El contexto comarcal: migraciones y actividades económicas
No siempre una fuente demográfica nos proporciona la materia suficiente para conocer el verdadero estado de una población. Pero en otros casos, la cantidad de datos que aparecen nos obliga a segregarlos y jerarquizarlos, bien porque pueden ser superfluos, o bien porque sólo nos interesan ciertos aspectos específicos. Centraremos nuestro estudio en el cambio de la estructura laboral, que se inició en la comarca a finales del siglo XIX. Se pasó de una economía deprimida, basada en la agricultura poco productiva y en la artesanía rudimentaria, a una economía fluida favorecida por una actividad en auge, la del calzado y sus afines, que creció en la comarca gracias al afán de progreso de una población joven en su mayoría. El cambio laboral nos lleva por otro lado a analizar las migraciones durante esta etapa. La población de Petrer crece a medida que se implantan las industrias en el municipio, que son la causa principal de atracción de inmigrantes de los municipios cercanos en decadencia, pero también sirven de freno para los emigrantes.
La economía petrerense entre 1900 y los anos veinte se basaba fundamentalmente en la agricultura de secano.
Alfarería de José Román Maestre. Mujeres bordando botijos denominados ingleses. Año 1899.
De unas 2.900 hectáreas de cultivo, 2.600 estaban ocupadas principalmente por el cereal, olivo y viña (Pavía, 1993). La otra gran actividad era la alfarería, pero sólo era rentable para algo más de un centenar de personas, las que constituían las grandes sagas alfareras de la villa. Aisladamente se practicaba otra actividad económica, era el caso de las harineras y los hornos de pan.
Paralelamente, en Elda se estaba viviendo un auténtico desarrollo socioeconómico fundamentado en la industria del calzado, que creció gracias a la mentalidad emprendedora de los jóvenes, que para esos años suponían la mayor parte de la población. Estos jóvenes huían de unas tierras y huertos improductivos, con escasos recursos hídricos y mal abastecidos. Para otros la solución fue la emigración, pero los que se quedaron asistieron a un cambio radical de la población activa. En los primeros años del siglo la industria del calzado ya era la actividad predominante, mientras que la actividad primaria retrocedía.
En Monóvar el cultivo de la vid gozaba de buena salud gracias a la demanda francesa. Sin embargo, la llegada de la filoxera a esta comarca provocó la ruptura en el ritmo de las exportaciones, además la agricultura monovera se vio afectada por las constantes sequías. Demográficamente supuso que entre 1911 y 1920 el crecimiento intercensal fuese negativo, -0.79% anual (Belando, 1980). La decadencia económica no se estaba salvando como en Petrer o Elda. centro del auge industrial de la comarca, y solamente a partir de los años treinta empezaron a ubicarse las primeras industrias que posibilitaron una mínima recuperación demográfica.
La situación de Sax era tan preocupante como la de Monóvar: entre 1905 y 1935 perdió 2.177 habitantes por emigración. Esos emigrantes eran los que regresaban a sus lugares de origen por la recuperación de la vid, se desplazaban a realizar actividades agrarias a corto plazo a otras zonas, o bien se marchaban a Elda con motivo de la industria zapatera (Ponce, 1985). A principios de 1923 aparecen las primeras fábricas de calzado que atrajeron mano de obra y expertos del calzado, pero no es hasta 1934 cuando apareció la industria de fabricación de persianas. que supondrá la verdadera revitalízación de la actividad sajeña y el fin de la pérdida de población por emigración.
Sectores laborales en 1935
Hasta la dictadura de Primo de Rivera, la economía de Petrer se basaba en los beneficios generados por la destilación y comercialización de vinos, y por la alfarería y sus afines, con la instalación en años anteriores de alfarerías de importante producción. La alfarería tradicional estaba en declive, hasta que el cierre en 1932 de la «Unión Alfarera» supuso prácticamente el fin de esta actividad en el municipio. El pastoreo, por su parte, estaba mal organizado, aunque el ganado lanar y caprino era abundante.
Distribución en sectores de la población activa de varones. Fuente: AMP. Padrón de habitantes de 1935. Elaboración propia.
Todas estas dificultades conformaron el caldo de cultivo que motivaría a los jóvenes a buscar una salida laboral menos sacrificada y más rentable. Muchos de ellos emigraron a Elda para incorporarse a las fábricas de calzado. Al poco tiempo, ya se engendraban los primeros talleres en Petrer. Es en 1914 cuando se registró la primera fábrica en nuestra localidad, poco después el inicio de la Primera Guerra Mundial supuso otro empuje a la industrialización de la comarca, gracias en parte a la demanda inglesa. En 1923 unos 2.000 obreros de la villa estaban empleados en las más de 20 fábricas que se habían instalado y las que lo seguían haciendo (Pavía, 1993). Las grandes naves industriales surgen a mediados de los veinte, en muchos casos sus operarios se contabilizaban ya por decenas.
Durante la década de los treinta la agricultura del pueblo tuvo como principal dificultad la sequía. Muchos abandonaron el trabajo en el campo por los nuevos empleos que surgían en las fábricas de calzado y en el trabajo municipal. Este suceso provocó que ya en el padrón del 35 las elevadas cifras de activos agrícolas y artesanos cesaran en favor de un mayor número de zapateros, industriales o representantes del calzado. El cambio en la actividad económica tuvo consecuencias directas tanto en su momento como en años posteriores.
A primera vista las cifras nos indican el predominio de las actividades industriales sobre el resto. La dedicación a la agricultura dejaba paso al calzado y sus afines, con un total de 955 varones registrados en esta profesión. Era básicamente una actividad urbana, todavía en las zonas rurales se dedicaban estrictamente a las actividades relacionadas a la producción agrícola, aunque es cierto que la industria del calzado se empezaba a expandir por todos los ámbitos. Sin embargo, el sector secundario no era diversificado, y hasta un 46,47% del 55,82% que representaba dicho sector se ocupaba en el calzado. Otras actividades secundarias que podían tener cierta relevancia dentro de los varones activos eran la construcción y la cerámica, ambas suponían casi el 6% del total.
El sector primario era el único que experimentaba un importante retroceso. Las dificultades climáticas y humanas impedían cierto grado de desarrollo agrícola. Si en el secundario predominan los zapateros, en el sector primario ocurre lo mismo con los jornaleros, son un total de 565 sobre 687. Aunque en cifras absolutas hay más jornaleros en el casco urbano que en el campo, en cifras relativas más de dos tercios de los habitantes rurales son agricultores, por lo que todavía hay un fuerte contraste entre la dedicación de la población urbana y la rural.
Fábrica de hormas de Julio Beneit. Años 30.
Es el terciario el sector menos desarrollado, los activos ocupados eran minoría. Los empleos solían estar relacionados con los comercios de distribución de alimentos, como panaderías o pequeñas tiendas, o también los correspondientes a servicios personales: barberos, sastres, sirvientes, etc. Las actividades terciarias están directamente relacionadas con los procesos de urbanización, por tanto era en la ciudad donde se concentraban los comerciantes, siendo casi testimoniales fuera de ella.
Lo más significativo de la estructura laboral en 1935 es que porcentualmente ya eran veinte puntos los que separaban a la actividad secundaria de la primaria. En términos geográficos, se experimentaba la transformación de una economía de base agraria a otra en vías de desarrollo industrial. Por tanto, de forma contradictoria, es durante un periodo de numerosos conflictos laborales y huelgas sindicales cuando en Petrer se fomenta la acumulación de trabajadores en fábricas, del mismo modo que se llevan a cabo otras tantas reformas agrarias que ejercen en el pueblo el efecto contrario. La aparición de ilustres empresarios que consiguieron asentar la industria zapatera fue el principal detonante del cambio de dedicación profesional en Petrer, contribuyendo al crecimiento tanto económico como demográfico.
Actividad ganadera a principios del siglo XX (Casa Castalla).
La llegada de inmigrantes a Petrer
En años de crecimiento económico, industrial y urbano era necesario un incremento demográfico acorde a la nueva situación que empezaba a experimentar la villa. Por un lado hemos de tratar el crecimiento vegetativo, es decir, la diferencia entre los nacimientos y las defunciones. Sin embargo, el padrón no hace referencia a este aspecto, puesto que es una función más propia del Registro Civil. La consulta de otras fuentes facilita el conocimiento aproximado de las cifras absolutas de crecimiento, que son las que resultan de añadir el saldo migratorio al propio crecimiento vegetativo.
Evolución de la población en Petrer. Fuente: AMP. Padrón de habitantes de 1935. Elaboración propia.
Sumergido en plena transición demográfica, el modelo petrerense estuvo influenciado por la evolución a la baja y simultánea de las tasas de natalidad y mortalidad. La natalidad, siempre superior en un 5 por mil a la mortalidad, favoreció un moderado crecimiento vegetativo.
El peso del crecimiento real lo tendrá fundamentalmente el saldo migratorio, que trastornará los índices de crecimiento natural relativamente bajos. Los motivos de este desarrollo los debemos buscar en dos aspectos básicos: por un lado, el origen de los inmigrantes y, por otro, el periodo en que estos llegaron, que tiene su punto de inflexión con el inicio de la industrialización.
A principios de los treinta se proyectó cine por primera vez en una conocida finca de Petrer. El desarrollo se producía en todos los sentidos.
Según el origen de los registrados en el padrón, hasta 2.256 habitantes no eran nacidos en Petrer. es decir, el 35,70% del total. La mayor parte de estos inmigrantes provenían de la propia provincia (1.754), mientras que el resto de inmigrantes españoles llegaban principalmente de Castilla-La Mancha y Murcia, y en menor medida lo hacían familias madrileñas, catalanas o de la vecina provincia de Valencia, en total eran 456 habitantes. Los inmigrantes no alicantinos llegaban en busca de un empleo estable, aunque también se podía dar el caso de que llegaran de áreas con una industria zapatera avanzada, como Almansa o Mahón, y que tenían como finalidad divulgar su oficio. Los inmigrantes extranjeros contabilizaban 46, todos ellos africanos, latinoamericanos o franceses. En unos casos llegaban por proximidad, en otros porque regresaban a su lugar de origen, pero todos llegaban atraídos por el desarrollo económico que se experimentaba en la comarca.
Sin duda, la importancia se la hemos de dar a las migraciones del interior de la provincia. Se rigen por un principio básico; huyen de áreas decadentes basadas en la actividad agrícola hacia lugares en los que se está experimentando una verdadera revolución industrial. El campo, por rentable que fuese, no evitó que los emigrantes superaran los inmigrantes.
Origen de los inmigrantes provinciales. Fuente: AMP. Padrón de habitantes de 1935. Elaboración propia.
Los municipios donde más influyó el desarrollo petrerense fueron principalmente los colindantes, que a su vez no pudieron desarrollar una actividad económica potente. Por este motivo, fueron los inmigrantes procedentes de Agost, Novelda, Castalia, Monforte del Cid y Monóvar los más notables. En un plano secundario quedarían los inmigrantes del Alto y Bajo Vinalopó, La Foia de Castalia y L’Alacantí. En definitiva, son estas las personas que incrementaron la mano de obra petrerense, de tal modo de que además de ser atraídos por la industria, la industria era atraída por su presencia. Esa disposición humana, con una población poco envejecida y con ansias de evolución y una mano de obra abundante, junto al estratégico emplazamiento de Petrer en una zona de contacto comercial entre Alicante y el interior penínsular, garantizaron una economía siempre en crecimiento, base para el crecimiento migratorio durante los años de industrialización.
El significado de las fuentes demográficas
Si bien este análisis hubiera sido imposible sin la ayuda del padrón, no debemos ignorar que esta fuente demográfica no está exenta de ocultaciones. Una de las dificultades la encontramos, por ejemplo, en las cifras de crecimiento demográfico, cifras que deberían concordar con los años de residencia en el municipio que nos ofrece el padrón. Según la fuente, los años de inmigración más intensa fueron los de la segunda mitad de 1920. Con estos datos, tendemos a pensar que el boom demográfico en Petrer se dio en esos años, cuando en realidad muchos eran los petrerenses que emigraban sobre todo a Elda en busca de trabajo y la población no crecía. El boom no se alertó hasta que se erradicó la emigración, y esta es una información que en el padrón no aparece, como otras muchas, y que nos obliga a indagar en una larga serie de fuentes alternativas, indicio de la complejidad de los estudios demográficos.
Distribución por municipios de origen de los inmigrados. Fuente: AMP. Padrón de Habitantes de 1935. Elaboración propia.
Dentro de esa complejidad hemos intentado relacionar lo que nos dice el padrón con lo que podemos aprovechar de las otras fuentes. El eje común está claro: la impronta de la industria zapatera. Y como industria zapatera no sólo debemos entender la acción de concentrarse en fábricas para participar en una cadena de producción, sino como el sustento, en este caso, de la mayor parte de la economía de una población. Los habitantes de Petrer pasaron en poco tiempo de una actividad económica elemental como la agrícola a otra que iba a suponer una importante revolución en su modo de vida, y en el modo de organización del municipio entero. El cambio, lejos de ser largo e inestable, fue cuestión de pocos años, por lo que todo el significado de Petrer se puso en juego, cuanto menos, en un corto periodo de tiempo.
El resultado fue el desarrollo inmediato de las actividades industriales, deterioro progresivo de la vida en el campo, y evolución, casi sin querer, de los flujos comerciales. No obstante las consecuencias demográficas fueron inmediatas, un pueblo acostumbrado a las bajas densidades humanas y al crecimiento casi nulo que pasó a ser uno de los focos principales de inmigración de la provincia, con atracción incluso extraprovincial. La industria, por tanto, sí supuso desarrollo, pero ese desarrollo fue a costa de la marginación de otros valores. No fueron pocos los petrerenses que quedaron desfasados a raíz del cambio, todos aquellos que vivían por y para sus tierras y que no entraron en el juego económico del nuevo Petrer. Pero no debemos privar de ningún mérito a todos aquellos que lucharon por sacar adelante su pueblo, y por qué no, encontraron en el calzado la base para la evolución.