La prostitución podría definirse de muchos modos, dependerá del nivel de análisis y de los principios, actitudes y valores implícitos de cada afirmación. La que comunmente más se utiliza: “la prostitución es la realización de actos sexuales con fines exclusivamente lucrativos”. Todas las definiciones que encontramos tienen connotaciones que han de ser valoradas. Si la analizamos vemos que encubre características de la prostitución relacionadas con: el origen, el mantenimiento de desigualdades de género y consecuencias que muchas personas sufren debido a lo que se ha considerado socialmente, gracias a su normalización en una sociedad patriarcal, como “trabajo sexual” trivalizando una situación que es mucho más compleja que lo que arroja la anterior definición.
Desde Sexualidad a Gritos la sexualidad se concibe de modo tridimensional ya que, al referirnos a esta, estamos hablando de sus tres componentes indivisibles en la práctica: el biológico-físico, el psicológico-afectivo y el social-relacional. Por tanto no resulta sencillo, ni posible, entender la concepción de prostitución solo desde la mirada de lo físico. Dicho de un modo más directo y como contestó la escritora y ex-prostituta Virginie Despentes en una entrevista: “¿Todo acto físico no deja una huella emocional?”
Retomando la anterior definición vemos que encubre como con bastante frecuencia la prostitución es ejercida para cubrir las necesidades más básicas: alimentación, lugar donde vivir, etc. y donde tantas veces los beneficios y lucros recaen mayormente en otras personas (proxenetas y mafias) ¿qué imagen solemos activar al escuchar la palabra prostitución? cuando pensamos en prostitución enseguida lo asociamos a mujeres (y a la palabra puta).
La gran mayoría de las personas en situación de prostitución corresponde al género femenino y a la infancia. Al igual que el mayor uso o compra de esos cuerpos para uso sexual son hombres. Este dato no ha de ser ignorado. También es cierto que, cada vez más, está muy relacionada con el colectivo de transexuales, travestis y cada vez más de prostitución masculina homosexual, donde otra vez los “clientes”, a los que prefiero llamar prostituidores, son hombres.
Muchos colectivos, que mantienen un trabajo con personas que ejercen o han ejercido la prostitución, defienden la necesidad de su análisis y deconstrucción como un paso imprescindible para una comprensión más completa y profunda de la situación y de este problema. Un problema mundial con matices diferentes según el área geográfica pero con tantos puntos en común encubiertos con mitos que justifican su existencia, incluso algunos hacen referencia a su necesidad e inherencia humana.
Quizá uno de los más utilizados es el que hace alusión a la prostitución como el oficio más viejo del mundo. Esta afirmación nos dice implicitamente que es algo “innato” a la mujer, que lo ha desarrollado desde la antigüedad, ignorándo estructuras y desigualdades que han permitido y promocionado esta “opción”. Antes de la prostitución, las mujeres han sido: artesanas, alfareras, maestras, recolectoras… Con la defensa de la prostitución como “tradición” estamos educando en la cosificación del cuerpo de la mujer como producto de mercancía al servicio del hombre.
En nuestra sociedad, en nuestros pueblos, todavía existe la tradición de padres que llevan a sus hijos a prostíbulos a mantener las primeras relaciones sexuales. El niño o adolescente aprende de ese modo a relacionarse con mujeres, aprende que mediante dinero se puede conseguir sexo y poder, disponibilidad permanente del cuerpo de la mujer a cambio de cierta cantidad de dinero. La mujer se “convierte” (a ojos de ellos) en un objeto de placer para el hombre. Aún cuando no se sigue esta costumbre el vocabulario que hace referencia a prostitutas y la representación trival que se tiene socialmente contribuyen de igual modo a crear ese asociacionismo.
Veamos algunas de las connotaciones y usos de la palabra puta. Esta palabra se viene utilizando indistintamente para las mujeres que ejercen la prostitución y las que no lo hacen, con una intención: estigmatizar a cualquier mujer “transgresora” (exclusivamente para el género femenino) Se utiliza como sinónimo de indecente-impúdica referidos, ambos adjetivos, a la sexualidad (prohibida) de la mujer, recayendo en forma de “culpa” y castigando a quien no cumple la norma social. En el patio del instituto, en una comunidad de vecinos, etc. se utiliza este término para referise a una mujer que tiene muchas relaciones sexuales, especialmente fuera del matrimonio, tiene varias/os amantes, o bien simplemente tiene iniciativa, conocimiento o habilidad sexual. Quizá el insulto más utilizado junto al de puta, sea “hijo de puta” o “hijo de mala madre”.
Madre y puta, dos caras de la misma moneda. Madre, como símbolo de la “buena” mujer, bondadosa, generosa, resignada, la que da amor sin pedir nada a cambio. Puta, la transgresora, que dispone de libertad sexual y de independencia económica, desafectuosa e interesada. Ambos, extremos del estereotipo de mujer desde una mirada androcéntrica (esposa y amante).
Otro de los mitos que justifica su legitimidad, bajo una perspectiva patriarcal, es que la prostitución es un trabajo, el llamado trabajo sexual. Actualmente, y desde hace algún tiempo, algunos partidos políticos, asociaciones y grupos como “empresarios” de prostíbulos defienden su regularización como un modo de legitimar y reducir el estigma social que va incluido en la etiqueta “puta”. Pero, ¿qué implicaciones tiene llamarlo “trabajo sexual”?
Parece dificil entenderlo, tal vez sea más sencillo si se personaliza: “mi hija/madre quiere ser puta”. Cuando se habla de la prostitución como un trabajo se está invisibilizando su parte más dura. Existen muchos síndromes que padecen las mujeres que han ejercido prostitución, algunos de ellos son muy similares a los padecidos por personas que han sufrido tortura: descorporalización, síndrome de Estrés Postraumático, problemas de sensibilidad corporal, así como tener un umbral muy elevado frente al dolor. Un estudio, realizado por Judith Trinquart, muestra que entre un 80-95% de las prostitutas tienen antecedentes de haber sufrido violencia sexual (incesto, violaciones o violencia en el ámbito familiar) antes de ejercer la prostitución. Otra de las consecuencias menos conocida será la búsqueda de esa sensación que activa su memoria traumática.
A pesar de esto, hay mujeres prostitutas que les gustaría que se legalizara la prostitución, para poder reclamar derechos, así como para poder tener una nómina y cotizar por su trabajo, como refiere el testimonio de Ángela: “…Meto muchas horas y aguanto muchas cosas. ¿Por qué no puedo ser yo como una trabajadora cualquiera? Que así parece que estás fuera de la ley, joder, que eres una manganta…». En el lado opuesto se sitúa lo opinión de Sandra, mujer paraguaya que ejerce en Bilbao y que trata de ganar dinero para sacar adelante a sus hijos, quien no quiere que se legalice. Lo explica así: “no ganaríamos tanto y ya no valdría la pena”, “ Nadie nace para ser puta. Esto no es una profesión”.
Este último testimonio recuerda a la definición que asociaciones como Asociación de Mujeres de Noche buscando el Día (Amunod), con sede en Alicante, y la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres quienes defienden los Derechos de las mujeres prostitutas y afirman que es un modo de explotación sexual y que es contraria a los Derechos Humanos de las mujeres y la infancia, un modo de esclavitud. Sitúan la prostitución de lujo como una manifestación de la aceptación social. Vivimos en una sociedad que todavía ha de trabajar mucho para conseguir una igualdad objetiva y real.
En 2007 el Congreso de los Diputados instó a los periódicos a eliminar los anuncios de prostitución. Algunos como Público y Diario de Navarra nunca publicaron, La Gaceta dejó de hacerlo en octubre de 2009. Sin embargo, todavía son muchos los medios de comunicación que siguen reservando hojas y hojas en sus periódicos para “contactos”, los cuales facilitan y promueven el tráfico de mujeres (ABC ingresa 10 millones al año por anuncios, El País cinco millones, uno menos El Mundo).
Son muchos los aspectos que no se han mencionado en este artículo y en los que es necesario reflexionar para comprender mejor la complejidad de esta problemática. Algunos: ¿qué buscan los prostituidores cuando van a “consumir” prostitución?, ¿buscan sexo o poder?, yendo más allá, ¿acaso la trata de mujeres, niñas y niños no es la respuesta a la demanda de la “industria del sexo”? ¿qué sentido tiene desprestigiar la trata y defender su causa (la prostitución)? ¿legalizar-regularizar la prostitución ayudaría a las mafias? ¿es rentable la prostitución? El debate de la prostitución ¿es sobre derechos humanos o sobre negocio? Tantas y más cuestiones pueden ser retomadas en otros artículos.
“Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética …”
Fragmento del libro “Teoría King Kong” de Virginies Despentes, ex-prostituta. Un ensayo en primera persona en el que se ataca a los tabúes del feminismo liberal: la violación, la prostitución y la pornografía.
Pilar López Moreno – Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y Monitora de Educación Sexual por la Fundación Sexpol de Madrid, actualmente continúa su formación en Especialista en violencia de género.
La información que se vierte a los medios de comunicación no hace si no dar a conocer una realidad muy distinta a la verdad. Tampoco se trata de abanderar ninguna causa en favor de las putas, pero la gente tiene una percepción bastante equivocada, ahi lo dejo.
Es violencia desde todo unto de vista, ya que si lo hiciesen por gusto o por sexo no se verían en la necesidad de cobrar, un saludo, excelente blog 😉