Vicente Amat Furió (1857-1943), su contribución a la historia de Petrer

Volviendo a la vida familiar de Vicente Amat, en 1925, el anuncio de la boda de su hijo Francisco con la princesa rumana fue el orgullo y la satisfacción de toda la familia. Vicente y su espo­sa viajaron con todos sus hijos. Fueron a Rusia, Rumanía y Gre­cia y, según cuenta en sus memorias inéditas, Ma Paloma Amat, «alquilaron un cocinero, porque era imposible la comida y que durante 10 días no pudieron bajar del tren (que era de todo lujo) más que para cortos paseos en algún pueblo que el paisaje era de grandes montañas de abetos, chopos y toda clase de árboles apretados unos a los otros. Interminables estepas verdes o rojas… En Rumanía se juntaron con la pareja… fueron a casarse a Grecia (Atenas)… Ella era ortodoxa y se casaron por los dos ritos». 

Unas relaciones sociales, una trayectoria profesional y una vinculación con Petrer que sus vecinos supieron recono­cer cuando el 15 de octubre de 1927 se le dedicó una calle, situada en pleno casco antiguo de la población, continuación, tras atravesar la calle Prim, de la que lleva el nombre de Miguel Amat, su primo hermano. Esta calle se llamó con anterioridad de la Misericordia y en ella había, mucho antes de la guerra civil, una pequeña hornacina que custodiaba la imagen de la Virgen de la Misericordia (27) . Al mismo tiempo que se le puso una calle al que fuera insigne secretario del Tribunal Supremo, se descu­brió también otra lápida en homenaje al que fuera maestro en Petrer, Luis Chorro. Con motivo de este acto «el señor Amat hizo un donativo de cien pesetas para que fueran repartidas en­tre los pobres» (28).

Placa de piedra que se colocó, en 1927, al rotular la calle que lleva su nombre.

 

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el magistra­do no olvidó nunca Petrer y siempre, de una manera u otra, man­tuvo los vínculos con el pueblo y participó de sus acontecimien­tos más importantes. Prueba es la estrecha relación que mantuvo con su sobrino Enrique Amat Pérez (n. Petrer, 1875), hijo de En­rique Amat Maestre (primo hermano de Vicente Amat Furió), y padre del poeta Enrique Amat Payá, tal como lo demuestra la estrecha correspondencia que mantuvieron. También en 1930, cuando se celebró el tercer centenario de la Virgen del Remedio, escribió y mandó al alcalde Antonio Andreu Cabedo «un relojito de pulsera», para venderlo en una rifa o subastarlo y así contribuir a los actos que se organizaron con motivo del centenario (29).

Cuando estalló la Guerra Civil Vicente Amat vivía en Madrid, en la calle Carbonero y Sol, n° 3. A los pocos días de agosto de 1937 fue detenido por las milicias del Frente Popu­lar llevándolo a un comité de Carabanchel Bajo desde donde lo trasladaron, al hacerse cargo de su avanzada edad, al Tribunal Supremo. De Madrid fue a Valencia, bajo pabellón de Chile, y de allí pasó a Marsella en el Maine protegido por Mr. Ledre, repre­sentante británico. De Marsella pasó a San Juan de Luz donde se personó ante el representante de Franco, marqués de Caro, el 13 de octubre de 1937, pasando poco después a residir por un tiempo en Logroño.

A su hermana Dolores, durante la Guerra Civil, le incautaron su casa de Petrer y la utilizaron como biblioteca de las Juventudes Socialistas. La mayoría de los libros que se custodiaban en la misma fueron confiscados de domicilios particulares, entre ellos, los del exalcalde Luis Villaplana (30). Tras la guerra, vendió la casa a José Ma Bernabé Sarrio, el Tort, casado con Remedios Poveda la Pintà, que ubicó en la planta baja un almacén de piensos. Un año antes de la muerte de Dolores, concretamente el día 11 de octubre de 1942, se bendijo el sagrario de metal de la iglesia de San Bartolomé -obra del orfebre valenciano Evaristo Santa Fe- que había sido destruido du­rante la Guerra Civil, y ella «quiso por sus difuntos hacer este donativo». El acto se solemnizó con una misa cantada a seis voces de Ravanello, en la que tomó parte el Orfeón de Elche (31). Murió en Valencia el 1 de octubre de 1943 y en sufragio de su alma se celebraron mi­sas gregorianas en el Colegio del Cor­pus Christi de Valencia y en la iglesia de Santo Tomás. También se oficiaron misas en la iglesia parroquial de Petrer. El matrimonio no tuvo hijos pero sa­bemos por personas que la conocieron que mantuvo su vinculación con Petrer hasta sus últimos días.

Volviendo a Vicente, tras la con­tienda civil recobró su cargo de secre­tario de Sala del Tribunal Supremo hasta que falleció en Madrid el 14 de marzo de 1943 (32), tan solo unos meses antes que su hermana Dolores. Como se ha escrito en líneas anteriores, tuvo de su matrimo­nio con Teresa Torres Babi siete hijos: Vicente (1885-1932); Teresa (1889- 1971); Jaime (1890-1891); Jacobo (1892-1923); Francisco (1897-1981); María Luisa (1901-1972); y Consuelo (1904-1975). De la descendencia de los hijos de Vicente Amat Furiò, tiene tras­cendencia nacional su bisnieto Joaquim Molins Amat, destacado político de Convergencia i Unió, que ocupó el cargo de portavoz en el Congreso al sustituir a Miguel Roca Junyent.

La familia Amat Torres durante la celebración de las bodas de oro en su domicilio en la calle Carbonero y Sol de Madrid. Año 1934.

Con la muerte de Vicente y de Do­lores, dos personas íntimamente unidas a Petrer y, sobre todo a La Pedrera, ter­mina una época, marcada por la añoranza a su tierra. Su nieta Ma Paloma Amat Gómez del Castillo, Pina, recuerda en sus memorias, que cuando su abuelo hablaba de Petrer y de su finca, salían a colación las canciones que can­taban los mozos contra los alcaldes o políticos en general, las de amores y las propias del «terruño». Gracias a ella conocemos algunos rasgos sobre su carácter y su personalidad. Lo describe en sus memorias como un hombre guapo. Tenía los ojos muy azules, las facciones grandes y expresivas. Era alto, delgado, con una presencia distinguida y varonil. Era un hombre culto e in­teligente. Tenía una conversación amena y divertida. Intelectualmente estaba reconocida su valía. Pina continua diciendo: «que la tierra tuya sin tener un motivo que se pueda entender «tira y tira» de uno siempre, vivas muchos o pocos años, siem­pre… aquello que dejaste más o menos forzado al recordarlo te sientes mutilado. Algo te falta. Eso querido por ti estaba allí y… ya no estás tú para verlo y vivirlo». Así debió de ser el sen­timiento de Vicente hacía el pueblo de su padre, Santiago, y de sus antepasados.

Pero la historia de la relación de los descendientes de Vi­cente Amat Furió con Petrer no acaba aquí. A pesar del tiempo transcurrido desde que murió, el 17 de abril de 2012 algunos de sus descendientes vinieron para honrar su memoria, conocer el pueblo, los lugares vinculados a los Amat (La Pedrera, su casa, su calle) y a sus familiares lejanos. El alcalde, Pascual Díaz Amat, recibió a siete Amat llegados de Barcelona y Sevilla, quienes querían «reencontrar sus raíces en Petrer». Su nieto Juan Ramón Calvo Amat, junto a su esposa Ana Andrés, y los hermanos Glo­ria, Carmen Ma, Santiago y Eulalia Molins Amat, junto a Car­men Roses Amat, todos ellos bisnietos de Vicente, pasearon por las calles que en su día frecuentó su abuelo y conversaron con sus vecinos. También los descendientes del poeta Enrique Amat Payá, su esposa Virginia y sus hijos Juli y Enrique, con quienes comparten parentesco, tuvieron con ellos un emotivo y disten­dido encuentro.

Agradecimientos: Alicia Cerdá del Archivo de Protoco­los Notariales de Monóvar, Emilio Gisbert, Gloria y Santiago Molins Amat, Juan Ramón Calvo Amat, José Luis Torres, José Luis Bazán, Antonio Rocamora, Fernando E. Tendero, Vicente Vázquez, Juan Vera, Javier Tenés y Virginia Vicedo.

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