El pasado fin de semana, el público del Teatro Cervantes, precedido por una actuación de Desiguales, pudieron disfrutar del espectáculo «A mí que me registren», a cargo del humorista y actor Santi Rodríguez, el popular «frutero» de 7 vidas, que tuvo tiempo, pese a casi llegar in extremis a la ciudad para su show, para reunirse con nosotros y conocer su opinión sobre esta «vida moderna» que llevamos.
La obra trata de la dificultad de adaptarse a las nuevas tecnologías, ¿qué tal lo llevas tú?
Pues yo lo llevo mal, por eso lo cuento. Se me da muy mal todo lo que sea un “aparatejo” con botones, ya sea un móvil, un gps, el Home Cinema o internet por supuesto, de hecho me he tenido que borrar del Facebook ese porque no me enteraba de nada… Cualquier cosa en general de este estilo, lo paso fatal. Y yo cuento todo eso, que creo que es algo habitual en la gente de mi edad en mayor o menor medida, que tengan problemas con todo eso. La gente joven, que ha nacido con un móvil en la casa, no tiene ese problema, pero nosotros …
¿Nos hacen la vida más sencilla o en el fondo nos la complican?
Yo creo que a veces nos la complica, porque yo antes, por ejemplo, para llegar a un sitio miraba un mapa, me buscaba la vida, era muy despierto conduciendo y nunca me he perdido y he llegado perfecto. Sin embargo ahora, es que llevo el gps del coche y otro en el cristal, cada uno me dice una cosa, que gire para dos sitios a la vez, y al final termino dando una vuelta y preguntando.
Luego los móviles… Muchas veces estamos tan metidos con los móviles e internet que nos hemos aislado un poco. Entonces, la tecnología viene muy bien para algunas cosas pero para otras fatal.
La obra también trata de la dificultad de adaptarse a la vida moderna, ¿qué echas de menos de la vida antigua?
Pues yo echo mucho de menos mi walkman y mi cassette, y sobre todo el vinilo, que me regalaron un tocadiscos los últimos reyes y lo he recuperado. El sonido del vinilo me sigue pareciendo maravilloso, y por ejemplo para el teléfono tengo puesto el sonido antiguo, me gustaban mucho los teléfonos de dedillo.
No soy yo de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí que hay cosas que echo de menos.
Volviendo a la obra, ¿cómo está yendo la gira?
Yo creo que hasta ahora en todos los sitios el espectáculo está funcionando muy bien. Creo que es porque tiene cosas para todo el mundo, para hacer reír a todos… Si yo hablo del teléfono móvil, a la gente que tenga más o menos mi edad le hará gracia porque le habrá pasado similar seguro, y a los jóvenes les hace gracia porque ven reflejados a sus padres. Es un humor muy general y que no va enfocado a un tipo de público determinado, por lo que a todo el mundo le está haciendo gracia.
-El momento clave en tu carrera fue la participación en la serie televisiva 7 vidas.
Para mí fue un antes y después. Antes de la serie, llevaba un trabajo desde abajo, de base y no me iba mal, pero al salir allí pues sí notas un cambio cualitativo, subes un escalón, aunque yo me considere el mismo. A raíz de eso el cambio que ves es que eres conocido en todos sitios y se te abren muchas puertas.
¿Dónde te encuentras más cómodo, en televisión o en teatro?
Sin duda alguna en el teatro, que es donde empecé, en salitas haciendo monólogos, cuando nadie los hacía. La televisión te da la fama y el cine el prestigio, pero el teatro te da mucho más: la cercanía del público, la respuesta inmediata… Me quedo con él, sin duda alguna.
De un tiempo a esta parte, se ha popularizado en el país el monólogo y asistimos a una fiebre total, en bares, televisión… ¿Te sientes un pionero, con programas como el club de la comedia?
Cuando yo empecé la única referencia que tenía eran, en cinta, los monólogos de Gila y más tarde él mismo en alguna ocasión en televisión y Pepe Rubianes. Pero esto de ahora parece que los monologuistas sean champiñones y haya caído un tormentón, o caracoles –sin los cuernos-… Creo que en este país parece que hemos descubierto la piedra filosofal con los monólogos y todo el mundo los hace; incluso ahora más con la crisis, no te sale nada y dices: “pues venga, me pongo a hacer monólogos”. Y así te encuentras con gente maravillosa, pero luego te encuentras con algunos que dices: “majete tío, no te metas donde no te llaman”, porque no hemos llamado a gente que no vale, pero en fin…
¿En qué proyectos estás inmerso en estos momentos?
Yo nunca me planteo cosas a corto plazo porque es absurdo, luego vienen las cosas y te llevas el mal rato… Yo conforme salen las cosas me las voy planteando, a más de medio plazo no me preocupa nada; ahora en lo que estoy centrado es en la gira, abrimos en un teatro madrileño y luego pues de gira, como estamos hoy aquí.
¿Cómo un licenciado en Derecho acaba siendo cómico? Ha pasado usted de una de las profesiones más odiadas por la gente a una de las más agradecidas entre el público.
Hay una anécdota real en que un abogado cae a un foso de tiburones y sale ileso. Y luego los titulares decían: “entre colegas, se respetan”.
Bueno, es que yo hice la carrera por lo típico, los padres te dicen que algunas cosa tienes que tener fija, pero yo tenía muy claro que me iba a dedicar a esto.
¿Te has planteado ejercer la abogacía alguna vez?
No, en absoluto, y gracias a Dios, porque no hubiera sido tan feliz. Lo mío es esto, es para lo que valgo. Más vale así, yo no valgo para la abogacía, yo tengo que estar donde tengo que estar.
Siendo cómico, ¿qué te hace reír? Hemos leído que pocas cosas te enganchan.
Pocas cosas me hacen reír, soy una persona de risa complicada, quizá precisamente por deformación profesional. Yo por ejemplo voy al cine, en el que no soy ningún entendido, y disfruto las películas de guantazos como cualquiera y voy a ver Odisea 2001 y me duermo antes que cualquiera, pero con los monólogos el chiste lo ves venir, te esperas las cosas, te recuerda mucho a algo que conoces, etc.
Lo analizo de manera profesional y no voy como un público normal… Yo sería un público difícil, porque me cuesta mucho trabajo reírme, aunque cuando me río me parto.
Eres como conocido como “El Frutero”, ¿es algo que te molesta?
No, qué va. De hecho ahora están reponiendo la serie y como que hemos renovado la clientela, porque es la gente joven la que ahora la ve, y me conocen, y me parece genial, yo encantado.
¿Y cuál es tu fruta preferida?
Pues los nísperos y los kiwis. A los kiwis les tengo cariño porque fue la primera fruta que dije en la serie, cuando tenía unapel muy pequeño (en realidad era un cameo, como otros tantos de cientos que se dieron en la serie), pero a los productores les gustó, dije algo así como “¿quieres ‘kivis’?”. Cayó en gracia y le tengo mucho amor a esa fruta, pero la que más me gusta es el níspero y también el melocotón.
¿Hay algo en especial en lo que te gustaría participar?
Los hermanos Coen me han pasado un guión pero no me he visto en el papel, porque es de un asesino travestido y no me ha gustado, y ahí está Almodóvar tirándome los trastos pero tampoco me dejo seducir…
No, realmente no… ¿Sabes qué pasa? Yo pongo la tele y me pregunto dónde estaría yo. No encuentro sitio, es curioso que cuando más cadenas hay menos espacios útiles para mí encuentro. Pero bueno, es lo que hay ahora, así que yo de momento sigo muy feliz y muy a gusto de gira por aquí y por allí.
¿Has tenido que rechazar algún papel porque “no iba contigo”?
Sí, hay cosas a las que he dicho que no, incluso cuando no estaba muy boyante a nivel económico. Eran cosas en las que estaba convencido de base que no debía estar y dije no. Fíjate que muchas veces algo te interesa y luego por tema de audiencia o rentabilidad fallan, si hay algo que desde el principio no te llama claramente creo que síntoma de que debes decir que no, y hasta ahora creo que no me he equivocado.
¿Algún consejo para aquellos que quieren triunfar en este mundo? Sabemos que tus inicios fueron duros…
Mucha fe en uno mismo, porque tanto el entorno como las circunstancias van a intentar echarte abajo tus objetivos, y saber que nunca es demasiado el tiempo empleado en estudiar, tener referentes y prepararse. Y sobre todo respeto, humildad y educación, tres parámetros que yo manejo. Hay que respetar a la gente que ves subiendo porque luego te lo vas a encontrar bajando, y yo respeto mucho a mis compañeros, y también hay que tener muy en cuenta al público, hecho que parece que a veces se olvida y estamos donde estamos gracias a ellos. Y nada, mucho trabajo, es una profesión muy dura en la que en muchas ocasiones hay que aguantar el tirón, porque esto es una carrera de fondo.
-En este tiempo de crisis, ¿es más necesaria que nunca la risa?
Yo creo que sí, quizá el éxito de la obra sea el buen precio que tiene y que ya no salimos tanto como antes, no nos vamos de vacaciones tanto como antes, pero hostia, tienes que desahogar un poquito. Entonces creo que el espectáculo está bien de precio, que te pasas dos horas con alguien que conoces, y además yo luego salgo, atiendo a la gente gustosamente y creo que es una cosa buena, así que por ahí puede venir la aceptación que está teniendo la gira.
Muy buena entrevista, se nota que eres un gran profesional. Y el frutero auténtico, como en la serie siete vidas.
Qué cachondo el frutero, y qué cercano, se nota que sabe de donde viene, y que es el público el que le da de comer. No he visto ese espectáculo pero seguro que es bueno, y estoy con el en que ahora hay muchos humoristas muy malos, aprovechando el tirón del monólogo que está de moda, pero los realmente pioneros y originales se cuentan con los dedos de una mano.