El primer «Coche de la Estación», un flamante Ford de madera y chapa con las ruedas macizas y radiales. Era capaz de alojar a quince pasajeros cómodamente sentados, amén de disponer del techo para colocar los bultos, las sacas del correo y las maletas de los viajantes del calzado, a los que incluso recogía a domicilio. El majestuoso vehículo, del que Manuel Oriente Corbí fue su primer chófer y propietario final de la empresa, jubiló a los coches tirados por caballos en diferentes trayectos entre localidades.
La información y la fotografía están extraídos del artículo «El coche de la estación» de Rafael Hernández Pérez, publicado en la revista Alborada de 1986.