Vicente Amat Furió (1857-1943), su contribución a la historia de Petrer

 

Nota: Artículo por Enrique Mira Perceval Verdú (Academia Valenciana de Genealogía y Heráldica) y Mª Carmen Rico Navarro (cronista oficial de la villa). Publicado originalmente en la revista Festa 2012.

 

Si a un vecino de Petrer le preguntamos por Vicente Amat (1) nos responderá que es el nombre de una calle próxima al Ayuntamiento. Si conoce algo de historia podría saber incluso que fue secretario del Tribunal Supremo, y no se equivocaría. Pero fue mucho más que eso. Un hombre que siempre se sintió vinculado a Petrer y que siempre recordó el pueblo y, por supuesto, su finca de La Pedrera, hoy conocida como El Poblet.

Nació en Valencia a las once y cuarto de la noche del 2 de mayo de 1857, siendo bautizado al día siguiente en la parroquial de San Pedro. Le pusieron los nombres de Vicente María Pedro, y fue apadrinado por su tío, el abogado Vicente Furió Beltrán. Vicente perteneció a una de las familias más distinguidas de la villa de Petrer. Era hijo de Santiago Amat Peiró (2), abogado y relator de la Audiencia de Valencia, primer teniente de la 4ª Compañía de la Milicia Nacional de Valencia y caballero de la Orden de Carlos II, y de la valenciana Teresa Furió Beltrán que falleció el 19 de febrero de 1887, a los 35 años de edad. Su padre había tenido una vida acomodada ya que su abuelo, Gaspar Amat Reig (3), natural y vecino de Petrer, era colector (4) de diezmos y rentas señoriales del conde Elda, falleció el 10 de marzo de 1860.

Pero volvamos unos años antes de su nacimiento y de este modo conocer cómo surge su vínculo con La Pedrera. El 24 de de octubre de 1847 Santiago Amat, padre de Vicente, compró un terreno lindante al de los Herederos de Gabriel Sarrió y al de Jaime Tortosa, a los hermanos Joaquín y Ángela Payá Amat por 630 reales, actuando como apoderado suyo su padre Gaspar (5). Fue un año después, en 1848, cuando el alcalde monovero y regente del juzgado Ramón Pina autorizó a Rosa Sarrió Brotons, ante el notario Silvestre Verdú, a que vendiese la finca La Pedrera, circunstancia que aconteció dos años más tarde, concretamente en 1850. Rosa vendió su finca al abogado Santiago Amat Peiró y ésta consistía en «una casa sita en el término de la villa de Petrel y pueblecito o caserío nombrado de La Pedrera con el cubo y bodega que hay en la misma casa que la adquirió de la herencia de sus difuntos padres y linda con el comprador y cami­no». De esta información se desprende que Santiago, en 1850, ya tenía tierras en esta partida rural y esta operación no era más que una acumulación de fincas colindantes que se había iniciado ya en 1847. El valor total de esta última venta ascendió a 2.400 rea­les de vellón que pagó a la propietaria Facundo Amat, labrador y vecino de Petrer, hermano y apoderado (6) de Santiago (7).

Mientras su padre, Santiago y el hermano de éste, Facundo, realizaban todas estas operaciones de compras de tierras, Vi­cente estudiaba leyes en Valencia y pasaba largas temporadas en la finca de La Pedrera. Nuestro biografiado tuvo tres hermanas: Esperanza (1846-1932), casada con Salvador Aubán Pérez (8); Teresa (1851-1887); y María Dolores (1853-1943), casada con Joaquín Izquierdo Pons. Ésta última, quizás por ser la más próxima en edad a Vicente, estuvo muy unida a él y a Petrer. Al comprar la parte de la finca de El Poblet, Dolores y su esposo Joaquín, edificaron una casa en lo que, en principio, constituía una pequeña plazoleta. Desde entonces era frecuente que vinie­ran a pasar sus vacaciones en el periodo estival coincidiendo con la recogida de la cosecha de su finca.

Vicente obtuvo la licenciatura en Derecho Civil y Canóni­co con calificación de sobresaliente y se le expidió el título el 13 de febrero de 1878, ejerciendo de abogado en Valencia hasta diciembre de 1882. Sustituyó a su padre Santiago Amat como secretario de Sala de la Audiencia de Valencia el 5 de mayo de 1882, desempeñando este cargo hasta diciembre del mismo año ; en que se posesionó del secretario de Sala interino el 13 de abril de 1883. Ese mismo año publicó los libros Cuadro de los términos judiciales en lo criminal y Estudio práctico del enjuiciamiento criminal, (imprenta de E. Pascual, Valencia). Al año siguiente, el 7 de julio de 1884, fue nombrado por Real Orden, relator propie­tario de Sala de Valencia, plaza ganada por oposición el 20 de junio, cuando tenía tan solo 27 años.

El 13 de abril de 1885 se casó en la iglesia de Santa Catalina, de Valencia, con Teresa Torres Babi (1865-1947), de 19 años de edad, natural y vecina de Valencia. La había conocido en la capital del Turia un año antes de la boda. Su nieta Ma Paloma Amat Gómez del Castillo, Pina, la recordaba en sus memorias manuscritas como «menuda, esbelta, con el pelo rubio oscuro y los ojos azul claro. Era muy presumida y se vestía en casas de modistas dedicadas a la aristocracia».

Teresa Torres, esposa de Vicente Amat, con su hijo Jaime, verano de 1980.

El 7 de octubre de 1886 pasó a ocupar la misma plaza que había tenido hasta ese momento en Valencia, en la Audiencia de Barcelona. Es en esta ciudad y ese mismo año, concretamente el 21 de julio, cuando nace su primer hijo, Vicente, que también estudió la carrera de Derecho. La tuberculosis le acompañó de por vida, una corta vida que terminó en 1932 en una cama de hospital después de una operación que resultó ser un rotundo fracaso. Al año siguiente, el 2 de noviembre de 1887, nació su hija Teresa. En 1927 montó una tienda de lencería de lujo y todo lo que el ajuar de novia requería en un piso del Paseo de Gracia y, por este motivo, viajó a París, Londres, Alemania, etc.

Durante su etapa en Barcelona se acrecientan en Vicente Amat los efectos de una congestión pulmonar que le provocaba frecuentes hemoptisis en los dos últimos años, por lo que el 21 de febrero de 1887 los doctores Constantino Gómez Reig y Juan Torres Babi, su cuñado, le indicaron como remedio terapéutico las aguas del balneario de Panticosa, lugar del que se hizo asiduo visitante, como se comprueba en numerosas fotografías fami­liares del año 1916.

En su faceta profesional destacó, además de por tener una brillante carrera en el mundo de la judicatura, por los libros de Derecho que publicó. En 1888 escribe El jurado, dedicado a su padre y que fue editado por la Imprenta Domenech de Valen­cia (9). En 1897, prologó el libro de Ángel Just y Lloret, publicado en Barcelona, que llevaba por título Manual de Derecho para los aspirantes al cargo de procurador en Audiencia territorial o Juzgados de Primera instancia. También colaboró con varios artículos en el periódico La Vanguardia.

El 11 de abril de 1890 nació su tercer hijo, a quien puso por nombre Jaime. Este año fue de alegrías pues al feliz aconteci­miento del nacimiento de su hijo se unió su nombramiento, el 15 de noviembre, como magistrado de Audiencia de lo criminal, siendo incorporado en el escalafón de los de esta clase con anti­güedad desde el día 5 de mayo. Este mismo año prologó el libro La administración de justicia ante la opinión (Impr. de Henrich y Comp.). Apenas cuatro meses después de su nombramiento, la tristeza ensombreció su casa, pues su pequeño hijo Jaime falleció el 24 de marzo de 1891, sin haber cumplido ni tan siquiera un año. Pero la vida siguió, reponiéndose de este duro golpe con el nacimiento en Barcelona, el 24 de febrero de 1892, de su cuarto hijo, a quién pusieron por nombre Jacobo. Estudió Derecho en Barcelona, obteniendo el título a los 20 años. Desde los 18 años tuvo algunos síntomas de tuberculosis que no fueron a más. Casó en 1917 con Eulalia Gómez del Castillo Vázquez (1896-1969) y tuvieron dos hijas: Gloria (1918-2002) casó en 1939 con Joan Molins Ribot y María Paloma Teresa (1920-1993) casó en 1947 con Luis María Rosés Maristany (1914-2002).

Cinco años después, el 8 de mayo de 1897, nació su quinto hijo, Francisco, y no cabe duda que fue el más famoso de todos ellos, pues no en balde se casó con una princesa rumana, Marie Blanche Cantacuzene (1893-1976), descendiente del emperador bizantino Juan VI Cantacuzenus. Paco, como le llamaban familiarmente, fue diplomático de carrera, cónsul en San Francisco y Manila, y embajador en Bolivia (La Paz) y Paquistán (Karachi), llegando a ser ministro plenipotenciario. Fue el último de los vástagos de Vicente en fallecer. Desde luego, la intensa y apasionada vida de Francisco Amat Torres es merecedora de otra biografía.

Vicente Amat Furió, jugando al billar con sus hijos Vicente y Jacobo en La Pedrera (denominada en la actualidad El Poblet). Año 1986.

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