A la petrerense Raquel Melero podemos imaginarla ahora mismo a bordo de un Fiat Panda 4×4, que llevado al límite se abre camino entre un mar de dunas, dejando una polvorienta estela a su paso. Es la quinta etapa del Panda Raid y seguro que, como ayer y mañana, tendrá que echar mano de su brújula y su intuición para guiarse en la uniforme inmensidad del desierto marroquí, uno de los múltiples desafíos que encierra la experiencia.
La popular carrera sacia la sed de aventura de nuestra vecina, que confiesa “llevaba años queriendo correrla”. El periplo comenzó el pasado 28 de abril y se extenderá hasta este sábado, 6 de mayo. Son nueve etapas en un entorno árido e inclemente, pero también fascinante y cautivador. Junto a su compañero de fatigas en este lance, Roberto Ferrer, y otros 343 equipos, el Panda Raid se configura para todos ellos como una experiencia única donde se recorren una media de 200 kilómetros diarios, bajo un desgastante sol (hoy alcanzarán un pico de 38 grados) y un horizonte infinito.
Para Raquel, no obstante, es algo más: una oportunidad para poner el foco y revindicar su indispensable labor. Investigadora postdoctoral en el Instituto Carlos III, actualmente se encuentra trabajando en la unidad de tumores sólidos infantiles, donde trata de descifrar el medio de comunicación existente entre las células tumorales de Sarcoma de Ewing. Es un tumor raro que se da en edades tempranas y que, una vez ocurrida la metástasis, disminuye drásticamente las posibilidades de supervivencia de los infantes afectados. “Siempre supe que me quería dedicar a la investigación y más concretamente estudiar qué cambios ocurren en nuestro organismo para que se desarrolle una enfermedad. Creo que esta es la única manera de poder encontrar una cura”, explica.
Eventos como esta carrera old school –sin GPS, sin wifi, sin asistencia externa- son una excelente manera de aportar visibilidad a estas dolencias y enfermedades que en demasiadas ocasiones son ignoradas en nuestra sociedad. Los investigadores no sólo luchan contra estas patologías, sino también contra la falta de medios y recursos. La propia Raquel desarrolla la gran motivación que la ha llevado a dormir estos días en improvisadas tiendas de campaña: “Mi intención es poner en el punto de mira “la existencia” de las enfermedades raras, pudiendo darlas a conocer un poquito más a la sociedad, y además, poder dar difusión a las asociaciones de familiares de pacientes, con las que gracias a su apoyo conseguimos generar contratos para buscar la cura a una enfermedad que todavía no la tiene”. Se denomina enfermedad rara a cualquier enfermedad que tiene una incidencia menor a 5 casos por cada 100.000 habitantes. Algunas de ellas han llegado a conocerse únicamente gracias a casos particulares, en los que los propios implicados han dado a conocer su enfermedad en las redes sociales o sus padres una vez fallecidos sus hijos y darse cuenta de las pocas alternativas que han tenido, deciden montar fundaciones para ayudar monetariamente a los investigadores y asesorar a las familias que desgraciadamente se encuentras en su misma situación.
“Son siempre casos muy tristes, pues se trata de un cáncer infantil que quita muchos años de vida a sus pequeños pacientes”, ahonda Raquel. “A día de hoy no existe una cura y ya se ha visto que los tratamientos convencionales como quimio o radioterapia no terminan de ser la solución. Ojalá este rally, además de servir como una experiencia de vida personal para mí, sirva para concienciar a mucha más gente de la existencia de enfermedades cuya investigación se sustenta gracias al apoyo de familiares y amigos”.
Para todos aquellos interesados, en esta cuenta de Instagram hay actualizaciones diarias, y en esta otra página web puede monitorizarse el recorrido de cada participante (Raquel y Roberto llevan el Panda 119).