Mujeres de Petrer en la Segunda República y en la Guerra Civil

HOMBRES AL FRENTE, MUJERES A LA RETAGUARDIA

Otras mujeres petrerenses también marcharon a Madrid para colaborar en su defensa. Pura Poveda Maestre la Ramasa, y Bárbara Payá Cortés la Estrosa, eran militantes de la Juventudes Socialistas Unificadas, las dos regresarían a los pocos meses; la primera de ellas, al caer muerto su marido Francisco Beltrán en el frente de Guadarrama, la segunda por enfermedad. La carne de mulo en malas condiciones le produjo unas fiebres muy altas que le impidieron continuar. Sabemos, por su testimonio, que Carmen Redondo Aracil acompañó a Remedios a Madrid los primeros días, pero sus hermanos José y Rafael, también voluntarios, la hicieron regresar a Petrer antes de entrar en combate. Durante los primeros meses de guerra, la incorporación de la mujer no fue muy numerosa. La propaganda las animaba a tomar las armas y formar parte de columnas de milicianos, aunque no siempre éstas entraron en combate.  A la mayoría se le asignó trabajos de mantenimiento en la cocina, lavandería o sanidad. Pronto se las dejó de valorar en la acción militar, desatándose una fuerte polémica donde las alabanzas del principio se tornaron en duras críticas que cuestionaban la capacidad de la mujer para luchar como igual al lado del hombre.

El sentimiento machista afloraba, una vez más, incluso entre los combatientes más preparados. Así leemos en la revista Nuestra Brigada n° 32 del 27 de mayo de 1937 a un teniente que escribe: «Categóricamente declaro que mujeres en las trincheras no debían de existir… Porque allí donde hay una mujer entre soldados, ésta, aunque sea involuntariamente unos porque son débiles ante el sexo y otros contagiados por sus gracias, siempre felinas resta pensamientos y vitalidad combativa».

Un decreto del Gobierno de finales de 1936, siendo presidente Largo Caballero, excluye a las mujeres del ejército regular, aunque algunas de ellas (Remedios es un ejemplo) continuaron hasta el final de la guerra. Razones de Estado, apoyadas en la necesidad de formar un ejército de reemplazo y con un componente elevado de disciplina militar, se sumaron a otras causas menos importantes, como la de evitar los brotes de enfermedades venéreas que habían hecho su aparición.

La mujer fue animada a ocupar, en la retaguardia, los puestos de trabajo que había dejado el hombre en las fábricas. La incorporación de éstas fue un hecho y la consigna aglutinó tanto a las organizaciones de mujeres como a los partidos y sindicatos, aunque fueron muchas las que espontáneamente trabajaban ya en la retaguardia sin esperar dicha consigna.

En Petrer, como en el resto del país, gran número de mujeres se movilizaron. A principios de otoño de 1936 un centenar de niños y niñas procedentes de Madrid llegaron evacuados a nuestro pueblo para huir de los constantes bombardeos que sufría la capital. Aquí fueron acogidos por las mujeres, compartiendo en sus hogares cuidados, pan y cariño. Al recordar estos hechos, aquellos que los vivieron exclaman ¡traían y faltaban! ya que había más familias dispuestas a la acogida que niños evacuados. Las mujeres demostraron un comportamiento ejemplar y solidario, pues no les importó compartir lo poco que poseían con otros más necesitados.

Petrerenses celebrando el primero de mayo antes del advenimiento de la República. Entre otros el tio Nelo, Carlos la ley, Consuelo la Fayaga, Sara, Claudia y Arturo Román
Petrerenses celebrando el primero de mayo antes del advenimiento de la República. Entre otros el tio Nelo, Carlos la ley, Consuelo la Fayaga, Sara, Claudia y Arturo Román

La confección de ropa para el frente fue una tarea importante que también realizaron las mujeres. En el Molinet y en un taller colectivo situado en Cuatrovientos, afiliadas a la CNT y la UGT, unas a tiempo parcial y otras con dedicación plena, realizaban chaquetas y pantalones para los soldados.

La construcción de refugios antiaéreos en la Plaça de Baix, en la de Dalt, calle Fomento, etc., contó con la colaboración de la mano de obra femenina. Angelina Montesinos, Justa Beltrán, como también Julia y Tona participaron activamente en los trabajos de excavación.

También encontramos mujeres en las fábricas de armas que, por motivos estratégicos, el Gobierno habla trasladado a nuestro pueblo. Durante dos años se fabricaron en Petrer armas cortas, cañones de poco calibre, etc. El historiador José M. Santacreu, en Festa 91, cita a Herminia Pérez, Armonía Maestre, Leonor Verdú, Concha Francés, a las que hay que añadir Rosa la de Manga y Dolores la Caudetana, como trabajadoras de esta fábrica.

Convertida la finca «El Poblet» en hospital de guerra, especialmente para voluntarios internacionales heridos en combate, mujeres como Pepita Maciá prestaron su labor como enfermeras. Para estos y otros heridos iban destinadas las sábanas, mantas y colchones que las mujeres de las Juventudes Socialistas y Libertarias recogían entre la población. Todavía recuerda Feliciana Tortosa la impresión que le produjo un águila dibujada que resaltaba de entre las cortinas de esta antigua y regia mansión.

También las representaciones teatrales que las JSU hacían por los pueblos eran una fuente de ingresos, aunque modestos, para el Socorro Internacional.La prolongación de la guerra agravó la escasez de alimentos, al mismo tiempo que la provincia de Alicante se convertía en receptora de una población evacuada cada vez más numerosa procedente de otras ciudades. Las colas y las cartillas de racionamiento hicieron su aparición y muchas mujeres de Petrer se vieron obligadas a viajar a otros pueblos en busca de harina y otros alimentos: estraperlo. Las cosechas de las fincas incautadas o confiscadas en nuestro pueblo fueron objeto de una siega muy particular durante semanas por jóvenes libertarias y socialistas. La carencia de hoces fue sustituida por las propias manos, que eran aliviadas y restablecidas con aceite de oliva.

La variación de las costumbres alcanza a la institución matrimonial produciéndose buen número de uniones libres, celebradas y registradas en los sindicatos obreros, como alternativa a la boda tradicional. Bonifacio Navarro, secretario local de las Juventudes Libertarias, actuó en una ocasión en este cometido.

Era habitual ver a las milicianas por la calle portando pistola al cinto, las manifestaciones públicas de jóvenes de ambos sexos en apoyo de la causa republicana eran frecuentes y la marcha de la guerra en los distintos frentes era seguida con interés, a través de los aparatos de radio instalados dentro de los locales sindicales frecuentados siempre por numeroso público.

La organización de Mujeres Antifascistas no tuvo presencia activa en Petrer, las mujeres socialistas o republicanas realizaban su labor a través de los partidos y sindicatos tradicionales; sin embargo, Mujeres Libres sí tuvo implantación en nuestro pueblo. Sabemos que Josefa Soriano Beltrán asistió al Pleno Regional de Mujeres Libres celebrado en Valencia el 28 de mayo de 1938. Esta organización anarquista planteó, por primera vez en España, la problemática de la mujer desde una perspectiva tan innovadora que resultaba difícil de entender, incluso para Federica Montseny, líder destacada de la CNT.

A grandes rasgos, Mujeres Libres proponía la igualdad entre los sexos, pues continuaba existiendo la doble moral, la explotación de la mujer, la marginación de la vida pública y la indiferencia casi total hacia sus reivindicaciones, incluso por los mismos militantes anarquistas.

María Soriano Beltrán, activista de Mujeres Libres, fue la primera mujer concejala del Ayuntamiento de Petrer (acta municipal del 20 de mayo de 1938). Hermana de Josefa Soriano, antes citada, ocupó junto con Ana Martínez M., compañera del conocido cenetista Ramón Congost, responsabilidades municipales en los últimos meses de la contienda.

Por último, es de justicia recordar los nombres de algunas mujeres que se distinguieron por su entrega y ab¬negación en aquellos años difíciles y turbulentos: Luisa, Inés y Josefina Montesinos Homenetes, Remedios y Bárbara Payá Estroses, Remedios Poveda la Mala, Ana Poveda la Turqueta, Pepita Gironés la Xixonenca, Rosario Iñiesta Pintetes, Brígida Valera, Társila Aracil la Merenga, Justa Beltrán, María Mollá, Carmen Montesinos Barruga, Dolores Marcos, Angelina Montesinos Quena, Rosa Bernabeu Roseta, Teodora y Felicitas Navarro, María Rosa Rico, Primitiva Sambartolomé; y por último a Josefa Poveda Beltrán y a Josefa Sambartolomé Poveda, fusiladas después de terminada la Guerra Civil.

Muchas de ellas fueron encarceladas y desterradas por defender o apoyar un régimen republicano legal¬mente constituido. Hoy resulta difícil entender que participar en un partido político o sindicato pueda ser un delito penado con la muerte o con años de prisión. Todas las guerras y mucho más si es una Guerra Civil desata del interior de los humanos sus miserias y sus grandezas y si bien alguna de estas mujeres pudo cometer algún acto reprobable, de ninguna manera el castigo impuesto estuvo en proporción al delito.

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