Personajes petrerenses (V): Alberto Ibáñez Juanes, un artista tenaz

A un concurso-exposición convocado por la Diputación de Alicante, Ibáñez presentó su obra. Su pintura levantó polémica entre el Jurado, pues algunos miembros consideraban que ésta era copiada; decisiva fue la intervención del director del Instituto de Estudios Alicantinos para la comprobación de que su obra era original. Así consigue la beca para pintar durante una semana en Villajoyosa, allí junto a su ya amigo, el gran maestro alicantino, Gastón Castelló, tiene la oportunidad de conocer a otros pintores que anteriormente habían sido premiados con una estancia en La Valí de Laguart. En las tertulias nocturnas Alberto se dedicaba a retratar y caricaturizar a sus compañeros. De la convivencia de estos artistas surge la idea de formar un grupo denominado «Cercle Laguart», reuniéndose periódicamente para hablar de sus proyectos y trabajos, lo que les comprometía y obligaba a llevar a dichas reuniones obras que comentaban y analizaban.

Alberto Ibáñez con su amigo Gastón Castelló y otros pintores alicantinos, el día de la inauguración de su actual estudio en la calle Babieca.

En 1972, aparece publicado un anuncio en la prensa solicitando dibujantes que realizaran, de forma rápida, un retrato a carbón, cera o lápiz. Alberto, animado por sus compañeros, decide presentarse. Acudieron un gran número de pintores, resultando seleccionado Ibáñez para dicho trabajo, que consistía en realizar 296 retratos de personajes relacionados con la medicina en Alicante, Alcoy, Cartagena, Murcia, Albacete, Elche y Lorca. Para él supuso una gran experiencia, tanto a nivel personal como artístico, ya que le permitió conocer a mucha gente, al tiempo que estudiar y conocer con más detalle el rostro humano.

Alberto Ibáñez ha participado en numerosas exposiciones individuales: Petrer, Elda, Novelda, Alicante, Valencia, Madrid, Valdepeñas, etc., al mismo tiempo que también ha mostrado su obra en numerosas exposiciones colectivas. Posee un segundo y tercer premio nacionales de dibujo y un accésit de pintura.

La obra de nuestro pintor no ha pasado desapercibida para los críticos de arte, habiendo sido, también, objeto de reportajes en Televisión Española y Radio Nacional.

NOTA:

Este trabajo se realizó para la asignatura de Historia del Arte Contemporáneo en 1981. Los años que han transcurrido desde aquel entonces han demostrado que la calidad, perfección y originalidad de la obra de Alberto Ibáñez eran ya una realidad.

 

Una sinfonía de color

por Ricardo Gómez Soria

Cuando Alberto llega de su Castilla natal a Novelda yo era un niño que correteaba por La Glorieta, quizá fuimos vecinos en la carretera de Aspe algún verano, pero no tuvimos ocasión de conocernos durante los pocos años que vivió allí.

Yo me creo en la obligación de despertar aquellas sugerencias plástico-anímicas que siento como espectador ante la obra.

No soy partidario de hacer literatura de la obra plástica ya que cada una de ellas tiene distinto vehículo, distinto código de comunicación, pero cuando hay que traducirlo en palabras lo estoy haciendo. Tampoco lo quiero hacer desde un punto de vista crítico pues no es mi función ni me agrada la misma. Hablaré de lo que pienso procurando no perderme en circunloquios banales, preferiría hacerlo con concisión.

Tanto la temática como la composición de sus obras es variada aunque no se puede poner en duda que elige a la figura humana, ya sean niños, adolescentes, jóvenes o ancianos en distintas actitudes vitales y distintas profesiones, como tema central y utilizando los otros géneros pictóricos la mayoría de las veces como complementos de la obra, a la manera de los clásicos.

¡Qué amor en su cuidada preparación de las telas, en la selección de los temas, en el trazado de los bosquejos, en las primeras manchas casi monocromas para llegar a una verdadera sinfonía armónica del color, sobre las bases invariablemente blancas, todo lo más veladas por sutiles y transparentes tonos pastel!

A partir de este embrión, Alberto ataca la obra. Nunca con improvisaciones, casi siempre sobre bocetos previos que fueron paridos, en muchas ocasiones, de manchas al azar profundamente estudiadas y que fueron cantando al autor, según sus estados anímicos, todo aquello que nos quiere transmitir en un lenguaje plástico muy personal. Como personal ha sido su formación y el saber y querer mantenerse en unas actitudes determinadas.

Aquí entra su sereno dominio del dibujo y de la mancha, su quehacer paciente, dominando su impaciencia, domeñando sus nervios que eventualmente le traicionaban.

¡Cómo busca la transparencia de los materiales! Es un maestro en sus veladuras, frotados, raspados o … Los pinceles guiados con el esmero de una mano experta, que obedece fielmente a un alma que quiere hablar. Ocasionalmente, los trazos del pincel no son suficientes para transmitir sus sensaciones y entonces, entra en acción el pulpejo de sus dedos que en ocasiones acaricia la superficie y en otras quita con energía aquella mancha o grosor que cree desmedidos. Sus obras no sería necesario que fueran firmadas. No sólo porque sabemos con certeza quién es su autor si no porque en ellas quedan indelebles sus huellas digitales. ¿Qué mejor firma?

 

Siempre observé, desde que le conozco, a principios de los setenta, que rechazaba en su obra el empaste grueso, del que yo soy tan asiduo practicante, siempre buscando lo sutil, lo etéreo en la materia; lo sensible o lo trágico en los temas.

Confiesa el autor una dualidad en su obra para la que no tiene explicación y ante la cual se extraña. Pero esa dualidad no se observa tan sólo en la elección temática o en el tratamiento del plano plástico, quizá donde más se deja traslucir es en sus dibujos o en las diferentes técnicas que utiliza con un dominio nada fácil.

Su dibujo puede ser de un trazo de línea continua, muy sencillo o enmarañarse, sin levantar la pluma de la superficie del papel hasta que consigue plasmar aquello que siente y en su mensaje no se aparta ni un ápice de sus óleos o pasteles.

También, espíritu inquieto, ha tratado y conseguido excelentes puntas secas en la técnica del grabado. Aunque él no quiera denominarse grabador, podría conseguir a poco que se lo propusiera notables estampaciones que deberían ser aceptadas como el resto de su obra.

De su incisiva pluma brota el humor a raudales y baña toda su producción, a veces dulcemente,desgarrada otras, la mayoría. De ese dramático mundo nos nace la evocación de los grabados del genio de Fuendetodos. Ibáñez, gran dibujante tiene muchas cosas que decir y lo hace de una forma terriblemente directa, sin concesiones, sin pensar en agradar. Aquí, de nuevo, se nos muestra dominador de esta técnica y como dice Moreno Galván, en la presentación que hizo de una de sus múltiples exposiciones: «Todos los grandes dibujantes de la Historia del Arte han sido fundamentalmente pintores. Piénsese otra vez en Goya, en Rembrandt o en Picasso».

En su última exposición que tuvimos la suerte de ver en esta ciudad y en Elda, presentó una serie de cuadros con una técnica nada fácil. Parece ser que las dificultades le retan y en ese reto aceptado Alberto Ibáñez triunfa, me estoy refiriendo a sus obras trabajadas al «pastel». Barras de color que apenas tienen más médium que aquél que sirve de ligazón a las tierras para que no se desmenucen entre los dedos y el amplio arco iris que supone tener entre las manos una caja de los mismos. Entonces y desde una base monocroma, de color terroso con superficie aterciopelada, consigue efectos plásticos de un rigor ajustado indudablemente al resto de su producción.

No busquemos en su obra nuestra realidad subjetiva, nos perderíamos en la lectura. Nunca hay realidad objetiva, ni en el más exigente de los hiperrealistas. Tampoco busquemos situarlo en una determinada escuela o «ismo», él tiene su código, su lenguaje propio que aceptaremos, o no, en la medida que seamos capaces de admitir que todo aquello que nos dice algo es arte siempre que se haya hecho con ese fin. Alberto es un hombre de su tiempo que pictóricamente está fuera de ese tiempo, y al decir esto lo hago consciente de lo que digo. Autodidacta hecho a sí mismo y conocedor de lo que se hacía y se hace en el momento, a pesar del aislamiento que puede suponer el no estar en los llamados centros neurálgicos del arte, es capaz de no dejarse llevar por el viento arrebatador de las «modas» que tiene la ventaja de deslumbrar en ese instante, pero que corren el riesgo de desaparecer cuando aquellos vientos huracanados o iconoclastas pasaron. La Historia del Arte está cuajada de ejemplos que no es el momento de tratar.

Hombre honrado, fino humorista, campechano diría yo. Nos abre en multitud de ocasiones su alma con desgarro y utiliza ese humor para satirizar todo aquello que él cree satirizable o para descargarla de esas vivencias desconocidas.

¿Qué extraños misterios pueblan su subconsciente para en medio de un derroche barroco llenar el fondo de sus obras de extraños seres en ocasiones monstruosos, no por el tamaño, si no por la proliferación como de un magma animaloide que nos inquieta u otras veces con sencillez casi franciscana y con brevedad deleitar al espectador?

¿De dónde procede tanta rabia contenida y tantas veces dominada? … no nos queda más que dejar la pregunta en el aire y que otros concurrentes más avezados y conocedores de la psique puedan interpretar esos gritos que el artista nos lanza intermitentemente desde el fondo de su obra y de su alma.

Quizás nos fuera más sencillo tratar de desentrañar el significado de esas figuras principales, casi descompuestas por el cinismo o la hipocresía que dominan la sociedad llamada «del bienestar y el consumo», superpuestas aojivas góticas, o el oropel con que se cubren. Aquí podemos encontrar una abierta y valiente denuncia contra todo tipo de dominación. También podremos encontrar en sus personajes:
incomunicación en esas cuencas vacías, añoranza, ensueño, candor, elegancia…

Pero no me puedo detener aquí quiero terminar este escrito pensando en sus obras más amables, en donde deja traslucir todo su amor, su sensualidad, con todo aquello que de bueno tiene la vida, lo positivo que nos hace pensar que el mañana por ventura será mejor.

Tienen ante sus ojos una obra hecha con amor, una obra en la que el artista nos habla de esa dicotomía vital en la que se ve envuelto.

Amigo continúa tu andadura, tú eres un buen pintor, al margen de las modas, tu obra quedará no sólo en las paredes de nuestras casas, sino también en las almas de los que contigo confiamos.

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