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Petrer en el recuerdo a través de la cámara de José Esteve Sánchez

*NOTA: Artículo publicado originalmente en la Revista Festa 2017, a cargo de Mª Carmen Rico Navarro (Cronista Oficial de la Villa) y Fernando E. Tendero Fernández (Director del Museo Dámaso Navarro).

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Seguro que en muchas ocasiones hemos oído o hemos dicho alguna vez el refrán «una imagen vale más que mil palabras» en el sentido de que cualquier representación gráfica tiene muchísimos más matices observables e información implícita que la mera descripción escrita aunque sea un relato muy bien redactado. No en vano el sentido de la vista es el más utilizado por las personas. Además, puede darse el caso de que al estar frente algunas imágenes sobrepasemos la mera descripción visual de la ilustración que estamos viendo, generando composiciones mentales de situaciones o lugares, incluso aunque no hayamos estado.

Esta es la magia de la imagen y eso es lo que nos ocurre cuando repasamos las fotografía realizadas por José Esteve Sánchez, que nos llevan a un tiempo pasado centrado cronológicamente entre la década de los sesenta y los setenta, y a un Petrer que, en ciertos aspectos, ya no existe salvo en la pervivencia de estas estampas y en la memoria de los vecinos y vecinas que ya tienen una edad avanzada y una rica trayectoria vital. Es por ello que debemos agradecer a personas como José, Pepe, Esteve -protagonista junto a su obra del presente trabajo- y otros fotógrafos en activo durante estas décadas -como Vicente Villaplana (Rico y Tendero, 2013)-, que nos hayan legado una descripción de la villa y de sus habitantes para poder evocar el Petrer en blanco y negro.

Una aproximación biográfica

José Esteve Sánchez nació en Monóvar en 1906, el 20 de octubre, hijo de José Esteve Romero y de Luisa Sánchez Rico. Eran seis hermanos: Pepe, Remedios, María, Luisa, Pascual y Paco. Sus padres se dedicaban a la agricultura y estuvieron de caseros en varias fincas de nuestra zona, entre ellas la del Albelló, en Sax, y en La Esperanza, en el caserío petrerense de Caprala.

Fue en Caprala donde Pepe, como era conocido familiarmente nuestro fotógrafo, conoció a su esposa Mercedes Payá Beneit (1910-1997), ya que ella vivía también en esta partida rural con sus padres Ventura y Ana María, en una casa que mediaba con la de La Esperanza, en lo que es conocido como «el caserío’. Esta misma vivienda, con los años, pasó a Francisco Payá, hermano de Mercedes, casado con Lola Navarro, muy conocido y popular en Petrer por su dedicación al pastoreo.

El día 28 de febrero de 1933 Mercedes y Pepe se casaron y fijaron su residencia en Caprala, en la casa de los padres de ella. De este matrimonio tuvieron cinco hijos: José (n. 1933), Ventura (n. 1935), Mercedes (1940- 2003), Francisco (n. 1943) y Juana (n. 1945). En Caprala compaginaba el trabajo agrícola en las tierras de su suegro y en otra que heredó de sus padres situada próxima a la carretera Elda-Sax por la Torreta (CV833) con el de los zapatos, concretamente como cortador de suelas. De ahí le viene que fuera conocido popularmente como «Pepe el de la sola«.

Para acudir a su puesto de trabajo se desplazaba en bicicleta, primero a Elda, a la fábrica de calzado de Rodolfo Guarinos, posteriormente a la fábrica Luvi, ya en Petrer y, en Calzados Amalia, propiedad de Joaquín Villaplana, ubicada en la antigua calle Calvo Sotelo que actualmente corresponde a la calle País Valenciá.

Era muy conocido en Petrer el puesto de melones que tuvo junto a sus socios Pepe Pla, el Botero, y su cuñado Basilio, en el Derrocat, justo delante de la puerta de su casa, en la calle Prim número 1, donde actualmente está la farmacia. En este inmueble tenía su domicilio y una cuadra donde guardaba el carro con el que iba a trabajar sus tierras. Si como decíamos anteriormente se desplazaba en bicicleta y carro, también era habitual verlo circular por las calles de Petrer montado en una motocicleta, primero de la marca Roa y después con una Bultaco de 125 cc.

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La familia Esteve al completo (1945)

 

Las personas que lo conocían sabían de sus dotes como zahorí o radiestesista, aptitud para la que debía de tener una sabiduría o don innato para poder localizar las corrientes subterráneas de agua, así como los lugares apropiados para la instalación de un pozo, sin ningún tipo de instrumental sofisticado, únicamente con herramientas como una varilla u horquilla, un péndulo o sus propias manos que señalaban el lugar donde sentía que estaba el preciado elemento. También podía utilizar esta técnica para localizar vetas de metales (Navarro, 1984). De este modo, con algún amigo salían por los lugares donde él creía que había algún depósito de agua, así como su profundidad y caudal, y unas veces sí y otras no, localizaba el mismo. Pozos hallados por él son el Pou del Grupo en els Aiguarrius y, sobre todo, el del Cotxinet, aunque también había pequeñas decepciones como cuando él relata que en el bancal de la sort de Puça pensaba que había un cofre a unos cinco metros, descubriendo al excavar esa profundidad que se encontraba ante una gran losa de piedra compuesta por minerales metálicos, pero de cofre con tesoros y riquezas, nada. Esta misma técnica la ha continuado su sobrino Luis Payá Amat, «el de la Almadraba’, por lo que el título del artículo que le dedicaron en El Carrer a José Esteve como «El penúltimo zahorí» estuvo muy certero (Navarro, 1984).

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Chelo y Mercedes en el puesto de melones en El Derrocat (5 de agosto de 1966).

 

Entrando a conocer las aficiones de Pepe, según nos han relatado sus hijos, era una persona a la que le gustaba la naturaleza y los animales domésticos, tanto perros como gatos, habiendo en casa siempre uno de ellos. Al mismo tiempo, era muy aficionado a salir de caza, tal y como lo demuestra la fotografía del año 1934 en la que posa junto con otros cazadores con un búho real abatido en la partida de Caprala.

Del mismo modo, también tenía predilección por la música, sobre todo la zarzuela, y tocaba el acordeón con el que se dedicaba a amenizar todas las celebraciones familiares. Además, era una persona muy mañosa y tenía habilidad para poder idear y reparar todo tipo de artilugios, sin que viera ningún problema para realizar la tarea más compleja, ya que era un auténtico manitas, al que le interesaba todo y tenia curiosidad por todo, tal y como nos transmitieron sus hijos.

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Pepe y su hija Merce (18 de mayo de 1952).

 

Pepe Esteve falleció en el hospital de Elda el 24 de abril de 1987, a los 80 años de edad.

Un fotógrafo autodidacta

Tras este breve repaso biográfico nos centraremos en el motivo por el que recordamos a José Esteve: su estrecha vinculación con la fotografía y la grabación de vídeos. De formación autodidacta y desde el cuarto oscuro para relevar sus propias fotografías instalado en la planta baja de la casa de la calle Prim, junto a lo que fue la relojería Esteve en sus inicios, se codeó con otros dos grandes fotógrafos de ese momento como eran Antonio Navarro, «Patarro», quien se dedicaba a ella profesionalmente, y Hediodoro Corbí.

Con su cámara realizó innumerables fotografías que le llevaron a participar en distintos concursos de ámbito nacional, siendo reconocido en varios. Así, en el año 1967 recibió un premio de fotografía que recogió su hija Mercedes. Y un año después participó en el VII Salón Nacional de Fotografía y en el II Ibérico organizado por Foto Cine Club de Petrer, en aquel momento Petrel, que patrocinó el Ayuntamiento. Este salón consistía en una exposición con las obras recibidas que se pudo visitar entre el día 5 y el 13 de octubre, coincidiendo con las fiestas patronales, y tenemos constancia de que participó en el mismo con cuatro fotografías tituladas: «El tío Pau y su amigo», ‘Atalayas de la ciudad», «En tinieblas» y «Tallo en flores» que obtuvo una mención honorífica.

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Celebración veraniega de la familia en la casa de Oleriano en La Pedrera (15 de agosto de 1969).

 

A lo largo de su vida, tuvo varias cá-maras con las que dar rienda suelta a su afición, retratando numerosos as-pectos de la vida cotidiana así como de las celebraciones de su familia, de su villa y de su paisaje. Algunos de los modelos de las cámaras utilizadas por Pepe fueron la Kodak Retina réflex S, la réflex W de la misma casa y la Naver Germanic. Con ellas pudo captar la esencia de los cumpleaños, festividades y efemérides en los que reunirse en familia, las diversas fiestas como son las de moros y cristianos -facilitando algunas de sus fotografías para la edición de la Revista de Moros y Cristianos-, las de la Virgen o las de la Cruz de Caprala, así como recuerdos irrepetibles de los viajes que hicieron con la familia o retratando a personas conocidas en Petrer. Aunque cultivó el retrato, en su obra destaca tanto en cantidad como por afición la fotografía paisajística y de espacios abiertos. Esto es fácilmente comprobable gracias a la generosidad de la familia Esteve, que donaron al Archivo Histórico Municipal un importante lote de fotografías en las que Pepe Esteve pudo retratar perfectamente el pulso de la vida petrerense y el espacio urbano y rural en las décadas de los sesenta y setenta, en el que se puede ver la transformación que está experimentando toda una sociedad que pasará de la dictadura a la democracia, de unas calles en aumento y sin asfaltar y sin apenas vehículos, a los adelantos de los servicios urbanos como el agua potable, el alcantarillado o las farolas de las calles.

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Mercedes recoge un premio de fotografía otorgado a su padre (15 de octubre 1967).

 

Pepe fue también un enamorado de la imagen en movimiento y era aficionado a tomar películas y a grabar en super 8 mm, retratando a su entorno más próximo y querido como es su propia familia, las entradas y desfiles de la Fiesta de Moros y Cristianos cuando salían de la plaza de San Crispín; fue cronista del desarrollo urbano de Petrer con imágenes grabadas del asfaltado de la calle La Huerta o de la construcción del puente de la autovía sobre la rambla de Puça, siendo unos documentos únicos que hoy resultan muy interesante su contemplación ya que forma parte de la historia petrerense. También era frecuente verlo durante la celebración de la Santa Cruz, a comienzos del mes de mayo, en el caserío de Caprala, lugar por el que sentía gran cariño por ser aquí donde vivió muchos años y donde poseía bancales. Para todo ello empleaba una, en su día, moderna cámara tomavistas de la marca Eumig y modelo Viennette 3, fabricada en Austria.

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Retrato de Pepe Esteve en la plaza de España.

Ilustrando el Petrer de antaño

La importancia del trabajo fotográfico de José Esteve reside en que sus imágenes han servido para ilustrar muchos libros, estudios y artículos relacionados con el pasado más reciente de Petrer, así como para recordar a aquellas personas de más edad cómo era el Petrer de antaño, y para los que no lo han conocido así, debido a su juventud, mostrarles cómo ha cambiado el entorno urbano en estas últimas décadas, cuando se pasó de una población de 10.615 a una de 15.804 habitantes, hecho favorecido por la incipiente industria del calzado y complementos.

Así, en el libro Las calles de Petrer realizado por la coautora del presente trabajo (Rico, 2005) y en el que se enumeran todas las calles de la población con información histórica y censal y variadas ilustraciones relativas a los nombres de las calles, se recogieron y mostraron muchas de sus singulares imágenes que venían al caso como eran la celebración de las fiesta de la Virgen en la calle Agost, o la calle Arco de la Virgen el mismo día de la Virgen, la plaça de Baix (antes del Generalísimo), donde existía en el centro de la plaza una fuente circular de la que manaba agua y donde no se había abierto la plaza a la calle Constitución, de la que también hay una fotografía del derribo de la casa de la esquina de la plaza para abrir la calle.

En este libro se publicaron muchas imágenes suyas aunque quedaban otras fotografías inéditas que hemos considerado de interés mostrar y compartir con todos los amantes del Petrer en blanco y negro para que, como hemos indicado anteriormente, los más mayores puedan recordar y los más jóvenes, evocar, cómo era antes la villa en un lugar y un tiempo concreto: Petrer, décadas de los sesenta y setenta. De este modo, tenemos fotografías de los distintos monumentos de Petrer, como es el castillo, la iglesia, las ermitas, la cruz de los caídos, canal de ferro o el acueducto de San Rafael. Eventos religiosos, festivos y reivindicativos como las procesiones de la Virgen, la Santa Cruz,y las populosas fiestas de la Virgen con el engalamiento de las calles, así como la manifiestación del 1 de Mayo. También escenas evocadoras del desierto utilizando el escenario del Arenal de l’Almorxó. Todo ello sin dejar a un lado los paisajes y fotos de naturaleza y artísticas que nos hacen entender mejor su gusto por la fotografía. Y conforme va pasando el tiempo estas imágenes adquieren más valor. Se convierten en fotografías para la historia, principalmente porque a través de las mismas vemos en qué medida ha cambiado el marco urbano y que conlleva, necesariamente, un cambio generacional de los vecinos de Petrer.

En definitiva, con la redacción de este artículo y la presentación de estas fotografías únicamente hemos pretendido conocer a José Esteve Payá y su importante obra gráfica que nos permite conservar en la memoria colectiva la imagen de una villa que en apenas unas décadas ha dejado atrás su tranquila vida agrícola e incipiente industria para ser una ciudad moderna y preparada para el futuro, donde las fotografías y los vídeos que podamos hacer todos nosotros nos dejarán constancia de estas transformaciones.

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Pepe y Mercedes en Caprala (1 de mayo de 1986).

 

No podemos terminar el artículo sin agradecer a los hijos de Pepe Esteve la gentileza que han tenido al proporcionarnos la información referida a su padre, y especialmente a Paco, por donar al Archivo Municipal de Petrer en el año 2001 este pequeño tesoro que es el lote de fotografías que ilustran el presente artículo. De este modo, junto a los documentos conservados de siglos pasados relacionados con la vida municipal petrerense y que se conservan en el archivo, siendo el Libre dels Consell de 1616 el más antiguo, desde hace unos años nuestra villa cuenta con esta importante aportación ilustrativa en la que, como no podía ser de otra forma, también se refleja la historia, costumbres, fiestas, lugares de nuestra población en las que se observa el paso del tiempo, con la desaparición de elementos tradicionales como la balsa Perico, o la rehabilitación del castillo, o, incluso la construcción de infraestructuras viarias que forman parte de nuestro día a día.

VER AQUÍ: PAISAJES [9]_MONUMENTOS [10]_CALLES [11]_CONCURSOS [12]_COSTUMBRES [13]

Bibliografía
• NAVARRO GUILLÉN, H., 1984: «El penúltimo zahorí», El Carrer, n.° 56, Ayuntamiento de Petrer, p. 24.
• RICO NAVARRO, M. C., 2005: Las calles de Petrer, Ayuntamiento de Petrer, Universidad de Alicante, CaixaPetrer.
• RICO NAVARRO, M. C. Y TENDERO FERNÁNDEZ, F. E., 2013: «Petrer en el recuerdo a través de la cámara de Vicente Víllaplana Martínez», Revista Festa, Ayuntamiento de Petrer, pp. 10-25.