Es interesante contemplar como transcurre nuestra vida sobre la tierra, como tras épocas de hiperactividad vienen estados de reposo en los que parece que no sucede nada, en donde nos vemos como confinados al ostracismo, recluidos en nosotros mismos, como en una etapa de reflexión, de sosiego, de poner las cosas en orden para luego cuando la vida nos vuelve a requerir pasar a la acción. Este periodo lo llamo yo de asentamiento de las experiencias vividas, de asimilación del conocimiento que estas nos han aportado, es un periodo necesario y si nos negamos a vivirlo y a disfrutar de él posicionándonos desde una perspectiva negativa nos estaremos privando del fruto de nuestro vivir que es comprender la experiencia.
El aceptar el devenir de la vida, con sus estaciones que se suceden al igual que en la naturaleza, nos lleva a conseguir ese estado de paz que buscamos, ese estado que se consigue no desde la lucha, ni desde los gritos, ni desde las reivindicaciones tumultuosas, la paz no se halla ahí, , no lo vamos a conseguir enfadándonos con los demás porque vemos en ellos que quieren la guerra, no lo vamos a conseguir juzgando lo que hacen los demás, no lo vamos a conseguir desde la critica, la queja y el desasosiego que esto produce en nosotros, ya que esto evidencia que todo lo anterior no trae paz a nuestra vida, trae inquietud, temor, miedo a la guerra, a la lucha, ahí no hay fe, fe en nuestro estado de paz que emana de “mi” hacia “ti”, hacia “mi entorno”, hacia “mi mundo”. Todo es circundante, cuando nos hayamos y mantenemos en ese estado de paz interior, es como si se produjeran ondas vibratorias que se van emitiendo y son captadas en nuestro radio de acción. Por esto es importante vivir, saborear al máximo esos momentos en los que sentimos la paz, esos momentos en los que desearíamos que se parase el reloj, para que en cualquier momento que en nuestra vida se vuelva producir hiperactividad, podamos recordarlos, rememorarlos, traerlos al presente para manifestar esa paz al instante y dar la vuelta a la situación. Es un ejercicio, es una gimnasia mental , es sacar del pozo de la experiencia, donde están guardados nuestros mejores momentos, ese sentimiento plenamente vivido desde la consciencia, y conscientemente y con intención volver a manifestarlo.