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Y no va solo. Como en la primera ocasión, forman una piara de cuatro jabalís. No es descartable que se trate del mismo grupo de animales, pese a la diferente ubicación de las cámaras.
El jabalí, el auténtico amo de nuestros campos oscuros, también se deja caer por la zona.
Pocos minutos después, un cuarto jabalí aparece en escena, conformando una robusta piara que reduce a la mitad el suministro original de maíz que habíamos colocado. A las doce y media de la noche se ponen en movimiento.
A las once de la noche se registró mayor movimiento. Eran tres los jabalís, de tamaño medio, de los que da testimonio esta fotografía.
A principios de marzo, equipamos uno de nuestros habituales escondites fotográficos con unas cámaras nocturnas con sensores de movimiento y con maíz como apetitoso reclamo. El jabalí no tardó en hacer acto de presencia. Eran las diez y diez de la noche.
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