Diario de un abuelo
Lunes, 14 de septiembre 2009, La exaltación de la Santa Cruz
¿Cuánto tiempo hace?… Fue antes del verano, en vísperas de marchar al Pirineo, la última vez que volqué mis desahogos en este diario abueríl, mezcla de sensaciones nuevas por mi condición de yayo novato, y ramalazos del rebelde que, pese a la edad -que esa es otra- sigue anidando en mí. Consciente de que muchas de las vivencias acaecidas en este lapsus de tiempo en que, voluntariamente me sumergí agobiado por compromisos literarios y el calorcito insoportable, son merecedoras de unas letras por mi parte, resumiré el espacio en algunos eventos que conculcaron mi proceder.
Del Pirineo, sólo decir que me equivoqué. Que no se interprete mal, que fui, anduve y regresé, pero ¡leche! Cierto es que anduve, anduve, anduve… mucho más de lo que calculé. Me explico: parece ser que ya la cabeza me traiciona y calculando, calculando, proyecté hacer los 97 kilómetros del recorrido por montaña de Cavalls del Vent en cuatro etapas (tiempo habrá de extenderme sobre esta travesía), y me sobraron cada día un par de horas de “martirio” collado arriba, cresta abajo –debe ser, o la edad, o la falta de entrenamiento-, basándome en mi concepción sobre la relación que ha de tener el hombre con la Naturaleza, en la que el bípedo, ha de gozar plenamente del entorno. Bueno, lo cierto es que lo hicimos, fue duro y bien podría presumir de haberlo logrado, pero entenderá el lector que, entre montañeros, si se fracasa en el planteamiento, todo lo demás serán paños calientes. Me equivoque, lo reconozco y punto. Comprendí, eso sí, que nunca es tarde para seguir aprendiendo. A nuestro favor queda todavía el saber sufrir montañero, cuando el día sale torcido.
De mi nieto, avances sustanciosos: ¡Lo logré! Más por cabezón que por otra causa, pero el nano dijo “Abu” antes que “ajo” y aquí ya me apunto un tanto. Si, lo reconozco, esto va a más y cada día me sorprendo en actitudes más “noñas” y ya no hay quien me pare. ¡Cómo se me ilumina la cara, cada vez que le repito “Abu” y se le ríe el alma a mi niño! ¡Qué gozo tan grande! Y cómo presumo de ser su preferido. Si, ¡Vale!, ya sé que no es así, que están sus padres y sus otros abuelos, pero… ¡Déjense de monsergas! El “Abu” soy yo. Él lo sabe y lo sé yo, si no, ¿cómo explicar esa comunión de sentimientos que mueve todas las entretelas de mi ser y me convierte en payaso exclusivo de sus primeras sonrisas?
¡Cuantos sentimientos nuevos tengo que analizar! Pues no sé si ya soy viejo y chocho, o me he hecho ingenuo y blando. Reflexionaré sobre ello. En el catalogo de cosas nuevas sobre mi “solete” solamente contar que ya se tiene la cabecita tan graciosamente como el chucho del salpicadero de un coche, y se fija, y atiende aunque no siempre, pues anda todavía almacenando imágenes, movimientos y sensaciones inéditas.
En literatura, mucho libros y como en la vida misma unos buenos, otros regulares y la mayoría bastante malos. De los buenos y ciñéndome a literatura de montaña –que es lo mío- el primer chasco me lo llevé con “Don Quijote de los Alpes” rareza editorial de 1907, que leí buscando sensaciones montañeras de hace un siglo y me encontré con Alberto Insua y un entretenido librito sobre literatura de principios del siglo XX, que, si bien es cierto que me defraudó al no ser montañero, luego me encantó por su escritura prosaica añeja. En el caso de “La montaña de las escrituras” ya sabía de antemano no equivocarme. Roger Frison-Roche no me había defraudado nunca y en esta novela de aventuras del insigne alpinista, a pesar de desarrollarse en zonas de desierto, lejos de ello me ha encantado y la recomiendo. Aunque difícil de encontrar, se trata de una edición de 1954 que os encantará. Citaré uno más que llamó mi atención “Mau-Mau, Terror en África”, también editado en 1954, su autor C.T. Stoneham, cuenta el nacimiento y primeros desarrollos de esta secta terrorista y lo mejor es que la narración no queda conclusa, pues cuando el autor puso el fin a los textos todavía no se habían producido atrocidades mayores, y Kenia aún no alcanzaba su independencia. Digo lo mejor, pues trata el problema como algo que, siendo alarmante, todavía no revestía los tintes trágicos que luego condicionaron la opinión mundial. Por ello aparece tan ingenuo como fresco en sus comentarios.
De la actualidad cada vez hay más cosas que me irritan. Mira que me caía mal ese personajillo de “la Belén Esteban”, del cual nunca entendí que se le diera pábulo atendiendo a su única virtud de haberse quedado preñada de un famoso torero. Pues bien, para mi asombro ahora estoy de su parte y en contra del nada normal defensor del menor que presta atención a siete denuncias anónimas, cuando lleva toda la historia de su figura ignorando a cientos y cientos y más cientos de personas que hemos escrito, hablado y gritado, sobre la falta de atención a los menores.
O sea que hace poco o nada por los niños obligados a robar, a pedir, a mendigar; ni por los niños que sufren abuso, maltrato y vejación; que no hace comunicados contra el poder y sus leyes obsoletas, cuando matan a un niño y los asesinos salen impunes… y va, y se pone el tío a ver la tele. ¡Anda y que te den tío! –que diría mi amigo Mere- Y devuelve el sueldo que cobras, que está muy claro que no te lo estas ganando. ¿Cuándo se acabaran en este país los que buscan figurar y de trabajar nada de nada? A cualquier obrero por una tontería mucho menor ya lo habría despedido su jefe. ¿Y los fiscales, que coño hacen para defender a las madres, de este tipo de tipos, que en lugar de investigar escribe panfletos que no llevan a nada bueno?
Si la Belén Esteban lo está haciendo mal, que inicie los trámites legales para solucionarlo, emitiendo esos escritos ¡pero a la fiscalía del meno! en lugar de a la prensa, y ella que actúe, pero que lo haga alguien que tenga como mínimo dos dedos de conocimiento, en lugar de este funcionariado que pretende dar lecciones a Belén y se las ahorra con la Campa, con Julio Iglesias tres docenas más de hijos de famosos, y con las mismas infantas de España, que esas sí que salen bien en la tele y el inclito no tiene lo que hay que tener para decirle nada (profesionalidad, no piensen ustedes mal) . ¿Qué te pasa, que con los pobres te atreves y con los poderosos, incapaz, te callas? Corre y vete a pasear por los campos de golf y a ver si tenemos suerte y los responsables de tu cargo buscan a alguien menos pijo que tú.
¡Lo ven! La tontería y la ineptitud me pueden. Estaba mejor callado, como hace todo el mundo para evitar querellas. Pero es que ya está bien de miedo ¡joder! Ya va siendo hora de acabar con los ineptos de este país. Mientras nuestros hijos, con varias carreras, están en el paro, estos “listos” se comen la sopa boba arrellanándose en sillones que les vienen grandes, atendiendo las tonterías de la televisión –que esa es otra-. El que es tonto, es tonto, ponga querella o sin ella, el problema es esta ley, que además de sorda y ciega es tonta de remate, claro que, mientras sigan chupando del bote los listillos, bien vale aquello de: ojos que no ven… y ¡Chitón! ¡A callar que nos meten una querella!
Menos mal que, al menos yo, me acordaré el día que no iré a votar. Por lo menos dormiré tranquilo sabiendo que a estos (ni a los otros) los he puesto yo a ingobernar, y que cada cual cargue con su Cruz.
Que lio abuelo, que lio… no veas el partidico que le sacaría a todo esto el añorado Berlanga. Y seguramente le pondria de titulo..» No cambiamos ni a hostias «…España tiene su puntito, que se le va a hacer.
Mira,lo mejor de todo es que estás de nuevo aquí dando la barilla, como se dice ahora y creando opiniones. Un saludo.