El 16 de febrero de 1979 es un día importante para la localidad de Petrer: ni más ni menos el día en que la Iglesia cede el Castillo al ayuntamiento de la localidad. Para certificar este acta de cesión se reunieron, dando fe de ello el notario Nicolás Ferrero, el alcalde del Ayuntamiento de Petrer, Enrique Navarro Quiles, y el párroco local, José Tormo Porta.
El documento que firmaron comienza relatando la posesión de «un Castillo de traza mora por parte de la Iglesia Parroquial de S. Bartolomé Apostol». Su titular, la Iglesia, se hacía acreedor de ello por «concesión que le hizo en tiempo inmemorial el Rey Jaime II de Aragón , y que fue inscrito, en virtud de certificación expedida por el Vicario General del Obispado de Orihuela, en esta ciudad el 4 de mayo de 1957». Pero esta propiedad, de «tiempo inmemorial», y valorada en la época en 300.000 pesetas, estaba a punto de cambiar de manos: «la Iglesia Parroquial de San Bartolomé Apóstol de Petrel, representado por su Cura Economo, DONA al Ilustre Ayuntamiento de Petrel que, representado por su Alcalde, acepta agradecido la donación del Castillo».
Sin embargo, no se donaba sin condiciones. Así, leemos: «el Ayuntamiento de Petrel, representado por su Alcalde, ACEPTA la condición impuesta por el Excelentísimo y Reverendísimo Obispo de Orihuela – Alicante, en los términos que resultan del escrito incorporado a esta matriz». La condición única que pone la Iglesia es la de que «el Ayuntamiento siga abonando anualmente a la Parroquia los gastos de la Oblata (tradicionalmente, dinero que se da al sacristán o a la iglesia por razón del gasto de vino, hostias, cera u ornamentos para decir las misas), debiendo aumentar oportunamente esta contribución al culto de la Parroquia si las rentas del Castillo fueran un día considerables».
Un año antes a este momento, el Ayuntamiento de Petrer había alcanzado el siguiente acuerdo en Pleno, del que da constancia el secretario Alberto E. Blasco Toledo: «dada la lectura al Decreto del Excmo. y Rvdo. Obispo de la Diócesis de Orihuela (Alicante) por el que se hace donación del Castillo de la Villa al pueblo de Petrel y, en su representación, a este ayuntamiento, se acuerda por unanimidad aceptar la citada donación, agradeciendo al Sr. Obispo la magnánima actuación en favor de esta Villa de Petrel, la que aspiraba a tal logro para poder conservar el Castillo y reconstruyéndolo, en lo posible, dedicarlo a fines culturales e históricos y relacionados con la Fiestas Hispano-Árabes (como antes se conocían las fiestas de Moros y Cristianos), declaradas de interés turístico nacional y de tanto arraigo y tradición en este pueblo». También se especifica que «se acuerda subvencionar la Parroquia de San Bartolomé de Petre con la cantidad de 500 ptas. anuales con el fin de sufragar los gastos de la Oblata fundada por el anterior donante del mencionado Castillo a dicha Iglesia Parroquial».
De la lectura anterior, y aquí puede descargar el acta de cesión original para interpretarlo usted mismo, parece derivarse, por parte de la Iglesia, una implícita claúsula en esta cesión pactada por la cual el Ayuntamiento se obliga a reconstruirlo y embellecerlo, dedicándolo así a fines culturales e históricos y relacionados con la Fiesta de Moros, algo que por aquel entonces se quería potenciar y patrocinar por parte de la corporación municipal. El año de la cesión, 1979, comenzó una profunda rehabilitación del Castillo, superior en importancia incluso a las efectuadas recientemente, pero nunca, má allá del puntual acto de la Rendició, se ha destinado a potenciar las Fiestas de Moros y Cristianos. Algo tan presente entonces como unir la tradicional celebración de moros y el Castillo ha ido desapareciendo a lo largo del tiempo, tanto que en la actual actuación sobre este emblema local se ha optado para habilitarlo para acoger (como en el caso de las Casas-Cueva) otro tipo de exposiciones que nada tienen que ver con las fiestas.
El uso que se le da al Castillo ha sido un tema de perpetua polémica en la vida política y social de la ciudad, quizá porque nuestros representantes nunca se mantuvieron fieles al documento que firmaron en 1979. De hecho, esta separación de los términos del pacto que acordaron Iglesia y Ayuntamiento, y en especial la realización de bodas civiles en el mismo, es algo que ha molestado al párroco local, Antonio Rocamora. Nos consta que ya ha hecho llegar sus reparos a esta práctica a Pascual Díaz, alcalde de Petrer. Entre boda y boda, ha pasado cerrado gran parte del tiempo y ahora, conscientes defintivamente del valor turístico y patrimonial del mismo, se pretende reactivarlo. Repasa nuestro ‘Especial Castillo’ en casi todas las secciones para conocer en profundidad el alcance de las reformas técnicas y espirituales con las que vamos a convivir a partir de ahora.
Desde luego, y siendo el escenario que es, ha sido desaprovechado por todos los ayuntamientos; si estaba pactado para los moros, ¿por qué nunca se ha hecho nada?. Que vayas al ayuntamiento y a los festeros nos digan que no hay dinero, vale, pero que incluso no utilizamos las cosas que nos corresponden, como se demuestra aquí, es más mosqueante…
Ánimo que estas fiestas serán las mejores porque son las más necesarias