El Petrerense protagonizó ayer uno de los partidos más largos que se recuerdan en la categoría, con un alargue de 12 minutos (en total 102 minutos y medio de partido) sobre el tiempo reglamentario que tan solo el árbitro sabe a qué se debió. Quién sabe si para que anotara el Saladar el gol de la victoria, que acabó llegando en el minuto 99, después de que el Petrerense llevara ya diez minutos jugando con nueve, en una jugada en la que el delantero rival cometió una mano clarísima que le permitó controlar el balón y enchufarla a la red.
El cabreo, claro, fue descomunal en todo el equipo del Petrerense. Jugadores y cuerpo técnico abroncaron al árbitro de forma ostensible al finalizar el encuentro, sobre todo exigiendo una explicación para el histórico tiempo de añadido que se había vivido. El árbitro no dio ninguna réplica a los jugadores y tampoco ha quedado justificado en el acta; que inexplicablemente tampoco refleja el aluvión de insultos que recibió. El entrenador, Antonio Campello, llegó a agarrarlo del brazo y, mirándole a la cara, le dijo: “si no explicas nada, so cab…, entras tú ahora al vestuario y animas a los jugadores”. ¿No quiso hacer sangre? ¿Le pesaba la conciencia? Son las reflexiones que quedan tras un encuentro bonito y disputado entre dos escuadras que lo dieron todo, y que finalizó de la peor manera, con el protagonismo del único que no estaba invitado a la fiesta.
Así, el pequeño y maltrecho campo del Saladar vivió un partido de brega y de físico. El Petrerense demostró estar más entero que en las últimas jornadas (recordemos que la semana pasada no hubo campeonato) y aunque el patatar que pisaban no favorecía su juego de toque, llevaba la batuta del partido, sin conceder metros al rival y con aproximaciones peligrosas. En tres de ellas, antes de la media hora, cantamos el gol, pero un acierto del portero o un error de puntería del delantero impidió que subiera al marcador. El Saladar no perdonó, y su espigado delantero sacó un gol de media ocasión: balón largo, control del mismo en la frontal gracias a su corpulencia, giro, disparo y gol. El 1-0 se mantuvo hasta el descanso, pese a la intensidad y voluntad que le puso el Petrerense.
A poco más que a esto, a su orgullo y a su entereza, podía apelar el Petrerense cuando, nada más comenzar el segundo tiempo, el medio centro Raúl Gómez vio la segunda amarilla y se fue para vestuarios. Tocaba remontada y con uno menos, y cerca de lograrlo estuvo este equipo, tan habituado a jugar con uno menos esta temporada. La igualada la conseguía Fran de un potente testarazo tras una falta lateral. Quedaba, aparentemente, un cuarto de hora para el final, y el Petrerense echó el resto, pensando que donde no llegaría el juego lo harían los bemoles. Estuvo cerca, como en otras ocasiones, pero sus arreones no tuvieron más premio que una nueva expulsión, la de Reca, en el minuto 90. Un empate fuera no era mal resultado, y el Petrerense sólo tenía que aguantar los dos minutos o tres que añadiría el árbitro… en teoría, porque ya saben cómo acabó la cosa.
La última imagen de este eterno partido fue ese enfado y ese dolor con el que los jugadores del Petrerense lamían sus heridas en el vestuario. «En este temporada no hemos tenido suerte en nada: muchas lesiones, resultados injustos y hoy este nefasto arbitraje», se quejaba Campello, «donde el árbitro no iba a pitar el final hasta que nos marcaran gol. Ha sido surrealista». Sin embargo, «vamos a luchar hasta el final con más fuerza que nunca», ahora que el equipo está a tres puntos del descenso, «y con esta actitud y esta voluntad invertiremos la dinámica, no me cabe duda». La siguiente final, en el Barxell dentro de dos semanas, el día 10 de abril, contra el Benferri, segundo de la categoría.