, responsabilidad pública, solidaridad, participación cívica, globalidad, subsidiariedad, prevención y dimensión comunitaria…», No, no es su paradigma. Defienden, como ya lo hacían otros hace más de 150 años, que es el esfuerzo individual, la constancia, el carácter, la valía innata, aquella ley de la selva darwinista de la selección natural, la que ayuda a las personas y las familias a triunfar individualmente en la vida. El que queda excluido, el que se desvía del camino marcado, el «loser» (perdedor), es porque genéticamente no está dotado de las capacidades necesarias para sobrevivir en el sistema. No es necesario ningún proyecto, que tenga un coste económico, para facilitar su inclusión. En todo caso sólo hará falta apiadarse de su mala suerte y ser caritativos con él, mientras nos alegramos de nuestra suerte y posición.
Olvidan conscientemente que existe un modelo socialmente construido, que tiene como objetivo el beneficio y el lucro de unos pocos. Y, ¡qué casualidad! ese es modelo que les mantiene en el poder con sus privilegios de clase. Un sistema injusto que genera grandes desigualdades y opresiones, y como consecuencia situaciones de riesgo, pobreza y exclusión entre los más vulnerables. También se olvidan y quieren que todas olvidemos, que fue esta gente, «the losers«, la que hace más de 150 años se levantó exigiendo sus derechos, porque se dieron cuenta de que eran ellos, la mayoría, la que generaba la riqueza y mantenían el «modelo. Fueron ellas las que obligaron a las burguesías a construir el estado de bienestar con sus luchas. Y de esas luchas se concretaron los Servicios Sociales generales.
Pero como estamos comprobando, para los de arriba, los Servicios Sociales, públicos y de calidad, sólo son un despilfarro de dinero, y de un tiempo a esta parte, una oportunidad para el negocio. Para ellos y para las empresas de «servicios» de su amigotes. Por ello aprueban leyes que recortan, externalizan y privatizan y limitan las competencias de sus profesionales, que aceptan e incluso defienden de manera consciente o inconsciente el desfasado, retorcido y antidemocrático alegato liberal. Lo está sufriendo el sector de la dependencia, los menores en riesgo, las familias golpeadas por la crisis, las demandantes de prestaciones, las familias que necesitan una vivienda social, o las que necesitan una renta mínima para poder salir de la exclusión, las mujeres que sufren violencia machista, las minorías étnicas, los jóvenes sin recursos ni futuro, los menores mal alimentados…
Es una ignominia, un insulto a la inteligencia de las y los valencianos, que se siga empujando a miles de personas a una situación de marginalidad, pobreza y exclusión mientras se diseñan mecanismos para hacer negocio con su sufrimiento.