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Vida de un feriante

¿No han comido churros aquí? Vean esta galería con imágenes de épocas precedentes. [1]

Nos acercamos entre olor a algodón dulce y risas de niños a lo que comúnmente llamamos “la feria”. Allí se encuentran desde el primer día los que nos divierten con sus atracciones, los que nos “ceban” con sus crepes o los que nos venden artilugios de lo más inesperado, como pelucas de crestas de miles de colores…

Alguna vez han pensado en los que hacen posible las fiestas de Moros y Cristianos, por ejemplo, los festeros, las autoridades, las capitanías, el resto de petreríns…Pero, ¿han pensado alguna vez en los feriantes? Sí, aquellos que dan un color y olor distinto a nuestras fiestas. Cada uno de ellos con una historia y vida distintas, aunque marcados por el camino recorrido y la estampa del errante. Pues ellos, que se unen a nosotros en estas fechas, nos hablaron de cómo ven nuestra festividad consagrada a San Bonifacio.

Cada centímetro de espacio está aprovechado al máximo en cada puesto. [2]
Cada centímetro de espacio está aprovechado al máximo en cada puesto.

Moros y Cristianos

Entre la amalgama de puestos encontramos de todo: un gran número de “primerizos” en esto de venir a Petrer en fiestas, pero también estaba Maruja, que desde los años 50-60 ya venía con la churrería la Valenciana, siguiendo la herencia de sus padres y posteriormente sus hijos siguiendo la suya, o “El Cheno”, que también ha recogido el testigo de sus progenitores. Estos últimos, que actualizan la impresión que tienen de Petrer cada año, aconsejan y confiesan pequeños trucos a los novatos para atraer la atención de la gente. Para Cheno, “Petrer ha cambiado mucho desde aquellos años, aunque los feriantes también nos hemos modernizado; yo, por ejemplo, vivo en mi propia casa, aunque no en época de feria”.

Aunque siempre hay historias como la de este argentino, e incluso la de una petrerina que sólo ha abierto su puesto de churros exclusivamente para Moros y Cristianos en la última década, la imagen del trotamundos todavía corresponde a la mayoritaria realidad en este colectivo. Parece obvio lo largo de sus jornadas de trabajo, así que, aunque algunos duermen en hostales, “alguien ha de quedarse siempre, así que nos vamos turnando”, confiesa otro compatriota de Cheno.

Para Maruja, los cambios, si bien han sucedido poco a poco, desde luego han sido para mejor: “es más o menos igual, en términos generales; la diferencia es que antes éramos más pobres y nos teníamos que levantar antes de las 5 de la mañana para pelar patatas, ahora lo hacen con unos cuchillos demasiado modernos”. Además, ahora los feriantes disfrutan de un mayor arraigo, fruto de su presencia año tras año, y los ciudadanos cuentan con ellos como un atractivo más de estos días: “antiguamente la gente no tenía tanta tradición de feria como ahora, quizá porque su nivel adquisitivo era inferior que el de una familia actual”. La ex-churrera afirma que por aquel entonces no podía disfrutar de las Fiestas, ya que tenía que trabajar y el horario de La Valenciana era exigente, “abríamos cuando aún no había salido el sol y cerrábamos con la luna ya en lo alto”. En esos días a los que se remonta, la feria se ubicaba en la zona del mercado. Lo que no ha cambiado, afortunadamente, ha sido el sentido de solidaridad y compañerismo: “todos teníamos una relación familiar, para nada de competencia”, afirma Maruja, y otros feriantes han corroborado que la situación sigue siendo la misma.

¿No han comido churros aquí? Vean esta galería con imágenes de épocas precedentes. [1]
¿No han comido churros aquí? Vean esta galería con imágenes de épocas precedentes.
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Hemos dicho que la ciudadanía cuenta con el carrusel multicolor de sus puestos en cada edición. En este sentido, también las autoridades: todos los feriantes con quienes hemos hablado se han mostrado muy contentos con la organización por parte de la Unión de Festejos, que han acondicionado el polideportivo municipal para que allí pudiesen asearse. También estaban conformes con la actuación de los representantes de la ley: “es cierto que hay bastante control policial, pero estamos en una zona en la cual los “macarrillas” están a la orden del día, y a cierta hora de la madrugada suelen venir a molestar”. Aunque no ha habido ningún incidente que lamentar en estos días, muchos de ellos no se fían y uno, que prefería no dar su nombre, afirmaba que la seguridad “no estaba de más”, señalando a su “amigo” (un señor cuchillo).

¿Quién no se dio una vuelta por allí? [7]
¿Quién no se dio una vuelta por allí?

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Los caballitos, siempre de moda entre los más pequeños. [9]
Los caballitos, siempre de moda entre los más pequeños.

Para finalizar, les preguntamos por la afluencia que han tenido este año: como a la mayoría de los mortales, la crisis también ha llegado a la feria. De hecho, de todos obtuvimos la misma respuesta, “en época de crisis lo primero de que nos desprendemos es de los artículos de lujo, como puede ser un gran algodón de azúcar o las típicas vueltas en el mono loco”.