Barcelona, recuerdos de posguerra

 

Que hubieran podido decirlo con buenas palabras y sin tantas amenazas, pues sí, pero, tal vez estaban ya usando el método de policía bueno, policía malo que tantas veces se vio después en el cine.

Cuando ya habían salido del piso, el hombre sin pistola (policía bueno), retrocede, se acerca al niño y busca en sus bolsillos hasta encontrar un desgastado lápiz que ofrece al niño sin decir palabra, al tiempo que acaricia su cabeza, (lo dicho, era el   bueno).

Después de pasar algunos días en casa de la abuela materna, donde pese a la amplitud de su piso, no son bien recibidos (pues se opuso siempre a la boda de su hija con aquel “anarquista revolucionario”, ella tan católica y tan piadosa).

Y así de pronto, días después, madre y niños se encuentran viviendo en una habitación que les han alquilado dos jóvenes prostitutas de bajo nivel, que si bien practican un oficio que no estuvo nunca bien visto, no por ello carecen de buen corazón.

Todas las mañanas cuando regresan a su hogar, terminado el turno de noche, aparecen con algo de comida para el niño y su hermano y si queda algo para la madre.

Aquel niño que nació en el casco antiguo de Barcelona un mes de marzo, volvía a encontrarse en el mismo barrio, sin embargo recibió tanto cariño de aquellas dos jóvenes de vida horizontal, que siempre mirará con respeto  y cierta comprensión a todas las que como aquellas dos mujeres practican aquello que se llama “el oficio más antiguo del mundo”.

Grupo de niños delante del Cine Fémina en el Passeig de Gràcia. Barcelona, 1939. Colección Merletti / IEFC

Madre y niños continúan en el mismo barrio, han podido encontrar en un edificio que por aquel entonces tenía ya una antigüedad de ciento diez años, dos habitaciones con derecho a cocina con un alquiler muy bajo (4 pesetas al mes), pero eso si, con la condición de ocuparse de la anciana propietaria, que resulta ser tan mala persona que todos echaron de menos a las dos caritativas prostitutas.

El mencionado edificio constaba de cuatro plantas, a un piso por planta. En aquel barrio y en sus deterioradas casas abundaban los parásitos. Sus cucarachas por su tamaño parecían bien alimentadas. A los chinches se les rociaba con petróleo sin mucho éxito y los piojos eran una pesadilla.

En aquel barrio el agua también escaseaba, depósitos en las azoteas proporcionaban 50 litros por piso. Mantener un mínimo de higiene se hacía muy difícil. Afortunadamente y con todas las prohibiciones que rodeaban a la población (prohibido escupir en el suelo de los tranvías, prohibida la blasfemia, prohibida la palabra soez, prohibido pegar carteles  etc.) nunca se prohibió circular por la calle desaseado o incluso sucio. Se agradecía la deferencia.

A pesar de su antigüedad, los pisos de aquel edificio disponían de váter, es decir de “comunas” como se las llamaba. Una tabla de madera con un agujero en medio, sobre ladrillos a la altura necesaria para poder sentarse. En otras casas del barrio solo había una comuna en la escalera, o como máximo dos para todos los vecinos. Ocurría como es lógico que casi nadie echaba un poco de agua al terminar su evacuación. Se trataba de un bien demasiado preciado para desperdiciarlo. Así pues, el mal olor y la triste luz de una   bombilla roñosa, hacían de aquel pequeño espacio un lugar nada agradable de visitar.

Balmes - Pelai tras la conversión del FC. de Sarrià en túnel, con el mantenido tranvía por Pelai. En la foto, tranvía 1200 dirigiéndose a Plaça Catalunya. 1947.

Una vez, el niño protagonista de este relato comentó a la madre de un amigo suyo  que habitaba una de aquellas casas con comuna comunitaria que la suya tenía todo el suelo mojado, a lo que ella respondió sin darle importancia, que la comuna significaba progreso porque sus abuelos en el pueblo a la voz de ¡¡agua va!! Lanzaban por la ventana el contenido de la bacina, eso sí, avisando antes, y como el que avisa no es traidor…

El niño tuvo prisa por llegar a casa y contarle a su madre que una señora le había dicho que la comuna era progreso, sin saber muy bien qué significaba esa palabra, a lo que la madre con triste ironía le respondió “hijo sí, desde que España es una, grande y libre, hemos progresado mucho”…

En la casa de al lado vive solitario un hombre de piel morena y cuerpo musculoso al que todo el mundo conoce con el sobrenombre de el «Tatu“, el apodo le proviene del enorme tatuaje que ocupa todo su antebrazo y que representa un ancla, pues se dice de él que fue marinero en un buque mercante. Ahora hace de carretero; es decir, conduce un carro tirado por  un robusto caballo y trajina con mercancías que recoge en el puerto.

Este buen hombre, ha conseguido un empleo para la madre de los niños. Ni es un empleo cómodo, ni está bien retribuido, pero, algo es algo.

El trabajo de la madre consistía en almacenar en el interior de una nave toda la mercancía que a diario descargan los carros que van llegando. Se trata de fardos de bacalao seco, cajas de arenques o toneles de aceitunas. El salario es reducido, cincuenta pesetas semanales, que representa la mitad de lo que cobran los hombres por el mismo trabajo, que continúa siendo una miseria. Como suele decirse, lo tomas o lo dejas.

Sin embargo compensa un poco el hurto moderado que todos practican a pequeña escala: que si dos arenques, que si un pedazo de bacalao, que si un puñado de aceitunas. Pero no todos los días. Son muchos trabajadores y se notaría demasiado…

El almacén está ubicado en el barrio del “Somorrostro” allí es donde nació la bailaora gitana la “Chunga”. Barrio de chabolas y gitanos, insano por estar junto al mar, pero a pesar de todo, GRACIAS TATU.

Somorrostro en 1950.

Parece increíble, por decirlo de alguna manera, se trata de una situación kafkiana. Aparentemente se ha pasado de ser la gente en general republicana y antifranquista a considerar a Franco casi un ídolo. Ahora casi todo el mundo está del lado  del ganador. Por interés naturalmente; ¡lo que hace el hambre! El chivatazo está a la orden del día y por si no fuese suficiente, algunas personas que solían hablar entre ellas en catalán se pasaron de pronto al castellano alegando que el catalán era un “dialecto” basto y grosero.

“Que si aquella es la mujer de un rojo”, “que si el otro tiene armas en casa”, en fin calumnias para congraciarse con los que mandan.

Tampoco hay escuela para él ni para su hermano y sin la llamada “cartilla de racionamiento” hay que pasar con las cincuenta pesetas que gana la madre, totalmente insuficiente.

Todo depende de una persona que domina el barrio, el llamado “alcalde de barrio”, que generalmente es el propietario de un pequeño comercio al que no le faltan nunca provisiones a cambio de información a la autoridad de todo lo que en el vecindario.

Para que los niños puedan ingresar en una escuela, la firma del alcalde de barrio es imprescindible. ¿Cartilla de racionamiento?, alcalde de barrio. ¿Eres viuda de un rojillo?, pues a la cama con el alcalde de barrio y se te solucionará todo.

Es de suponer que no todos aquellos alcaldes de barrio fueron iguales. Aquel sí, aquel era un pequeño sinvergüenza o mejor dicho un gordo sinvergüenza, porque a pesar del hambre que corría, él pesaba fácilmente los cien kilos.

A los 9 años de edad, el mencionado niño empieza a trabajar. Le han  encontrado un empleo que consiste en acompañar a un ciego que se dedica a vender papeles de embalaje. Se trata de ocho horas al día de lunes a sábado.

El salario es de miseria, diez pesetas semanales. Como la ley no  permite trabajar hasta los 14 años, el chico trabaja en “negro” y como un negro.

En una tienda de Barcelona, año 1952.

 

El ciego, el pobre no ve, pero comer sí que come. Va bien alimentado. Aparte de ganarse la vida bastante bien, recibe semanalmente vía recadero, un buen paquete de comida que le envía su familia desde   un pueblo de Tarragona.

Tiene esposa y dos hijos de 3 y 5 años, todos están bastante gorditos, menos el desgraciado que hace de lazarillo, al que solo se le ven huesos y sabañones en los dedos. El ciego además de comer bien, viste buena ropa.

El lazarillo ha de caminar ocho horas al día por la ciudad con unos viejos zapatos sin suela. Sus pies desnudos pisan los adoquines de las calles estén estas secas o mojadas por la lluvia. El lazarillo es muy joven pero se siente explotado. Es por ello que a pesar de su corta edad, en días en que le  invade la indignación, se abstiene adrede de avisar al ciego de la proximidad del bordillo de una acera, para que se dé un buen tropezón con susto incluido. El lazarillo en estas ocasiones sonríe de oreja a oreja y cuando llega la bronca por lo sucedido le saca la lengua, (por suerte para él, el amo no puede ver la burla).

 

 

 

 

 

 

4 thoughts on “Barcelona, recuerdos de posguerra”

  1. Es otra visión de cómo se vivio la posguerra. Estoy segura que el relato va a ser muy interesante. Os animo a todos a seguir capitulo tras capítulo.
    Luís, os doy las grácias por haberlo hecho posible. Aunque transcurrió en Barcelona, creo que algunos de vosotros recordareis aquel tiempo, que no fue facil y que en muchos momentos os vereis reflejados en lo que explica
    este niño y luego adolescente que nació y vivió en Barcelona.

  2. En la fotografía que aparece una mesa de la Cruz Roja, frente al teatro Poliorama, puede apreciarse el cartel publicitario de la función que en aquel momento representan en aquel teatro.
    El título de la obra es:»Cuidado con La Paca», que aunque ignoro el contenido de dicha obra, su título puede interpretarse por su doble sentido como un aviso a las balas perdidas, que es el nombre que recibían en el frente aquellas balas que sin ir destinadas a nadie en concreto, acababan con la vida de un combatiente. «Lo ha matado una Paca»,se decía.

  3. A pesar de que no he vivido en mis carnes estas experiencias si me tocaron de refilón.Me ha encantado la forma tan natural de expresar los intensos recuerdos que han formado la personalidad de este amigo. Se puede comprobar que los tiempos son «cíclicos» y nadie esta libre de ellos. Espero impaciente la nueva entrega. Muy buena recopilación de imagenes de ese entonces, tan vital y real Barcelona……

  4. Maig, gràcies per deixar-nos recrear en aquests records, que són teus i a la vegada són de tots. Per cert, les teves fotos molt bones!!!! m’ha fet molta gràcia veure-les. Un petó per l’Ufe i per a tu.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *