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El Bitrir islámico de Al-Idrisi

Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista Festa 2003 -puedes adquirirlo aquí- [1]

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Yeserías decorativas halladas en Puça.

 

 

¿Quién no ha oído alguna vez hablar de las Cruzadas? ¿Quién no ha leído alguna vez la historia del rey Ricardo, Corazón de León? Fue una época fascinante de la historia, con sus luchas por conquistar la ciudad de Jerusalén en el nombre de Dios, cuando en realidad se trataba más bien de una lucha por intereses económicos y políticos, por un afán de anexionar tierras, que eran paso estratégico hacia las rutas comerciales que se extendían hasta la India.

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Otra foto detalle de las yeserías de Puça.

En aquella época destacaron personajes excepcionales de los que, hasta la actualidad, nos ha llegado información, perdurando en nuestra memoria. También hubo otros personajes menos conocidos pero igual de interesantes como Abd Alá al-ldrisi. Poco se sabe de su vida, se cree que nació en Ceuta hacia el año 1099 y que fue educado en Córdoba. Con dieciséis años ya había viajado por Asia Menor, Europa, África -ya que hizo una descripción muy precisa sobre el valle del Níger- y algunas fuentes dicen que también por la India.

Alrededor del año 1138, el rey Roger II de Sicilia solicitó sus servicios para realizar una descripción del mundo, cosa que hizo en su Geografía o Libro de Roger, también llamado La iluminación de quien desee viajar a través de los climas, ya que dividió su planisferio en siete zonas climáticas de la misma amplitud, cada una de ellas a su vez, subdivididas en diez partes iguales, según las longitudes. Fue una obra muy detallada, puesto que él mismo viajaba o enviaba emisarios por todo el mundo para recoger información, que aún hoy deja asombrados a muchos estudiosos por su perfección.

También fue un hombre interesado por la medicina, la botánica, la zoología y las aplicaciones terapéuticas de las plantas, todo ello resultado de sus múltiples viajes. Fue tan conocido en su época, que durante años sus trabajos se tradujeron al latín y fueron conocidos tanto en Oriente como en Occidente.

Sin embargo, Abd Alá al-ldrisi nos interesa especialmente por su paso por nuestra comarca, se supone que recopilando información para el trabajo que el monarca
Roger II le había encomendado. Está documentado que viajó por la cuenca del Vinalopó, que llegó a Elche, y allí describió el cauce de la actual Acequia Mayor como un canal derivado del río Vinalopó. ¿Pero qué encontró a su paso por Bitrir? ¿Cómo era nuestra ciudad en aquellos años? ¿Qué le resultaría interesante de nuestra villa a un hombre como Al-ldrisi?

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Fondos del Museo Arqueológico y Etnográfico Dámaso Navarro.

Algo de historia

A lo largo del siglo XI las relaciones entre la Península y el norte de África pasaron por tres situaciones claramente diferenciadas: en un principio había un relativo control Omeya sobre las tierras norteafricanas. pero al disgregarse el califato las tribus magrebíes se hicieron con el control de algunos reinos de taifas; en los últimos años del siglo, al-Ándalus se convirtió en una provincia del imperio almorávide creado por la tribu bereber de los sinhacha, islamizados durante el siglo X y unidos para hacer frente en el norte a los zanata y en el sur a las tribus negras que les disputaban el control de los centros africanos del oro y de las rutas caravaneras.

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Marca de alfarero.
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Ataifor.
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Candil de piquera.

 

La expansión almorávide se explica no sólo por la presión de los ataques fatimíes a los hilalíes del norte de África, sino al excesivo celo religioso de los nuevos conversos al islam dirigidos por el alfaquí Ibn Yasin, instalado en una fortaleza-convento desde la que convencía a sus seguidores, según el cronista Ibn Idari, para «proclamar la verdad, arremeter contra la injusticia y suprimir los impuestos ilegales… y convertirlos en dueños de todo el Magreb», que finalmente fue unificado a partir del año 1070 por Yusuf ibnTasufín, el cual dotó al imperio almorávide de
una potente estructura administrativa y militar que les permitió, más tarde, desembarcar en la Península y unificar de nuevo los dominios islámicos. El yugo almorávide sobre al- Ándalus se caracterizó por la más estricta ortodoxia y observancia coránicas, la intransigencia hacia los musulmanes menos radicales, los judíos y los cristianos, así como por los continuos ataques a los reinos cristianos.

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Fragmento del mapa de al-Idrisi realizado en 1154. Como en muchos de los mapas árabes, el sur se encuentra en la parte superior del mismo.

Sin embargo, pronto sufrieron un desgaste militar, al verse forzados a usar sus mejores tropas para hacer frente a una nueva confederación de tribus norteafricanas, los almohades, que les disputaron el control del Magreb a partir de 1135. Abd al-Mumín, considerado descendiente de Mahoma, se proclamó califa almohade y emprendió una guerra santa contra los almorávides, a los que tachaba de herejes por no insistir suficientemente en la unicidad de Alá. Comenzó a obtener sus primeras victorias en 1145, ocupó Orán, Tremecén, Marrakech y, en 1148, Ceuta, desde donde pudo iniciar la conquista de al-Ándalus. El periodo almohade fue mucho más tolerante que el de sus fanáticos y sangrientos predecesores, floreciendo filósofos como Ibn Tufayl y Averroes y dando a conocer las teorías aristotélicas antes incluso que Tomás de Aquino.

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Manuscrito de Pocock del siglo XV en el que se reproduce el mapa de al-Idrisi.

El tercer califa almohade, Abu Yaqub, obtuvo victorias importantes, como la de Alarcos (1195), donde triunfó sobre Alfonso VIII de Castilla. Pero su sucesor, Abu Abd Allah, sufrió la derrota de Las Navas de Tolosa (1212) con la que se puso fin al imperio almohade y se inició la disgregación de las fuerzas musulmanes ante el empuje de la Reconquista (1).

El hisn Bitrir

Según la arqueóloga C. Navarro Poveda (2), sería a partir de los siglos X-XI, todavía en época del califato Omeya, cuando Petrer comenzó a tener una cierta importancia en función de su situación en el Valle del Vinalopó. Probablemente, por estas fechas llegaron al valle grupos de  musulmanes, que vendrían a ocupar lugares estratégicos como Els Castellarets y el cerro del castillo, instalando sus hogares en la falda de la loma, donde construyeron una torre que enlazaría visualmente con Sax y con el asentamiento de Castellarets, controlando el paso desde el litoral hacia el interior, creando así una línea defensiva. De este periodo islámico se conservan escasas fuentes, como el itinerario de Al-Udri (s. XI), donde se mencionan las alquerías de Aspe y Biar, pero es a través de los restos arqueológicos como se confirma la presencia de comunidades musulmanas en la zona, como Novelda, Villena o Els Castellarets de Petrer.

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Itinerario de al-Idrisi (siglo XII).

A partir de mediados del siglo XII, con la llegada de los almohades estos emplazamientos adquirieron mayor entidad, apareciendo nuevas y más poderosas fortalezas, erigidas en la mayoría de los casos sobre las antiguas defensas omeyas, llevándose a cabo una importante repoblación con bereberes norteafricanos. Esta población sería la base de la villa de Petrer y del resto de núcleos urbanos urbanos del Vinalopó, que se alzaron en línea fronteriza entre los reinos cristianos y los musulmanes. En opinión de Rafael Azuar, a este periodo pertenecerían los castillos de Petrer, Elda, Novelda, Atalaya de Villena, Sax y Biar.

Aunque las noticias sobre el Petrer islámico son escasas, el historiador y geógrafo Al-ldrisi recorrió nuestra comarca en la ruta que iba de Murcia a Valencia a finales de siglo XII. En su libro podemos leer lo siguiente: «De Murcia a Orihuela hay doce millas, de Orihuela a Albatera (Al-Butay-ra), donde está el parador, hay seis millas, de Albatera al castillo de Aspe (Hisn Asf), al castillo de la Mola (Mula), que está a las orillas del río Vinalopó (río de Elche) hay seis millas, al castillo de Petrer (Batrir) hay una etapa cuyas millas son treinta y cinco, de Petrer al castillo de Biar (Byar), al castillo de Onteniente (Untinyan) hay treinta y seis millas…». Otro geógrafo,Yaqut Al-Hamawi, en su obra El libro de las naciones, escrita en forma de diccionario enciclopédico, describió la Península en el tránsito del los siglos XII y XIII, nombrando el «Hisn Bitrir dentro de las dependencias de Murcia en al-Ándalus», pero Yaqut nunca visitó la Península y las noticias que recoge se deben a otros autores, generalmente más antiguos. Otro autor árabe, Al-Himyari, en su obra Kitab ar-Rawd al Mi’tar, publicada en 1461, nombra a Petrer al hablar de la vecina población de Sax: «Ciudad de al-Ándalus, cerca de Petrer. Es un pueblo importante y próspero. Está a poca distancia de Játiva». De tan parca referencia se extrae, sin embargo, que Petrer ya era una villa tan destacada como para servir de referencia para la ubicación de otras poblaciones.

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Jarrita extraída del solar de la antigua biblioteca.
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Fogón de cerámica hallado en el castillo.
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Amuleto de bronce de época almohade.

 

La medina musulmana de Bitrir

El núcleo urbano de Petrer tiene su probable origen en la época de ocupación islámica, cuando el castillo se convirtió en elemento aglutinador de un poblamiento rural disperso, en torno al cual comenzaron a arracimarse las primeras viviendas hasta formar la villa medieval. Algunos restos de época islámica y bajo-medieval cristiana fueron hallados en la explanada del castillo, donde al parecer existió un pequeño poblado fortificado desde el siglo XII. De igual modo, unos restos hallados en la plaça de Baix atestiguan la existencia de un poblamiento de época califal, alrededor del siglo X, en el centro del casco antiguo (3).

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Núcleo urbano medieval (hasta mediados del siglo XVI). El asterisco marca el lugar donde se ubicaba la antigua parroquia de San Bartolomé y donde se supone estuvo la mezquita árabe.

Un estudio sobre la evolución urbana de Petrer (4) revela que el poblado fortificado de la explanada del castillo fue ocupado desde el siglo XII al primer tercio del siglo XV. A pesar de los restos del siglo X hallados en la plaça de Baix, este primitivo emplazamiento fue abandonado en beneficio de los de Puça, Castellarets y la explanada del castillo, recuperándose desde el siglo XIV, cuando se convirtió en foco principal del poblamiento. Según los profesores G. Ponce, J. M. Dávila y M. R. Navalón, el núcleo medieval debía extenderse de forma cuadrangular, constreñido por las cotas más elevadas de la vertiente oeste del castillo.

Los límites de este cuadrado serían: por el oeste, lo que en la actualidad es la calle Mayor, lugar donde se concentran los hallazgos islámicos, que podría corresponder a una posible muralla medieval que conectaba las dos puertas principales de acceso a la villa (una en la calle La Iglesia y otra en la intersección de las calles Mayor y San Rafael); por el este, la calle Castillo, al pie mismo de la fortaleza, extendiéndose entre ésta y la calle Mayor el caserío musulmán y la villa medieval; por el norte, el análisis parcelario muestra una línea que divide en dos secciones la manzana situada entre el primer Callejón del Castillo y la antigua calle Horno de la Virgen (hoy Don Jesús el Vicari), quizás restos de una antigua muralla, sobre la que se adosaron las viviendas que dan a una u otra calle; finalmente, por el sur, el límite sería la actual calle San Rafael, camino natural de acceso a la fortaleza desde el llano, donde se hallaría una de las entradas de la población. En el lugar que hoy ocupa la plaça de Dalt se abría una plaza o zoco, donde tradicionalmente se celebraba el mercado.

No obstante, en un estudio sobre e urbanismo islámico, C. Navarro, J. R Ortega y C. Doménech (5) ampliaban el perímetro de la medina de Bitrir, la cual se extendía previsiblemente por las calles Arco de la Virgen, Julio Tortosa, plaça ce Baix, inicio de la calle Constitución, Cánovas del Castillo, Pedro Requena, San Vicente, Gabriel Brotons, Numancia y Agost con el enlace hacia el castillo de las calles San Rafael y Arco del Castillo. Los restos arqueológicos analizados no han evidenciado la existencia de paramentos o lienzos murales que confirmasen que Petrer fuera una ciudad amurallada, tal y como planteaba la tesis de Ponce Herrero.

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Darbuka, antiguo instrumento musical árabe.

En este mismo trabajo se describen el recinto militar o alcazaba y el poblado de la explanada del castillo, así como otros espacios públicos y privados, entre los que destacaba la mezquita aljama, que estaba ubicaos bajo la actual iglesia de San Bartolomé, pero de dimensiones mucho más reducidas. También se señala, con prudencia, la posible existencia de unos baños árabes en la zona próxima a la calle Constitución. El zoco estaría ubicado bien cerca de la mezquita, en la actual plaça de Baix, o bien a la entrada de la población, en la plaça de Dalt. En cuanto a los cementerios, los trabajos de prospección arqueológica han localizado dos necrópolis islámicas, en la ladera sudeste del castillo, donde ahora se alza el colegio de La Foia, con enterramientos orientados hacia la Meca, y otra en el Paseo de la Explanada, donde ya se documenta el rito cristiano, datado entre los siglos XIV-XV

Para concluir

En resumen, este sería un retrato aproximado del Bitrir que conoció Al-Idrisi a su paso por nuestra población, el de una pequeña villa situada a los pies de las estribaciones de un castillo, en la que se vivía básicamente de la agricultura. No obstante, a tenor de los restos arqueológicos hallados que se conservan en el Museo Dámaso Navarro, los habitantes del antiguo Bitrir organizaron un notable sistema de regadío mediante acequias, aprovecharon el agua de la rambla de Puça para construir molinos, establecieron relaciones comerciales, cultivaron las vides para elaborar pasas, tuvieron centros de culto y de justicia, crearon una elaborada alfarería, desarrollaron la sericultura…

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Graffiti de un perro.
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Grafías árabes grabadas en piedra.

 

Las yeserías halladas en Puça son todo un prodigio dentro de las artes decorativas, el amuleto de bronce nos habla de unas creencias y supersticiones, el candil de piquera. el fogón hallado en el castillo y la jarrita obtenida del solar de la antigua biblioteca nos hablan de los sencillos detalles de la vida cotidiana, la marca de alfarero nos indica un orgullo por el resultado de una obra bien hecha y
de calidad, y piezas como la darbuka, antiguo instrumento musical árabe, nos muestran la pasión por la música ancestral de los desiertos africanos. Todo ello nos da cuenta de la sencillez y, a la vez, de la sofisticación, de quienes vivieron en la medina sulmana del antiguo Bitrir.

Por su parte, el historiador y geógrafo Al-lsidri continuó su viaje más allá de estas tierras. No existe demasiada información sobre cómo terminó sus días este viajero incansable, pero antes escribió otra enciclopedia titulada El placer de los hombres y la iluminación de las almas. Los historiadores y los estudiosos no han tratado con demasiada cortesía la figura de Al-ldrisi, ya que le tachaban de traidor a su religión y a su cultura al establecerse en una corte cristiana y rendir culto a su rey, el monarca Roger II, de origen normando, que, como tal, organizaba su Estado con una absoluta perfección, lo que recuerda a la Inglaterra de Guillermo el Conquistador. Sin embargo, culminó su monumental obra con dos mapas que fue completando en sus recorridos por el mundo conocido: un gran planisferio de plata -que fue destruido en 1160, poco después de la muerte de su autor, en 1154-y cortes del planisferio correspondientes a las secciones. Se trata de una obra detallada y soberbiamente ejecutada que supera a las de sus sucesores y, aún hoy, deja a los estudiosos perplejos por su precisión (6).

Fue aquella una época en la que el Islam comenzó a fragmentarse debido a sus luchas políticas, pero también fue una época de esplendor para quienes tuvieron la suerte de viajar, conocer el mundo, relacionarse con otras culturas, aprender ellas y transmitir lo aprendido. Este es un afán que nos ha llegado intacto a nuestros días, porque ¿quién es el que no desea viajar, aprender y conocer otras costumbres?

Notas:

(1) José Luis Martín, Historia de España, v. IV, Madrid, Espasa Calpe, 1997, pp. 9- 12.

(2) Concepción Navarro Poveda. Petrer islámico, Alicante, Instituto de Cultura «Juan Gil-Al bert«, 1988. pp. 10-11.

(3) Ma Carmen Rico Navarro, Las calles de Petrer. Petrer, Ayuntamiento. Caixapetrer, Universidad de Alicante, 2002, p. 22.

(4)  Gabino Ponce Herrero. Juan Manuel Dávila Linares, Ma Rosario Navalón García, Análisis urbano de Petrer: estructura urbana y ciudad percibida, Petrer, Ayuntamiento, Universidad de Alicante, 1994, pp. 16-20.

(5) Concepción Navarro Poveda, José Ramón Ortega Pérez, Carolina Doménech Belda, «Notas en tomo al urbanismo islámico de Petrer: fortificación y espacio urbano«, Petrer, Festa97; 1997, pp. 13-18.

(6) «El mapamundi de Abd Alá al-ldrisi«, en Exploraciones y descubrimientos del mundo, Barcelona Océano. 2002, pp. 342-343.

Bibliografía

-Al-Himyari, Kitab ar-Rawd al Mi’tar, trad. de Maestro González, publicado en Tex­tos Medievales, Valencia, 1963.

-Al-ldrisi, Los caminos de al- Andalus en el siglo XII. CSIC. Madrid. 1989.

-Molina López, E„ «La cora de Tudmir según al-Udri«, Cuadernos de historia del Islam 4,1972.

-Al-ldrisi, Geografía de Espa­ña, Valencía. Anubar, 1974, reproducción facsímil de la ed. de Madrid, Impr. del Fon­tanet, 1881.

-Al-Karim. G.. «La España musulmana en la obra de Yaqut (s. Xll-Xlll), Cuadernos de historia del Islam, 6,1974.