El petrerense al que honró el general Washington


Hacia Forida se dirigió tempranamente la actividad comercial de Miralles, negociando desde la Habana con los principales puertos de las colonias inglesas de Norteamérica (pese a que en algunos períodos se rozaba la ilegalidad al comerciar con los puertos ingleses de Charleston, Philadelphia, New York y Boston.). En escrito del investigador Miguel Saludes: “en 1761, La Habana fue azotada por una epidemia de fiebre amarilla que causó numerosas victimas sobre todo entre la mano de obra de la época los esclavos. Debido a su escasez, el Gobernador Prado decidió comisionar al acaudalado comerciante Juan de Miralles, muy reputado por su habilidad como negociante y de plena confianza de las autoridades españolas, para gestionar la compra de esclavos en Jamaica.

A tal efecto se le concedieron pasaportes y nuestro Miralles partió de la Habana en abril de ese año. Su gestión le llevó a Londres, donde su habilidad para hacer relaciones le permitió contactar con autoridades británicas y obtener información secreta sobre la preparación de una fuerte expedición contra La Habana.

Miralles avisó al embajador español en la capital inglesa y trató además de comunicar los planes británicos al Gobernador de Cuba.

Solo dos de los avisos llegaron a su destinatario, uno de ellos un día antes de la llegada de los atacantes y otro poco después, cuando ya había comenzado el sitio.

Al volver de regreso a La Habana, Miralles fue apresado por una fragata británica. Valiéndose de su astucia y habilidad, logró captar la confianza de sus captores, incluso la del propio jefe de las fuerzas británicas, conde de Albemarle, con quien acordó obtener información de inteligencia acerca de la plaza sitiada. Con esta argucia, de nuevo nuestro Miralles logró que los británicos lo dejaran desembarcar en las inmediaciones de la Habana y le permitieran el acceso a la ciudad. Inmediatamente se presentó al Gobernador, a quien informó cómo había engañado al jefe británico y le dio datos sobre las fuerzas sitiadoras.”

Seguimos ahora al profesor Vicent Ribes :”Miralles fue la pieza clave en el comercio negrero hispánico durante los años sesenta y setenta del siglo XVIII, y su nombre aparece asociado al de cualquier empresa negrera de mayor o menor envergadura”. En 1765, Juan de Miralles, próspero comerciante, aparece como solicitante del asiento de esclavos, apareciendo su nombre de nuevo en similares solicitudes de los años 1773 y 1776.

El primer agente español en la nueva América

El siguiente hecho clave sobrevino al estallar la Guerra de la Independencia Norteamericana, que cortó el comercio entre las antiguas colonias británicas del continente y el Caribe. En esas circunstancias los comerciantes cubanos y españoles aprovecharon esa oportunidad para colocar sus productos en el nuevo mercado. Se intensificaron los intercambios comerciales gracias a la actitud del gobierno español, que entre otros privilegios extraordinarios, permitió echar anclas en el puerto de La Habana a los capitanes de los barcos norteamericanos (que eran rebeldes), incluyendo los navíos de guerra.

Seguimos ahora a Nikolaüs Böttcher: “en esos años, Miralles se convirtió en el enviado más importante de la Corona española en América del Norte. Por su experiencia en el comercio con el mundo anglosajón y por dominio del idioma, el petrerense disponía de las cualidades necesarias para su misión.

Por real decreto de 21 de enero de 1778, Miralles fue nombrado observador y representante en E.E.U.U., y se le concedió un presupuesto de 39.000 pesos (para regalos y sobornos).Las personas competentes que entraron en contacto directo con Miralles fueron, por la parte española, el nuevo gobernador en la Habana Luis Navarro, y por parte Norteamericana, el comerciante Robert Morris y George Washington.

Miralles tenía que agradar a ambos lados. Ya por puro interés profesional le interesaba intermediar entre la Corona española y el Congreso Continental y convencer a ambas partes de las ventajas de una mutua colaboración política y económica. En sus cartas a La Habana elogiaba a los americanos como buenos y responsables socios, los cuales estarían dispuestos a colaborar con los españoles en la reconquista de la Florida; incluso ofrecerían el control de la navegación del río Mississipi.

D. Juan de Miralles ayudó con todas sus fuerzas, incluyendo las económicas, que no eran pocas, al triunfo de la Revolución de Independencia de los Estados Unidos. Su actividad política se desarrolló siempre dentro de los límites semiclandestinos impuestos por la voluntad de su rey Carlos III. Miralles informaba por cartas que dirigía al gobernador Gálvez, que a su vez se la remitía al ministro Floridablanca, en las que le informaba de todo lo ocurrido en Filadelfia y en la América septentrional, los dimes y diretes, lo que suponía iba a ocurrir, y consejos atinados sobre la postura oficial a seguir por el gobierno español en el futuro.

El conde Floridablanca dirigió la política española como secretario de estado durante 15 años.
El conde Floridablanca dirigió la política española como secretario de estado durante 15 años.

En sus cartas Miralles aseguraba que todas las reflexiones que exponía, las mantuvo también con el general Washington, que le aseguró que siempre encontraría su colaboración a la hora de firmar con España tratados equitativos y convenientes para ambos países.

Miralles hizo compatible su patriotismo español con una mente abierta a las nuevas ideas de libertad que estaban naciendo en Estados Unidos y de las que España estaba en ayunas. Al final de su vida simpatizó abiertamente con la revolución americana».

Juan de Miralles no vio acabar la Guerra de la Indepedencia, que aún se prolongó tres años más tras su muerte.
Juan de Miralles no vio acabar la Guerra de la Indepedencia, que aún se prolongó tres años más tras su muerte.

Físico y personalidad

En otro orden de cosas, sigue diciéndonos Ribes, “sabemos poca cosa sobre su aspecto físico y su carácter. A nuestro Miralles la posteridad le importaba poco, quizá debido a su doble condición de negrero y empresario, que debía traducirse en la práctica en la inclinación por la semiclandestinidad y el pragmatismo.

No conocemos ningún retrato suyo- lo que no deja de ser bastante raro en un personaje de su posición-. Sin embargo, de modo indirecto, gracias a noticias proporcionadas por otros, podemos efectuar una aproximación tanto a su aspecto físico como a su forma de ser.

El primer embajador de Estados Unidos en España se refiere a él como Don Juanito, refiriéndose obviamente a su reducida estatura.”

Vicent Ribes nos cuenta en su libro (D. Juan de Miralles y la independencia de los Estados Unidos) que ha conocido al último descendiente de un hermano de Juan de Miralles, anciano comerciante de Sax, cuyo aspecto muy probablemente guardaría similitud con el de sus antepasados: mediana estatura, cuerpo bien proporcionado, con cierta distinción en el porte, rostro noble, mirada franca y nariz aguileña.

Las precisas observaciones de Ribes respecto a sus cualidades personales no tienen desperdicio.

“Era un vividor. El trayecto hasta Filadelfia desde Charleston lo hizo a caballo, y no en barco, para disfrutar y gozar del paisaje con detenimiento. Gustaba de la buena mesa y de los bocados refinados, como lo demuestran sus importaciones de ron, dulces o puros habanos, con las que agasajaba a sus convidados en Filadelfia. La generosidad y riqueza de sus banquetes fue proverbial entre la alta sociedad de la región. Tenía don de gentes y se ganaba con facilidad la bienquerencia y el respeto general, como dejaron bien patente el general Washington, los embajadores franceses, Franklin, el financiero Morris, etc.

Era entusiasta y sentimental. Cuando un personaje o la idea que este representaba le complacían, se dejaba llevar por un entusiasmo desmedido.

Sirva de ejemplo el hecho de que encargó al pintor Peale nada menos que once retratos del general Washington, para repartirlos entre sus amigos y los medios cortesanos de Cuba y España“.

Sobre su figura, Ribes finaliza: “quizás D. Juan de Miralles no tuviese la talla política de un Bolívar, un San Martín o un Miranda, a pesar de que algunos estudiosos de su biografía insisten en compararlo con los grandes próceres hispanoamericanos, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que nos hallamos ante un personaje de excepcional importancia histórica”.

Bibliografía:

Don Juan de Miralles y la independencia de los Estados Unidos. Valencia: Direcció General del Llibre, Arxius i Biblioteques, Generalitat Valenciana, 2003, de Vicente Ribes Iborra y Revista de historia moderna: Anales de la Universidad de Alicante, págs. 363-374, del mismo autor.

Juan de Miralles: el amigo español de George Washington, artículo de Javier García Blanco en la revista Historia de Iberia Vieja nº48

Juan de Miralles: un comerciante cubano en la guerra de independencia norteamericana, Anuario de Estudios Americanos LVII-1 (2000), 171-194, de Nikolaus Böttcher.

Juan de Miralles (1715-1780), pionero de la diplomacia española en los Estados Unidos, de Enrique Fernández Fernández en la Revista Festa de 1992

Cuba y Estados Unidos: la influencia de un hombre en sus relaciones, Miguel Saludes en cubanet.org

El artículo Cuba en la Independencia de los Estados Unidos, Luis Conte Agüero.

15 thoughts on “El petrerense al que honró el general Washington”

  1. Todo esto esta muy bien,pero.
    ¿Por que no habeis puesto que se dedicaba a traficar con esclavos?.
    Falta mucha informacion,la cronica esta demasiado resumida.

  2. Por supuesto que fue un esclavista, hizo gran parte de su fortuna con este negocio. Es más, Estrella y Peretes, lo dice el artículoy varias veces: «Debido a su escasez, el Gobernador Prado decidió comisionar al acaudalado comerciante Juan de Miralles, muy reputado por su habilidad como negociante y de plena confianza de las autoridades españolas, para gestionar la compra de esclavos en Jamaica». Y otro párrafo extraído del texto: ”Miralles fue la pieza clave en el comercio negrero hispánico durante los años sesenta y setenta del siglo XVIII, y su nombre aparece asociado al de cualquier empresa negrera de mayor o menor envergadura”. En 1765, Juan de Miralles, próspero comerciante, aparece como solicitante del asiento de esclavos, apareciendo su nombre de nuevo en similares solicitudes de los años 1773 y 1776″.
    Asi que, sin querer ser malo, ¿lo habéis leído?
    El profesor e investigador Vicent Ribes rescató a este personaje del olvido, reconocido como uno de los españoles más influyentes de la época.

  3. Pues no lo he visto ¿me podrías decir en que párrafo está? Y eso de malo, depende del contexto en el que esté.
    Lo de los esclavos, si que lo he leido, así que Peretes, léete bien el artículo.

  4. Hay mucha información en la red sobre este personaje, la mayoria en ingles pero algo en castellano

    http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/viewFile/263/268
    http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/4837/1/RHM_16_17.pdf

    Ah, el articulo esta bién pero se podría haber mejorado y ampliado, claro lo que pasa es que no se le ha dado mucha publicidad. Por otra parte, habría que decir que el personaje del retrato en la portada es Washington pues da la impresión de que es el mismo. ¿Que no hay retratos suyos?

  5. No, no hay ningún retrato suyo, cosa, de nuevo especificada en el texto: “sabemos poca cosa sobre su aspecto físico y su carácter. A nuestro Miralles la posteridad le importaba poco, quizá debido a su doble condición de negrero y empresario, que debía traducirse en la práctica en la inclinación por la semiclandestinidad y el pragmatismo.

    No conocemos ningún retrato suyo- lo que no deja de ser bastante raro en un personaje de su posición-. Sin embargo, de modo indirecto, gracias a noticias proporcionadas por otros, podemos efectuar una aproximación tanto a su aspecto físico como a su forma de ser».

    Un saludo

  6. Hay que destacar, sobre cualquier otra cuestión, que Juan de Miralles fue un comerciante esclavista, una actividad totalmente reproblable desde la óptica de las libertades. Una cosa es que se estudie su biografía, su contexto, su papel de negrero, etc, pero otra muy distinta que se quiera manipular actualmente su figura histórica con fines no muy claros (por ejemplo, poner su nombre a alguna calle, instalar placas conmemorativas…).
    Juan de Miralles no fue el primer «embajador» español en EEUU, pues era imposible ante el no reconocimiento de nuestra monarquía absolutista de la independencia de una colonia. Actuó más como «espía» y delegado ante la junta militar de Washington, aprovechando sus relaciones por el comercio negrero.
    Así, que de embajador Miralles nada de nada y sí mucho de comerciante esclavista.

    1. No es cierto eso que dices. Tampoco nos pasemos. Miralles no hizo su fortuna con la comercialización de esclavos; de hecho, por esos negocios perdió muchísimo capital. Es tronchante que le resteis todos sus méritos, reduciendo su figura a «esclavista». Muy Made in Spain tratar así a sus héroes. Porque sí, amigos, Miralles fue un héroe para la independencia de los EEUU y sus méritos llenan páginas por todo el mundo menos en su pueblo natal; pueblo por otra parte que celebra cada mes de mayo la expulsión de toda una cultura. Más perspectiva, más información y menos hipocresía. Este señor se merece en Petrer más reconocimiento del que tiene, y el que no lo quiera ver, no ha leído su extensa biografía.
      Por cierto, sí existe un retrato de él, y se saben muchas cosas que hasta el 2014 no se sabían, gracias a las aportaciones de Salvador Larrúa en su libro «Juan de Miralles, biografía de un padre fundador de los EEUU».
      Es vergonozoso que tengan que venir de fuera a enseñarnos a valorar a un comerciante que hizo su fortuna y su prestigio de otras formas que aquí criticais.
      Sinceramente, vuestra ignorancia da pena.

    2. Aquí el que está manipulando su figura eres tú, que no tienes ni idea de lo que hizo con su vida.

  7. La estupidez humana no tiene límites. Acabaremos derribando las pirámides de Egipto (construidas por esclavos, negocio legal en ese momento), la Alhambra o el Coliseo. El Papa, Washington, el Rey y el padre de los que lo critican, tenían esclavos. No hay que ser hipócritas. En Historia, lo que hay que preguntarse es: ¿Era legal en ese momento?

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