Es innegable que es necesaria la revisión y transparencia de las cuentas de nuestros representantes políticos. Todos somos iguales, según nuestra constitución, nadie debe esgrimir en nuestra sociedad privilegios en nombre de un supuesto servicio público. Todos, de una manera u otra, estamos trabajando ejerciendo un servicio público, colaborando con nuestros impuestos, colaborando con nuestra transparencia fiscal, que es accesible al estado, al sostenimiento del mismo, y no por eso se nos atribuye ningún privilegio.
El dedicarse a la política es una opción dentro del amplio espectro de actividades que una persona puede ejercer a lo largo de su vida laboral, y en ningún puesto de trabajo que desarrolle le van a asegurar una pensión en el momento que deje de ejercerla, ni le van a asegurar su puesto de trabajo por cuatro años, al contrario, pesa la incertidumbre desde el primer día que accede al mismo, ya que en cualquier momento puede ser despedido si no demuestra su capacitación . Los políticos no, sean o no aptos para su cargo, tienen asegurado el trabajo durante cuatro años, y, además, se nos obliga al ciudadano a mantener el estatus de estos durante toda su vida.
La acumulación de cargos públicos es otra de las cuestiones que debe ponerse sobre la mesa, ya que es imposible que una sola persona pueda ejercer con diligencia y responsabilidad los mismos. Es en si una acumulación de cargos y sueldos en una misma persona, con el único fin de enriquecerse, ya que ni física ni intelectualmente es posible realizar un buen trabajo.
El ser político debería ser una cuestión de vocación, que como cualquier otra vocación, sea medico, abogado, maestro, fontanero, asuma la incertidumbre que conlleva su desarrollo, y que por la facilidad de acceso al mismo no sea elegido por personas que ven en ello una posibilidad fácil de enriquecerse y de enrocarse en un estatus que le mantiene por encima de los demás ciudadanos. Me parece que la Revolución Francesa ya se produjo hace siglos, y el espíritu de la misma está en cada uno de nosotros, sobre todo la abolición de los privilegios de clase.
Está claro que nadie está pidiendo que ganen más o menos, no es esa la cuestión, tal vez ganen poco en sueldo base, solo se pide transparencia, y que se dediquen en exclusiva a su cargo, a un solo cargo, que acudan a su trabajo, que para eso se les paga, y que como cualquier ciudadano, y aun mas por ejercer un cargo público sean claros y publiquen sus sueldos, que parece que les avergüenza hacerlo, que hagan lo que exigen a los demás, y si se atreven a decidir sobre el futuro de los demás en cuestión de pensiones, que prediquen con el ejemplo, y empiecen a renunciar a los privilegios que se han otorgado a lo largo de estos últimos treinta años.
La ciudadanía está dispuesta a alargar su periodo de cotización, comprende cómo es la situación, y hacia donde nos dirigimos. Una vez más el pueblo tiene más responsabilidad que sus dirigentes, ya encallecidos y perpetuados en la escena política española que necesita un aire nuevo, nuevas caras y proyectos, no herederos políticos de padres y padrinos del partido creando la nueva casta privilegiada. Es necesario un cambio en la forma de acceder y ejercer cargos que elimine esta posibilidad. Pensar en la solución nos llevará a la resolución del problema.
¿Y un mundo sin políticos? ¿Y un mundo sin estructuras jerárquicas y piramidales, sino horizontales, con una participación real, con intervenciones de los ciudadanos que cuenten? Las democracias occidentales están obsoletas y los dirigentes fosilizados. Pensar sí, imaginar también…pero más que soluciones y parches, revoluciones.