Ya ha pasado mucho tiempo desde que empecé con esta aventura en mi vida, convirtiendo una afición creciente en auténtica pasión, pasión por la naturaleza.
Son ya más de 20 años con el cuaderno de campo y cámara en mano intentado descubrir y aprender la vida y costumbres de la fauna salvaje que habita en nuestros valles y montañas, y tantos años han dado para muchas historias y anécdotas, recuerdos que quedan grabados a fuego en la retina. En esta historia en concreto se produjo un vínculo especial con un animal en particular: Helí, la gavilana.
Helí la gavilana en 2016, en su primer año de vida:
Todo ocurre un pequeño pero maravilloso bosque, en algún lugar del valle, donde hace más de una década desde la Asociación de Amigos de L’Avaiol decidimos instalar un escondite fijo para observar y fotografiar la fauna que ronda estos ecosistemas.
Allí hace unos cinco años conocí por primera vez a la protagonista de esta historia. Helí era tan solo un pollo recién salida del nido, apenas tenía unos meses de vida, siendo ya una hembra de gavilán con un gran porte, aunque por supuesto sin experiencia.
Mäs imágenes de Helí de 2016:
Poco a poco fueron pasando los días y fue adquiriendo velocidad y destreza en su vuelo a través de los innumerables obstáculos que ofrece el bosque. Se le daba muy bien la caza de pequeñas aves, siendo petirrojos, escribanos y zorzales sus presas más habituales.
Presas habituales de la gavilana en esta primera etapa:
Conforme fueron pasando los meses fue subiendo su nivel de presas, y empezó a atreverse con palomas torcaces y perdices, presas de mayor porte y dificultad para darles caza. Paso a paso comenzó a forjarse en la caza hasta convertirse en una guerrera del bosque, su sola presencia silenciaba el sonido del bosque.
Presas habituales en una segunda etapa:
Al cabo de un año, casi sin saberlo, había conquistado el trono: ya había una reina en el bosque.
Y nosotros, motivados por la frecuencia de visitas de esta preciosa gavilana a nuestro escondite, nos volcamos casi exclusivamente en observar y fotografiar a esta joya alada, pues es una de las especies más difíciles de observar en libertad, ya que casi siempre permanece oculta.
Pero todo no fue un camino de rosas: los inviernos eran muy duros, pues las presas escasean y cada vez es más difícil su captura. Aunque este no iba a ser su mayor problema. Cuando Helí tenía casi dos años de edad, una hembra adulta y veterana de cernícalo vulgar apareció en su reino con intenciones claras de quedarse con él, pues ese bosque es un excepcional sitio de caza.
Recuerdo perfectamente esas semanas de tensión y enfrentamientos entre ambas rapaces. Pero hubo un día en que la historia cambió de golpe. Helí acababa de cazar y estaba encima de su presa a punto de empezar a desplumarla cuando de la nada apareció la cernícala para intentar robarle la comida.
La gavilana, en un ataque de furia, comenzó a atacar a su archienemiga, desplegando eléctricos vuelos y sus garras afiladas como cuchillas. Después de varios lances consiguió espantar por fin de una vez por todas a su competencia; la cernícala salió tan escarmentada que no volvimos a verla por la zona.
Más imágenes de 2018:
Después de la tormenta llegó la calma, pasó el invienor sin mayores dificultades y la primavera dio paso a su primer año como hembra reproductora, pero esta parte de la historia la dejamos para más adelante… Continuará.
Increíble seguimiento de las rapaces en el Maigmó. Sí señor