¡Una entrada…por favor!

TRABAJOS…DE CINE

Una de las personas que, probablemente, haya podido vivir más intensamente la vida del Cervantes fue el Vermellet. Su hijo nos cuenta que, sin duda, le dedicó al teatro más de sesenta años de su existencia. Él, como operador, enseñó el oficio a su hijo, que más tarde haría las veces. Cuando memoriza, sin ningún esfuerzo, describe a la perfección el cuarto de trabajo al que se accedía por una escalera de metal, empotrada en la pared. Más tarde, se abriría una puerta a través de los palcos para poder entrar con facilidad. También recuerda lo trabajoso que era empalmar las películas, que venían en varios rollos y pasarlas todas a uno. Pero sus recuerdos van más alió y en su paso por el cine dice haber hecho de todo, hasta dormir entre las primitivas sillas de madera cuando era niño. En cuanto pudo, se le puso a repartir los programas de mano y unas chapas que se ven­dían a unos cuantos céntimos y que iban destinadas al Auxilio Social, siendo obligatorio colocarle a todo el que entraba la consabida chapa. A la edad de catorce artos comenzó a manejar el proyector. Allá por el inicio de los artos 50, el Avenida que estaba en las espaldas del Cervantes y que se utilizaba como cine de verano y baile, ante la demanda existente, se cubrió y comenzó a funcionar como un cine normal. La primera película que se estrenó en su pantalla tras esta transformación fue «Sansón y Dalila», y actuó como operador el vermellet hijo (José Poveda).

BAILES EN EL CERVANTES, CINEMA Y OTROS TANTOS

Los bailes son otro fenómeno importante a la hora de enjuiciar comportamientos. Quizás uno de los recuerdos más vivos en la memoria de muchos petrerenses pasa por el teatro Cervantes que, durante mucho tiempo, cumplió también funciones como sala de baile. Para ello, las sillas perdían su forma­ción habitual y se colocaban en dos hileras que jun­taban sus respaldos, en ellas se sentaban las chicas y a su alrededor se bailaba. Los mozos, mientras tanto, aprovechaban la oportunidad para sacarlas a bailar, dando vueltas hasta encontrar a la persona que les acomodase. Las madres, amigas o acompañantes seguían con celo las evoluciones del baile.

Al fondo se situaba una barra en donde se servían refrescos, algún aguardiente y, por supuesto, pasteles. El ambiente en la sala, cuando se llevaba tiempo bai­lando, se volvía irrespirable. No hay que olvidar que el piso era de cemento y tierra y, al final, en aquel Cervantes primitivo, se danzaba envuelto en una nube de polvo.

Baile en el Teatro Cervantes, Dora Beltrá, Amparo Andreu y Maruja Verdú el 22 de diciembre de 1953
Baile en el Teatro Cervantes, Dora Beltrá, Amparo Andreu y Maruja Verdú el 22 de diciembre de 1953

Uno de los bailes más esperados era el de ‘pirata’ y, por supuesto, el de carnaval, que le precedía, aun­que se celebraran bailes por estas fechas en otros locales. También se organizaban premios para los disfraces y la serpentina envolvía a los bailarines que, a su vez, se sorprendían cuando desde algún palco se lanzaban pasteles que volaban sobre sus cabezas.

De los bailes con fines benéficos, organizados tanto en el Cervantes como en el Cinema para recau­dar fondos con motivo de las fiestas de la Virgen, hay una referencia en La Voz del Pueblo, en su número 3 de fecha 28 de octubre de 1933. En ella, la comisión organizadora de las fiestas de octubre de este año da cuenta de los gastos y beneficios producidos por la celebración de dos bailes: el primero en el Cinema, a beneficio de las fiestas y el segundo en el Cervantes, organizado por la Perta Alegre, a beneficio de los pobres. Por la comisión de fiestas firman, como presi­dente, Doroteo Román y como tesorero, Hipólito Navarro. En esta relación se especifica, claramente, la recogida del 5% destinada a la Junta Local de Pro­tección a la Infancia.

El precio por entrada para la fiesta de la Perta Alegre, en tales fechas, se cifraba en las siguientes cantidades: Señora 0,50 ptas., Caballero 1,50 ptas., Palco 8 ptas. y Platea 12 ptas.

Han habido, a lo largo de los años, muchísimas más intervenciones de carácter benéfico de las que tenemos constancia también por testimonios gráficos. Como ejemplo, las representaciones teatrales a cargo de la parroquia, a finales de los cuarenta y principio de los cincuenta.

Las actuaciones musicales, en un principio esta­ban protagonizadas por bandas y, más tarde, se incor­poraron las orquestas. Los nostálgicos recuerdan una orquesta de cuerda y metal que actuaba en El Terrós. Por otro lado, la Gompoli Jazz fue quizás una de las más exitosas: en el piano se sentaba Dª África y esta­ba compuesta por varios miembros, tres de ellos her­manos y que más tarde fueron dando cabida a otros músicos. Nombres como la orquesta Cherif, de Monóvar o Crosbi, fueron estrellas de aquellos años en los que el baile, según cuentan, acababa siempre con la interpretación del pasodoble Islas Canarias.

Otro de los bailes más recordados es, sin duda, el Baile de la Miss, que durante muchos años estuvo organizado por la comparsa de Estudiantes y que pasó del Cervantes al Chiqui, Avenida, Cinema, Plaza de Azorín y a la Ciudad Deportiva.

EL CINEMA

Otro de los puntos más representativos del ocio local, el Cinema, surge en el año 1920. Lo construye Bautista Navarro, el xolet, el que fuera fundador de la música nova, escisión de la banda Unión Musical y que servía de animación a los bailes y proyecciones, como la anteriormente aparecida en Polémica, que hace referencia al espectáculo cine-musical.

En el año 1930, pasa a constituirse la sociedad Círculo Recreativo y en el Polémica de fecha 30-I-32, se dice lo siguiente:

…Que en el Cran Cinema hay aún colgaduras de adornos con la bandera roja y gualda.

– …Que hay que advertirle al Cran Cinema ese detalle y que estamos en régimen republicano.

-… Que este detalle en el Gran Cinema no ha sido apreciado a pesar de ser accionistas varios republicanos y muchos socialistas, y que esto tan chocante se subsanará al momento de leer esta observación que hace Polémica ¡y siempre ha de ser Polémica!

El Gran Cinema nace como cine de verano, más tarde se cubrió una parte allá por los años cuarenta. Como dato cabe apuntar el desplome de la techumbre en fechas no concretadas.

Una de las entradas de forma rectangular con el rostro de los astros del cine, tuvieron pendientes a los niños y jóvenes de los cuarenta. Cada vez que recogían cuatro de estas entradas se podía pasar gratis.

El recuerdo más oscuro del Cinema es, sin duda, su asociación con la Guerra Civil y su utilización como cárcel preventiva.

Fachada del Cinema poco antes de derribarse
Fachada del Cinema poco antes de derribarse

Desapareció del paisaje urbanístico en el año 1988, dejando tras de sí una estela de recuerdos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *